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El secreto mejor guardado de Felipe VI

El Rey preside el Día de las Fuerzas Armadas, su despedida como jefe supremo militar

Raquel Ejerique

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La democracia le debe mucho al rey Juan Carlos, según hemos aprendido desde pequeños en los libros de historia y hagiografías televisivas que se hacen cada aniversario del 23F. Algunos historiadores y escritores tan cercanos a la Casa Real como Pilar Urbano también han evidenciado en algunos de sus libros que fue uno de los grandes conspiradores para que cayera Adolfo Suárez, pero eso queda en el baúl de los recuerdos malolientes de la Transición. Durante años hemos preferido lucir, como broche de aquella época, la épica de un monarca ordenando el cese de un golpe de Estado por televisión.

Con el paso del tiempo, y han tenido que pasar 50 años, acabamos por saber que el rey emérito también le debe algo a la democracia, ya que ha sido capaz de acumular y recibir dinero durante ella a través de dos fundaciones offshore en la que aparece como beneficiario. Todas aquellas fotos con jeques, tantos amigos monarcas absolutos, tanta juerga y tanta campechanía que quizás tenían una cara b menos lucida y que se está investigando por lo judicial.

No ha sido España, ni el Congreso, ni su propio hijo los que hayan denunciado o judicializado las posibles irregularidades, aunque este domingo Felipe VI pretendiera colgarse la medalla de la transparencia. Han sido la Fiscalía de Suiza y el periodismo los que han acabado por desentramar que Juan Carlos I aparece en dos fundaciones, una suiza y otra panameña. La Fiscalía suiza investiga si el monarca recibió 100 millones en comisiones por la construcción del AVE a La Meca y luego desvió 65 a Corinna Larsen. Nada que ver con labores de estado ni ser “nuestro mejor embajador”, sino el suyo propio.

Junto a él -después de él, que para eso los borbones son muy disciplinados y dinásticos- aparece como beneficiario en esas dos fundaciones el rey Felipe VI. En un comunicado insólito que pretende deshacer cualquier responsabilidad del hijo, una tarea difícil si tenemos en cuenta que el derecho de trono va por procreación y que el actual monarca conocía la situación hace un año, la Casa Real viene a decir que avisó a las “autoridades competentes” en 2019. Obviamente, esas autoridades o no se tomaron al rey muy en serio, algo poco probable, o justamente se les informó con la idea de que no saliera a la luz, como así ha sucedido hasta que el periódico británico The Telegraph lo ha publicado y la fiscalía suiza ha avanzado en la investigación.

Si un español, no cualquiera sino el jefe de Estado, sospecha de la posible comisión de un delito, como su propio comunicado sugiere, debe denunciarlo y debió hacerlo con contundencia en 2019 o al menos sacarlo a la luz pública cuando lo conoció, si lo que pretendía era dejar claro que él no tenía nada que ver en el asunto. Pero teniendo en cuenta que es su padre (otra vez la sangre interponiéndose a la transparencia) podemos ser humanos y benévolos y pensar que se dejó llevar por el respeto filial. Sin embargo, tampoco encaja que en 2020 no sepa que además de ser beneficiario en una sociedad panameña, lo es también en la fundación Zagatka, constituida en Liechtenstein: ha tenido un año para averiguarlo o preguntar a su padre. Al final se lo ha tenido que recordar con un papel oficial OKdiario.

Un año es demasiado tiempo para mantener un secreto de esa envergadura: que su padre presuntamente manejaba y gastaba dinero de paraísos fiscales, mucho más del que le asignaron durante 40 años los españoles a través de los Presupuestos Generales del Estado.

El comunicado de Felipe VI es mejor que no decir nada, pero se apunta a la fiesta cuando un país extranjero está tirando de la manta y cuando un medio británico ya tiene los papeles y los ha publicado. Es difícil no concluir que la intención de nuestro rey era que no se conociera o se conociera lo más tarde posible, cuando fuera irremediable, como demuestra que lo haya confirmado solo después de hacerse público. Este comportamiento es incompatible con la idea de transparencia y dignidad con la que arranca el preámbulo del comunicado. Es lo que pasa cuando mezclas familia y trabajo, que casi siempre yerras. Si mezclas reyes y jefatura del Estado, la transparencia y la rendición de cuentas salta por la ventana.

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