Eclipsado a veces por la fama y belleza del Valle del Loira, pero a solo 40 km de él y situado a las puertas de Angers, el Valle del Loir nos ofrece una versión más intimista del popular Loira, atravesando la región de este a oeste entre castillos y viñedos. A lo largo de 320 km, el río Loir serpentea por la frondosidad de su valle transmitiendo serenidad, dejando rincones llenos de dulzura e inspirando a quienes se asoman a sus aguas, tal y como le pasó a poetas como Ronsard o Balzac, o pintores como Maufra.
Salpicado por pequeños pueblos con encanto y pintorescos castillos, el Loir es un buen ejemplo de cómo el Renacimiento trasformó las antiguas fortalezas en lujosas viviendas vacacionales. Un lugar en el que el río dejó de ser una frontera que defender para convertirse en un elemento más del paisaje, como si de un ornamento más se tratase. Un total de 140 castillos y casas solariegas, que siguen siendo viviendas particulares todavía habitadas, se levantan junto a cuidados jardines luciendo su piedra de toba dorada y sus tejados de pizarra en una tierra llena de viñedos.
Lude, Baugé, Paty y Angers, cuatro castillos que no pasar por alto
Hubo un tiempo en el que los castillos del Loir tuvieron una importante función defensiva, pero eso queda ya muy atrás. Muchos fueron reconstruidos tras la guerra de los Cien Años en la segunda mitad del siglo XV y en el Renacimiento, y se convirtieron en lujosas viviendas palaciegas, llenas de confort y entretenimiento para descansar en vacaciones. Hoy, aunque la ruta de los castillos del Loir te podría llevar por más de un centenar de ellos, hay cuatro que deberías incluir en tu itinerario sí o sí.
El Castillo du Lude
Le Château du Lude tiene su origen en el siglo X y es uno de los pocos grandes castillos de la región que sigue siendo habitado por la misma familia desde hace 260 años. Es un excelente ejemplo de cuatro siglos de arquitectura francesa, y de cómo una construcción defensiva se convirtió durante el Renacimiento y el neoclasicismo en una elegante vivienda. Es conocido por sus jardines y su laberinto y, a principios de junio, celebra su particular ‘Fiesta de los Jardineros’ desde hace ya más de 25 años. Consta de seis torres, se rodea por un foso seco y, en su interior, el paso de los siglos ha dejado diferentes estilos de decoración en sus estancias, entre las que llaman la atención la biblioteca y el estudio renacentistas, pintadas por la escuela de Rafael.
El Castillo de Baugé
Baugé apareció a principios del siglo XI cuando Foulques III Nerra hizo construir una fortaleza para asegurar el este de su territorio, pero de aquello no queda ni rastro. Fue reconstruido, pero la guerra de los Cien Años acabó con él y el actual castillo se construyó entre 1454 y 1465 por encargo de René I de Anjou en estilo prerrenacentista. Fue también hospital en el siglo XVII y es famoso tanto por la gran variedad de flores que se cultivan en él como por su interior, donde vivimos un auténtico viaje en el tiempo. Su botica está catalogada como Monumento Histórico y es considerada una de las más bellas de Francia, pues en ella se conservan más de 650 frascos y cajas con contenidos tan misteriosos como extraños, donde encontramos ni más ni menos que sangre de dragón.
El Castillo du Paty
Pequeño y coqueto, el castillo du Paty se construyó rodeado por fosos de agua que perduran en la actualidad. Se levantó a mediados del siglo XI sobre un terrón feudal y lo que vemos hoy nos muestra una arquitectura excepcional y armoniosa de los siglos XIV-XVI rodeada por jardines de estilo inglés. A su alrededor, la vegetación lo inunda todo y su arboleda es uno de sus principales atractivos. Tanto es así que podemos encontrar árboles centenarios, como tilos y plátanos de sombra, entre los que destaca un ejemplar traído de América de 250 años, 7 metros de diámetro y 40 metros de altura. Todo un ejemplo viviente de las modas de aquella época de esplendor.
El Castillo de Angers
La ciudad de Angers hace de puerta de entrada al Valle del Loir y su castillo, monumental como pocos, va un paso más allá en majestuosidad y tamaño. Se encuentra en el centro histórico de la ciudad, fue construido en el siglo XIII por Saint-Louis, más tarde ocupado por los Duques de Anjou, y con sus 17 torres defensivas es una de las fortalezas medievales más impresionantes de Occidente. En él se conserva el Tapiz del Apocalipsis, el que es considerado el mayor conjunto de tapices medievales del mundo. Fue un encargo del duque Luis I de Anjou y aún podemos ver 100 metros de los 140 que llegó a medir. Se realizó durante la guerra de los Cien Años, representa el Apocalipsis de San Juan y es un excelente testimonio del contexto histórico, social y político de finales del siglo XIV.
Vinos y viñedos a golpe de pedal
El Valle del Loir es también tierra de viñas y aquí Jasnières, una denominación de origen controlada, es la que tiene la palabra. Se da en un pequeño viñedo de apenas 65 hectáreas que se extiende en las laderas calcáreas de la orilla derecha del río Loir, y el propio Enrique IV fue un gran amante de este vino blanco y seco. Varias bodegas abren sus puertas para explicar su elaboración, como Domaines de Cézin, La Gaudinière, Les Maisons Rouges, La Roche bleue, La Raderie o también Domaine Lelais, en la que Francie, Claire y Guillaume ofrecen visitas a sus bodegas subterráneas.
Si, además, quieres añadir un poco de actividad a tu paso por el Loir y te apetece pedalear un poco, te gustará saber que entre Saint-Éman y Angers existe una ruta llamada La Vallée du Loir à Veló que nos lleva a través de viñedos, huertos y pueblos pintorescos por diferentes itinerarios que llegan a sumar 320 km por los que pedalear tranquilamente mientras disfrutamos del ambiente y el ritmo campestre.