Siete destinos europeos cómodos y entretenidos para viajar con niños
Partiendo de la base de que cada familia es un mundo y que la forma de viajar que funciona para unos no tiene por qué hacerlo para otros, es indudable que hay destinos y destinos. Y cuando de viajar con niños se trata, no todos son iguales. Viajar con pequeños no solo requiere una preparación especial, sino también tener en cuenta unas características muy determinadas en el momento de escoger el lugar al que queremos ir.
Por lo general, cuando se viaja con niños pequeños los adultos al cargo suelen elegir destinos cómodos, manejables, tranquilos y seguros, pero también lo suficientemente entretenidos como para que el viaje resulte de su interés. Ya sabemos que, cuando es necesario, ninguna pinacoteca ni ninguna catedral puede anteponerse a un buen parque lleno de toboganes, a un museo interactivo o a un paseo por el campo. Eso, y que las agendas apretadas no funcionan y es mejor dejar grandes márgenes de tiempo para los posibles imprevistos.
Sabiendo eso, siempre hay destinos más atractivos que otros a la hora de viajar con niños, sobre todo si además aún no tenemos mucha experiencia en ello. La suerte es que Europa es precisamente uno de los continentes más propicios para ello: no requiere largos desplazamientos para volver en caso de necesidad, tiene una oferta variada, tiene sistemas sanitarios que transmiten tranquilidad y muchas de sus ciudades tienen muy en cuenta además a los niños.
Nantes, la ciudad de Julio Verne
Quizás Nantes no suele encabezar las listas de destinos más visitados, pero si viajas con niños la cosa puede cambiar. Nantes es una ciudad fácilmente abarcable, cómoda para pasear y con transporte público gratuito durante los fines de semana.
Más allá de los planes culturales o artísticos que lleves apuntados, pues sus calles son una exposición permanente de arte contemporáneo, hay un lugar que no te puedes perder si vas con niños: Les Machines de l'île (las máquinas de la isla). Un lugar plagado de criaturas mecánicas que parecen tener vida, donde no falta un gran carrusel inspirado en los mundos marinos, una galería de animales-máquinas y un enorme elefante de 25 metros de altura que campa a sus anchas y nos transporta de un lado a otro.
A los más pequeños también les puede llamar la atención recorrer parte del Loira en barco, acercarse al Jardín Extraordinaire, visitar el Castillo de los duques de Bretaña o conocer de cerca a uno de los hijos pródigos de Nantes entrando en el Museo de Julio Verde para ver así hasta dónde llegaba la imaginación del escritor nantés.
Le Voyage Permanent, un itinerario que cuenta ya con más de 50 obras de arte repartidas por toda la ciudad y sus alrededores, se puede convertir también en un juego al seguir la línea verde que guía nuestros pasos por las aceras. Y si queremos más, a una hora en coche está el parque temático Puy du Fou, algo realmente distinto a todo lo demás.
Bruselas y Europa en pequeñito
Aunque la podamos considerar la capital de la Unión Europea y eso nos lleve a pensar que se rodea de un aire muy institucional y aburrido, en realidad Bruselas es una gran ciudad a la que ir con niños. Obviamente hay que ir a ver al Menneken Pis, su famoso “niño meón”, también a la Janneke Pis, la menos conocida “niña meona”, e incluso al Zinneke Pis, el “perro meón”. Pero Bruselas es también la ciudad europea del cómic y de esta tierra salieron personajes como Tintín, Los Pitufos o Lucky Luke, de manera que se puede realizar una ruta del cómic que nos lleva de mural en mural por la ciudad.
Otra de las imágenes más conocidas de Bruselas es el Atomium, y es que en el parque de Heysel tenemos la oportunidad de adentrarnos en un átomo de tamaño XXL. Si queremos sentirnos tan grandes como él, muy cerca tenemos Mini Europe, donde una representación en miniatura de los países de la UE nos hará sentirnos auténticos gigantes. Además, el Museo de Ciencias Naturales de Bruselas, con su colección de fósiles de dinosaurios, o el Museo de los Niños, repleto de actividades, pueden ser planes infalibles para cualquier momento.
Malta, de La Valeta a Popeye
Malta es una pequeña isla de ambiente tranquilo en la que es fácil disfrutar si viajamos con niños. La Valeta es una de las capitales más bonitas de Europa y su historia, formada por los Caballeros de San Juan, puede ser llamativa para los más pequeños. Es una ciudad fortificada y el Saluting Battery, con el aspecto original del s.XIX, ocho cañones, artillería, un polvorín y un pequeño museo, dispara cada día a las 12:00h y a las 16:00h una salva de cañón.
Y si seguimos con maneras diferentes de contar la historia, en la localidad de Vittoriosa es posible asistir a In Guardia, una recreación donde podemos ver un pequeño desfile e inspección de los caballeros de la Orden de Malta.
Para buscar algo realmente pintoresco y llamativo para los niños tenemos el Popeye Village, el pueblo de Popeye. En 1979 se construyeron aquí los decorados para la película Popeye, protagonizada por Robin Williams, y una vez acabado el rodaje todo el montaje se transformó en el parque temático que es hoy. Tras tomarnos algún que otro bote de espinacas, los más curiosos también encontrarán el Centro Interactivo de Ciencias de Esplora, donde los visitantes de todas las edades puedan dar rienda suelta a su curiosidad e imaginación científica.
Berlín, ¡vivan sus parques!
Berlín le sonará a muchos a ciudad de grandes y serios museos, a su Muro y a luchas políticas, y aunque quizá todo eso tenga poco que ver con los niños, lo cierto es que la capital alemana es fantástica para viajar en familia.
La ciudad es famosa por sus parques infantiles, repartidos por toda la ciudad, originales, creativos y de diversa inspiración: Robin Hood, dragones, piratas, arbolados con agua y areneros… Un poco de todo. Y eso, cuando paseamos una ciudad tan monumental, es de agradecer. Además, hay espacios alternativos y didácticos como el Labyrinth Kindermuseum repletos de espectáculos, cuentacuentos y exposiciones.
Pero Berlín es una ciudad que no se acaba nunca y, como capital de un país de fuerte industrialización, siempre puede ser interesante visitar el Museo Alemán de la Tecnología. Así como también el Museo de Historia Natural, pues tiene salas capaces de despertar hasta al interés más perezoso. Si seguimos con museos nunca hay que dejar de lado el Museo del Espionaje, que va desde la antigüedad hasta nuestros días. Y ojo al FEZ, pues aunque esté a una hora de la ciudad es considerado el centro para familias más grande de Europa y ofrece un sin fin de actividades para todas las edades.
Ámsterdam y sus canales
Ámsterdam es famosa por muchas cosas. El barrio rojo, Ana Frank, la cerveza, los brown-coffee… Aunque todo esto no tenga nada que ver con los niños, también es una buena ciudad a la que ir en familia. Los canales son sin duda una de sus principales cartas de presentación y recorrerlos en barco de un lado a otro puede ser muy curioso para los más pequeños. Pero ojo al ir por las aceras porque a veces las barandillas brillan por su ausencia.
Para moverse por Ámsterdam en familia puede ser divertido alquilar una bicicleta de carga, en la que los niños pueden ir en su propia canasta frente al que pedalea, pues la ciudad está repleta de carriles bici y el tráfico está totalmente acostumbrado a los ciclistas. Así podemos llegar hasta por ejemplo el Museo de Ciencia NEMO, que puede suponer todo un reto de aprendizaje para los más curiosos.
Si vas en verano y aprieta el calor encontrarás varios parques de agua en los que darse un chapuzón y, si hace falta espacio, Voldenpark es un enorme parque urbano lleno de actividad con varias zonas de juegos.
París, centro de ocio
Hay un París para cada tipo de viajero. Y si resulta que ese viajero tiene pocos años, la ciudad se adapta para darle justo lo que necesita. Planes para hacer con niños hay de sobra, y aunque seguro que muchos disfrutarán visitando Notre Dame, el Louvre o el barrio de Montmartre, hay otros menos conocidos que pueden ser especialmente atractivos para ellos. Eso sí, subir a lo más alto de la Torre Eiffel es algo que le encanta a cualquiera, se tenga la edad que se tenga.
Como ocurre en otras ciudades, el Museo de Historia Natural de París siempre es una apuesta segura, al igual que también lo es aquí el centro Pompidou, repleto de actividades para niños. Hay jardines con parques en los que la diversión está asegurada, como los Jardines de las Tullerías, los Jardines de Luxemburgo o el Jardín Des Halles o de Nelson Mandela. Y por supuesto, París es el epicentro de las familias europeas porque su oferta de parques temáticos es de las mejores del continente, con Disneyland París o el Parque Asterix.
Viena, museos para todos
Viena suena a vals, a óperas, a edificios monumentales y a fiestas de época pomposas. Pero al igual que es una ciudad llena de atractivos para los adultos, también lo puede ser para los más pequeños. Viena es una ciudad tremendamente agradable para pasear y con una red de tranvías que facilita mucho las cosas, sobre todo si te mueves con niños. Los palacios son una de las principales señas de identidad de Viena, pero más allá de por su tremendo lujo, te llamará la atención el Museo Infantil del palacio de Schönbrunn, pensado para aprender jugando y tocando.
Una vez más, el Museo de Historia Natural de Viena merece una visita, sobre todo si en el grupo hay pequeños amantes de los dinosaurios, y dada la naturaleza de la ciudad, también puede ser muy recomendable visitar la Casa de la Música, tremendamente interactivo. Si lo que se busca es quemar adrenalina, el Prater presume de ser el parque de atracciones más antiguo del mundo. Y si nuestro viaje es en invierno, entonces la ciudad está repleta de preciosos y bucólicos mercadillos de navidad, algunos especialmente orientados a los más pequeños.