Carta abierta a Màxim Huerta
Me voy a permitir tutearte, Màxim, porque es lo que habría hecho si te hubiera conocido antes de que fueras ministro. De hecho, quizás hayamos coincidido, pues compartimos varias amistades, pero tengo mala memoria. Con el respeto debido a tu nuevo cargo, me permito tutearte porque considero que no hay que cambiar ante alguien solo porque le haya sido encomendada una tarea de responsabilidad para la comunidad. Tú tampoco deberías cambiar por ello. Al contrario, deberías valorar que te hayan elegido por ser tú, por ser quien has sido, por lo que representan las acciones y expresiones de tu trayectoria. Por el hecho de ocupar un sillón tan prestigioso, tú no deberías tener tan mala memoria como para olvidarte de quién eres.
Cuando las redes ardieron ante tu nombramiento, pues muchas personas cuestionaron tu perfil para el cargo, yo salí en tu defensa. Me pareció, y así lo hice público, que, más allá de otros méritos, solo por el hecho de que fueras antitaurino ya eras la mejor elección. Simplemente porque la tortura taurina depende, aunque sea un insulto a la inteligencia y a los tiempos, del Ministerio de Cultura al que ahora sirves y para el que vas a trabajar desde la máxima competencia. Ahí, a la cabeza del Ministerio de Cultura, ser o no ser antitaurino supone entender o no la cultura, no solo como el conjunto de costumbres y comportamientos que se dan en una sociedad (con independencia de que sean moralmente reprobables), sino como el cultivo de la creación, de las artes y el saber, del desarrollo intelectual de la sociedad y de las más edificantes “maneras de vivir juntos” (el entrecomillado procede de la definición de cultura recogida por la UNESCO). La cultura es un proceso evolutivo que va cambiando con la época y del que se espera que, civilizador, nos haga mejores. Que la tauromaquia sea un hecho que forma parte de la historia de nuestra cultura, entendida como conjunto de costumbres y comportamientos, no significa que la historia no pueda, y deba, cambiar. De hecho, así llegará a ser. En el siglo XXI no debe concebirse una cultura de violencia. Por tanto, no debieras haber incluido la tauromaquia al decir que eres “ministro de todas las culturas”, cuando te preguntaron sobre el tema en la entrevista que te hicieron el sábado en La Sexta Noche. En el siglo XXI solo debe admitirse y fomentarse la cultura de paz.
Es un tema muy grave, Màxim, tú lo sabes y así lo has manifestado públicamente antes de ser ministro. Es muy grave porque hay víctimas de esa violencia, unas víctimas que sufren espantosamente y que tú has dejado fuera de esas “distintas sensibilidades” que metiste en el mismo saco: la de quienes torturan y matan animales y la de quienes los defienden. La única sensibilidad a la que no te referiste, como señaló después en plató Ignacio Escolar, fue la de los toros ejecutados. Tampoco a la sensibilidad de los caballos que obligan a intervenir en ese espectáculo de la barbarie (lo contrario a cultura) que son las corridas de toros. Ni a los becerros, vaquillas, novillos que persiguen, abrasan, ensogan, ciegan, golpean, arrastran, aterrorizan en los festejos populares de la tauromaquia.
Que no se hubiera mojado con el tema un ministro que nunca se hubiera significado al respecto podría tener un cierto sentido, pero que eche balones fuera alguien como tú, que incluso ha roto una lanza pública contra el Toro de la Vega, no tiene un pase. Solo se explica porque hayas cedido a las presiones del propio partido que te ha encumbrado, un PSOE que nunca ha reconocido la violencia consustancial a la tauromaquia, que ha relegado siempre la gravedad de los hechos a una cuestión de gustos personales, cuya presidenta de Andalucía es asidua a la tortura y que incluso ha incorporado al más alto nivel de este Gobierno a una ultra taurina como es Carmen Calvo. Quizá la propia vicepresidenta te ha parado los pies. Quizá te has asustado porque el mundillo del toreo reaccionó de inmediato a tu nombramiento, a través de la Fundación Toro de Lidia y de los matadores Fran Rivera y el Juli (ya ves que digo matadores, como ellos mismos se definen, y no asesinos, que dices que no te gusta, aunque estoy segura de que no se te escapa la similitud entre ambos términos), un mundillo al que tú te dirigiste diciéndole que no has venido a “causar ninguna polémica”, que “no se asusten”.
Muchas personas celebramos tu llegada al Ministerio de Cultura porque eras antitaurino. Ahora lo que dices es que no eres “aficionado”. Como escritor que eres, conoces el valor de las palabras y de sus matices, y sin duda eres consciente de lo que significa ese giro en el lenguaje. Yo no soy aficionada al baloncesto, pero no soy antibaloncesto. Sé que me entiendes. Además has reducido un asunto moral, que te honraba, a una cuestión de “gustos”. La tortura y la muerte de los animales no pueden reducirse a gustos, como el fútbol o el tenis de Rafa Nadal. Lo sabes. Y ningún cargo merece traicionar esa verdad. Ser fiel en cualquier circunstancia a los valores de justicia que has defendido es una cuestión de honor. Es más, ser fiel a esos valores cuando estás en una situación de privilegio que puede enfrentar la injusticia es una obligación no solo moral sino también política. Un ministro, el primero.
No era tan ingenua como para pensar que con tu llegada al Ministerio de Cultura fueras a abolir la tauromaquia el primer día. Sé que la prohibición total no está en la agenda del PSOE (aunque debe ser el objetivo, tal como tú mismo escribiste en 2010 cuando se prohibieron las corridas de toros en Catalunya: “Ahora van muchos con lo de ”prohibido prohibir“; como si estuviéramos en el mayo'68. Más allá del tema toros, hay cosas que toca prohibir”). Sé que el PSOE aún carga con esa deuda moral. Pero sí hay decisiones que tú puedes ir tomando, Màxim, en lugar de tender con los torturadores esos “puentes” que anunciaste. Puedes, por ejemplo, desactivar el Plan Estratégico Nacional de Fomento y Protección de la Tauromaquia-PENTAURO que nos impusieron tu predecesor Wert y el lobby taurino, aprobado por el pleno de la Comisión Nacional de Asuntos Taurinos en 2013 para la regulación de la tauromaquia como Patrimonio Cultural. Puedes dejar de conceder a toreros la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Puedes eliminar o dejar desierto el Premio Nacional de Tauromaquia.
Con ello avanzaríamos en la correcta dirección moral, la de la abolición, al dejar de fomentar, premiar y subvencionar esas infames prácticas (la tauromaquia sobrevive por los millones de euros que recibe del dinero público, a los que hay que añadir las partidas económicas opacas o disimuladas). Si tuvieras la coherencia y la valentía de combatir, ahora con las herramientas más poderosas, la crueldad que tan noblemente has combatido con tus tuits y tu imagen mediática, no solo te harías justicia a ti mismo y, claro, a los animales, sino a esa inmensa mayoría de la sociedad que ya rechaza la tauromaquia. Lo reflejan todas las estadísticas, por más que la aritmética del PSOE se equivoque en las cuentas. Pero además, Màxim, harías historia de la buena, de la que construye una cultura mejor. Historia como la que hizo el PSOE cuando Zapatero aprobó el matrimonio igualitario. Historia de la que no se olvida. Tú que puedes, Màxim, recuérdaselo al PSOE. Y no admitas presiones. No olvides quién eras. Espero que no sea tarde.