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Yemanjá, cuando Salvador de Bahía venera a su reina del mar

Las danzas y cantos rituales marcan el ritmo en la playa de Rio Vermelho.

Roberto Ruiz

Brasil es tan grande que es como viajar a varios países a la vez, su historia le hace contar con una enorme diversidad cultural y estados como el de Bahía son un perfecto ejemplo de ello.

Su capital, Salvador de Bahía, fue la primera capital del Brasil colonial, esa época en la que los esclavos traídos de África llegaban por miles y con ellos sus creencias, sus religiones y sus tradiciones, y no hay que retroceder siglos atrás para conocerlas. Basta con presenciar algunas de sus festividades más arraigadas, como la veneración de Yemanjá, la reina del mar, que se celebra cada año en esta ciudad el día 2 de febrero.

Inmersión en el Brasil más africano

En la época colonial Salvador de Bahía se convirtió en la principal receptora de población africana, tanto que históricamente se la conocía como la “Roma Negra” al ser considerada la ciudad con mayor porcentaje de negros fuera de África. Hoy, varios siglos después, su cultura sigue viva dejándose ver en sus creencias, su música, su danza, sus trajes, su comida, su alegría y sus celebraciones. ¿Por ejemplo? La capoeira, el sonido de los tambores o el olor del aceite de palma, sin ir más lejos.

Con esta presencia africana llegaron religiones como el candomblé, con el culto a los orishas, o la umbanda, derivada de otras corrientes, y con ellas sus deidades y sus veneraciones. Ahora, a pesar del dominio cristiano mantenido durante siglos, los herederos de aquella cultura siguen dando forma a Salvador de Bahía como el triunfo de la población afroamericana en Brasil. Y no tienes más que darte un paseo por sus calles para comprobarlo.

Yemanjá: protectora del mar, la familia y la fertilidad

Yemanjá (pero también Yemayá o Jemanjá, depende de dónde, o incluso Ináe, Marabó o Janaína) es una orisha puramente africana también venerada en zonas de Sudamérica, Caribe y Estados Unidos, áreas no por casualidad receptoras de numerosa población africana durante el colonialismo. Yemanjá es la reina del mar, la que representa la fertilidad de las mujeres y la que protege a la familia. La que vela por el hogar y también por los marineros y pescadores que se adentran en el mar.

En Brasil hasta el siglo XIX su representación era la de una figura africana pero no tardó en entremezclarse con la de una sirena europea, de piel blanca, pues el sincretismo fue inevitable. Eso sí, representada muchas veces en actitud seductora y sugerente, pues también existe la creencia de que cuando desea a un marinero lo atrae al fondo del mar con sus encantos para más tarde poseerlo cuando le plazca.

No te lo pierdas: Salvador de Bahía el 2 de febrero

El 2 de febrero es el gran día. La fecha no es casualidad, sino que el sincretismo con la religión católica ha hecho coincidir esta celebración con el de la Virgen de la Candelaria, manera con la que consiguió esquivar la prohibición que durante siglos persiguió el culto de otras religiones.

Todo empieza antes del amanecer, la ciudad de Salvador de Bahía despierta con otro aroma y es que en la Praia do Rio Vermelho las flores empiezan a concentrarse. Madruga y sal a la calle temprano, más tarde quizá no puedas ni caminar y los rituales de celebración comienzan con las primeras luces.

Miles de personas se congregan en la playa, la multitud viste de blanco y el azul también tiene su protagonismo. Sobre la arena hay cantos, danzas y oraciones. Las voces, las palmas y los tambores marcan el ritmo y los bailes, saltos y giros llevan a más de uno hasta el trance. Los rituales tienen siglos de antigüedad y su intensidad está a flor de piel.

Yemanjá es mar y en él se realizan las ofrendas. Flores, velas, perfumes y frutas son las preferidas, ya sean depositadas directamente en el agua o en pequeños barquitos con los que se pueden alcanzar aguas más profundas. Ofrendas individuales, en familia o en comunidad, todas se envían a la divinidad para contar con su respaldo y protección, pidiendo hijos o dando las gracias por los frutos del mar. Incluso los pescadores recogen ofrendas, ellos serán los encargados de adentrarse en el mar para acercárselas a Yemanjá al final de la tarde y nadie quiere perder la oportunidad de contar con mensajeros que lleven sus flores a la orisha.

Entre ceremonias y baños rituales en la playa pasan las horas, la fiesta se prolonga y llega la noche. Y así, durante todo un día de celebración, los bahianos habrán venerado un año más a Yemanjá, su reina del mar.

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