Una visita al Palacio da Pena de Sintra sin salir de tu casa
La diversidad de palacios, castillos y fortalezas que podemos encontrar en Portugal es abrumadora, pero si hay alguno que sobresalga sobre todos los demás, aunque sea por su ubicación y su llamativo colorido, ese es sin duda el Palacio da Pena, en Sintra. Este palacio mandado construir por el rey Fernando II en 1836 impresiona tanto por fuera como por dentro y su riqueza histórica hizo que fuera declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995 junto al paisaje cultural de Sintra.
Poco más de 40 minutos de coche separan el Palacio da Pena de Lisboa, pero entre que podemos ir y no a descubrirlo en vivo y en directo siempre tenemos la posibilidad de recibir una primera y generosa aproximación a sus encantos de manera virtual, de forma gratuita y desde el sofá de casa. Una experiencia con la que descubrir esta maravilla arquitectónica que bien merece una visita en persona en cuanto sea posible.
Un palacio en las alturas
No, el Palacio da Pena no es un palacio triste precisamente, sino que su nombre le viene de estar ubicado sobre una “peña”, un escarpado cerro peñascoso que lo sitúa en las alturas de la sierra de Sintra. Fue uno de los preferidos por la familia real portuguesa durante el siglo XIX y es uno de los mejores ejemplos del estilo romántico portugués de dicho siglo. En su lugar se levantó en 1511 un monasterio de la Orden de San Jerónimo pero el terremoto de 1755 lo dejó gravemente dañado y quedó deshabitado desde 1834. Cuando el príncipe Fernando II quiso construir aquí un palacio en 1836 apenas quedaba un edificio ruinoso.
La mezcla de estilos es tremenda, verás neogótico, neomanuelino, neoislámico y neorrenacentista, y es que todo lo exótico fascinaba a las mentes más cercanas al romanticismo de influencia alemana de la época. Las antiguas celdas de los frailes se convirtieron en grandes salas con espectaculares bóvedas, y en 1843 el rey decidió ampliarlo añadiendo un Palacio Nuevo con salas aún mayores. De hecho los llamativos colores del conjunto permiten diferenciar ambas construcciones: rosa viejo para el Palacio Viejo y ocre para el Palacio Nuevo.
Si la rica decoración interior de cada una de sus estancias parece superar tus expectativas tampoco hay que dejar de lado el Parque de la Pena, ya que tan importante como el propio palacio fue su ajardinamiento. Con árboles y plantas provenientes de todo el mundo, con caminos sinuosos y bancos de piedra en los que descansar en plena naturaleza, se completa un conjunto que con razón fue declarado Monumento Nacional portugués en 1910.
El Palacio da Pena al completo desde tu pantalla
El Palacio da Pena es para muchos un lugar de obligada visita cuando se está en Lisboa, pero si quieres tener una buena idea sobre qué es y cómo es puedes hacerlo desde casa a través de una pantalla y una conexión a Internet. La plataforma 360Portugal ofrece la posibilidad de conocer de manera virtual un gran número de lugares de interés del país luso y recorrer gran parte de su patrimonio cultural y natural, con ciudades, fortalezas, arquitectura religiosa y palacios, entre los que evidentemente no podía faltar el Palacio da Pena.
Comenzamos la visita virtual con una vista aérea general del Palacio da Pena desde la que podemos situar los doce enclaves elegidos del recorrido, y a través de fotografías de 360º podremos adentrarnos en las estancias, patios y terrazas más destacadas del palacio. En cada una de ellas, además de poder mirar a nuestro alrededor, ampliar y reducir la imagen e incluso seleccionar una vista con gran angular, tenemos la posibilidad de mostrar un desplegable informativo (en portugués) con el que conocer todos los detalles de lo que estamos viendo en ese momento. En todo momento tenemos acceso al resto de panorámicas para continuar nuestra visita virtual por el resto del palacio.
La primera parada la podemos hacer en la capilla del antiguo convento de Nossa Senhora da Pena, con su bóveda ojival y sus azulejos del siglo XVI. Hay que dedicarle unos minutos tanto al retablo de mármol y alabastro como a la vidriera de la ventana neogótica. Seguimos por la cocina real, la mayor que había en el palacio. De aquí salían los banquetes que se servían en la Sala de los Venados y alberga numerosos utensilios originales. La siguiente parada es el Claustro Manuelino, parte original del antiguo monasterio del siglo XVI y completamente revestido por azulejos hispano-árabes. Más adelante pasó a tener función de distribuidor dando acceso a las alcobas reales.
Entramos en la primera habitación real, los aposentos de la reina Amélia que antes había ocupado el rey Fernando. La decoración mudéjar y los lujosos muebles de madera no dejan espacio aquí para la sencillez. Salimos de nuevo al exterior para pasar por el Patio do Tritão, el acceso principal al palacio, y observar sobre el arco la figura mitológica del hijo de Poseidón. Llegamos a la Sala Indiana, también conocida como la Sala del Humo. Es la primera gran sala del Palacio Nuevo y deja ver el gusto por el arte mudéjar con su decoración simétrica y entrelazada. Los muebles indianos fueron adquiridos en 1940.
En el comedor todo está listo para disfrutar de un gran festín, es el antiguo refectorio de los monjes jerónimos y fue adaptado a comedor privado de la familia real por Fernando II. La Sala Árabe tenemos que verla desde fuera, pero eso no impide que podamos admirar la arquitectura mudéjar y la decoración de 1854. Pasamos al Salón Noble, remodelado en 1865 y que fue inicialmente diseñado para servir como Sala de los Embajadores. Si salimos a la terraza de la cocina tendremos la oportunidad de disfrutar de las fantásticas vistas del palacio, igual que desde la terraza norte y la terraza de la reina, la más bonita de todas al ser la más elevada. Con semejante panorámica, como verás no lleva ese nombre por casualidad precisamente.
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