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Condena ejemplar del patriarcado a las mujeres

Uno de los carteles en la concentración en apoyo a la víctima de Sanfermines / Ricardo Yebra

Violeta Assiego

La mujer está para lo que está y el hombre, ya sabemos, que para disfrutar. Él puede saciar su deseo con todo aquello que le dé placer, y la mujer, a todo esto, solo le sirve para saciar su sed. Él es libre. Las mujeres estamos aquí para él. La sociedad le refuerza y las resoluciones judiciales también. La libertad es cosa de hombres y la libertad sexual también. Para él imponer no es violencia ni intimidación, los hombres son así, siempre han sido así.  

La condena de 9 años de prisión a 'la manada' podría calificarse de escandalosa (que lo es) si no fuera porque esta Justicia, machista y patriarcal, es la que lleva desde hace más de 10 años juzgando la violencia de género a regañadientes, sin entender que en sus manos está no solo nuestra integridad y seguridad (la de las mujeres) sino la de toda la sociedad. La condena de hoy me atraviesa de arriba abajo, pero en realidad es un fiel retrato del sistema machista que nos domina y que naturaliza las violencias de cada día. Un sistema que refuerza el rol dominador del hombre mientras detesta el feminismo que cuestiona sus pilares, sus conceptos y sus violencias.

Con su sentencia la Audiencia Provincial de Navarra acaba de avalar la cultura de la violación. Calificar de abuso sexual los hechos de aquel San Fermín maldito es reclamar a la víctima (de esta y otras manadas) que pruebe que hubo violencia e intimidación. La Audiencia Provincial de Navarra absuelve a La Manada del delito de agresión sexual porque descarta que, en los hechos, se haya empleado violencia e intimidación. ¿Por qué? Porque la mujer, la denunciante, no aclaró cómo fue ese uso de la violencia y solo se limitó –según dice la sentencia- a decir “me hicieron algo que yo no quería hacer” y solo uso una vez el verbo obligar cuando dijo: “es que no sé ni cuántos de ellos me obligaron a hacerles una felación”.

Con este argumento, el tribunal está causando un daño que va más allá del que se ha hecho y se hace a una chavala de apenas veinte años a fecha de hoy. Su comprensión del género y de la sexualidad, de lo que es violencia o no, es lo que hace redactar una sentencia así. Su capacidad para juzgar las violencias sexuales, al igual que la de tantos otros juzgados, está condicionada por un concepto de violencia que no ve a la mujer. Esta condena nos daña a todas, a nuestras hijas, hermanas, madres, hermanas, novias, abuelas… porque con esta sentencia se naturaliza la violencia sexual.

Para este tribunal agredir sexualmente en grupo a una chica de 18 años en un portal, difundir el vídeo, mofarse de los hechos, presumir de ellos, enaltecerse del uso de violencia contra ella… no es violencia. Esta sentencia lanza un mensaje patriarcal que reproduce el esquema que justifica que el hombre puede hacer y deshacer sobre la mujer, un sistema que le reconoce como dueño de su sexualidad y de la de la mujer, un sistema que legitima dominación dentro de una relación porque entiende que eso no es obligar a pesar de que la mujer no lo quería hacer.  

Da miedo pensar qué tendrán en la cabeza los tres magistrados que han juzgado a los cinco hombres de La Manada para decir que no ha resultada probada la violencia e intimidación. Su interpretación patriarcal de en qué consisten estas pone los pelos de punta y nos deja completamente indefensas ante la acción de la justicia, que no ante la vida.

Hoy se nos condena a las mujeres por un error de conceptualización, porque lo que para una mujer es violencia para la Audiencia Provincial de Navarra, no. Para este tribunal, la víctima no dejó claro que fue obligada y la fiscal no lo probó. El discurso patriarcal vuelve a ganar, la culpa es de la mujer. Hoy más que nunca vamos a dejar claro lo que es violencia contra la mujer y lo que no lo es y para ello no usaremos sus reglas ni su mirada ni sus palabras ni sus clichés, porque de lo contrario a “los malos” les volverán a absolver.  

Hoy es un día para salir a las calles a reclamar nuestra libertad sexual, para gritar que nos dejen de juzgar y para decirle al poder patriarcal que no nos diga lo que tenemos que decir. Aquella noche hubo violencia e intimidación.

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