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Otra animalada

Pablo Casado, líder del Partido Popular.

Javier Pérez Royo

La previsión intelectual es previa a la ejecución material. Esto es lo que nos distingue a los seres humanos de los demás individuos del reino animal. Los seres humanos, a diferencia de los animales, somos pobres en instintos. Y lo somos cada vez más conforme hemos ido avanzando en el proceso civilizatorio. El cerebro, la capacidad de anticipar intelectualmente el contenido de nuestra acción, compensa sobradamente nuestra indigencia instintiva.

Enseñar a pensar antes de actuar es en lo que consiste el proceso educativo del ser humano. Desde la fase preescolar hasta la universitaria. El profesorado tiene que enseñar y el alumnado tiene que aprender que hay que pensar antes de actuar. En aprender a desconfiar de nuestro instinto animal, recurriendo a nuestra capacidad intelectual, es en lo que consiste el proceso de aprendizaje. No completar adecuadamente dicho proceso, supone quedarnos en la genérica condición animal, renunciando a nuestra específica condición política, de animal político, que es la que nos constituye como seres humanos.

La política supone el establecimiento de límites para hacer posible la libertad. En el reino de la naturaleza no existe la libertad. Existen el azar y la necesidad, pero no la libertad. La libertad sólo existe en la sociedades humanas y sólo existe porque nos ponemos límites a nosotros mismos para hacer posible la convivencia. El límite es el elemento constitutivo de la libertad, que en la vida en sociedad no es más que ejercicio de la autonomía personal con el límite de la voluntad general, de la ley.

Esto es lo que Pablo Casado debería haber aprendido, si no hubiera hecho trampas en su proceso de formación. El resultado salta a la vista. No solamente actúa sin analizar previamente cuál es el resultado de la acción que va a emprender, sino que reacciona ante el fracaso de su primera acción de la misma manera, dando razón al refrán de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.

No se entiende que el PP recurriera ante la Junta Electoral Central (JEC) la presencia de Carles Puigdemont en la lista correspondiente a las elecciones al Parlamento Europeo. Es verdad que la JEC le dio la razón y lo excluyó. Pero no lo es menos, que con posterioridad el Ministerio Fiscal se manifestó en contra de dicha decisión, que el Tribunal Supremo lo hizo a continuación y que el juez que ha resuelto el contencioso-electoral ha anulado la decisión de la JEC.

Este domingo, es decir, el mismo día que se tuvo conocimiento de la decisión del contencioso-electoral, Pablo Casado anunció a bote pronto la interposición de un recurso de amparo contra la misma. Fue de nuevo una reacción instintiva, que no pasó por el análisis intelectual previo. Y si el primer recurso ante la JEC fue un error, ya que dicho recurso carecía de cualquier plausible fundamentación jurídica, volver a interponer otro recurso, y ahora de amparo, ante el Tribunal Constitucional, es mucho más que un error.

El recurso de amparo lo hubiera podido interponer Carles Puigdemont, en el caso de que en el contencioso-electoral se hubiera confirmado la decisión de la JEC. Hubiera podido recurrir al entender que se veía vulnerado en el ejercicio del derecho fundamental de participación política reconocido en el artículo 23 de la Constitución Española (CE). Así lo prevé expresamente la Ley Orgánica de Régimen Electoral General, desarrollando la Constitución. Para eso es para lo que está el recurso de amparo en nuestro ordenamiento.

El recurso de amparo está para defender y no para castigar. No se puede interponer un recurso de amparo con el argumento de que el juez de lo contencioso-electoral debería haber castigado a Carles Puigdemont, impidiéndole presentarse a las elecciones al Parlamento Europeo, y no lo ha hecho. No se le puede pedir al Tribunal Constitucional que castigue, porque el poder judicial no lo ha hecho.

Esto forma parte del abecé de la Justicia Constitucional. Es inconcebible que alguien que aspira a ser presidente del Gobierno haga una exhibición tan impúdica de ignorancia en una materia como esta.

Acabo como empecé: los seres humanos nos constituimos como seres humanos por pensar antes de actuar, por evitar hacer animaladas.

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