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Del género manipulador

Autobús del grupo ultracatólico HazteOír

Elisa Beni

“Con la ideología de género el hombre pretende librarse incluso de las exigencias de su propio cuerpo, se considera un ser autónomo que se construye a sí mismo y se convierte en un dios para sí mismo”

Joseph Aloisius Ratzinger. Benedicto XVI

Han conseguido instalar en los medios y en las redes un debate falso y viejo. Ese es su éxito y nuestro error. El ansia por el poder de algunos ha permitido que un concepto vacuo y falso inventado por los ultras católicos y avalado por el Vaticano más reaccionario se convierta en parte del debate público en España, cuando no tiene nada que ver con la realidad social de este país. Así quieren, poco a poco, llevarnos hacia su objetivo que no es otro que la teocracia. O de cómo el neofascismo -español, latinoamericano, polaco- tiene un componente ultra católico que se mantiene oculto y que no podemos menos que denunciar.

La ideología de género no existe. La ideología de género es el nombre que el Vaticano y los ayatolás del catolicismo le dieron a todos aquellos avances en materia de mujeres y de minorías que no les gustaban porque, según afirman, contradicen sus principios normativos sobre la familia tradicional y el papel de la mujer en la misma. Las primeras reacciones ultramontanas de los católicos ultras surgieron a raíz de las conclusiones de la Conferencia de Pekín de 1995 auspiciada por Naciones Unidas. Ahí nació esa bestia negra que, según ellos, se denomina ideología de género y que ha venido para destruir al hombre porque “la ideología de género es la rebelión de la criatura contra su propia condición de criatura”, en palabras de Benedicto XVI aunque todo lo empezó Juan Pablo II y de esas fuentes bebieron los Legionarios, los kikos, los opusinos y hasta los de esa secta secreta llamada El Yunque que ha sido acusada por ex miembros de Vox de financiarlos. Una maldita “ideología de género” por la que criminalizan también a la ONU y a todas sus agencias.

No me invento nada. Buceen en internet. Verán claramente que sólo mencionan este término las organizaciones y agencias de prensa y páginas web más carcundiamente ultra ortodoxas. De esas fuentes han bebido largamente no sólo muchos miembros de Vox sino también muchos financiadores de Vox. No nos enfrentamos a un peligro ignoto sino que, a poco que escarbemos, nos daremos cuenta de que hablamos de los mismos. En Latinoamérica el fenómeno es ya profundo y ha afectado a muchos países. Esta nueva involución religiosa argumenta que los valores tradicionales se están perdiendo frente a lo que llaman ideología de género. Esta supuesta ideología engloba todo lo que odian y se opone a sus dogmas: el movimiento feminista y el rol igualitario de la mujer, los derechos reproductivos, el matrimonio igualitario y todo lo demás. No tengan la menor duda, primero vinieron a por las mujeres pero luego irán a por el aborto, el divorcio, el matrimonio entre personas del mismo sexo y todo lo demás. Lo de siempre. Por eso no sorprende que ciertos sectores del Partido Popular, tan próximos a Aznar, tengan poco prurito en tontear con esto.Va en sus genes. ¿Quién era la de las manzanas y las peras? Pues eso. Casado juega en terreno tan sagrado como Abascal y ahí encuentran la bendición de la Virgen y del Cristo más autoritarios: los que visten fajas de general y mantos falangistas, los que quieren una sociedad a la imagen de sus creencias. Los fundamentalistas. Ahí, Ciudadanos juega en un terreno mucho más resbaladizo. Como ya dijo un contertulio católico, Juan Manuel de Prada, Ciudadanos es de derechas de cintura para arriba, bolsillo incluido, y de izquierdas de cintura para abajo. Toda esta reversión de las libertades ganadas al rodillo de la Iglesia y sus palios para dictador no van mucho con su electorado. Por ahí, también tendrán problemas. No hay tal debate.

La sociedad española ha estado y sigue estando mayoritariamente estremecida por la crueldad de los crímenes machistas. Hace unos meses tan sólo estábamos hablando de cómo mejorar e incrementar la protección de las mujeres y de cómo implementar las medidas que faltan del suscrito Convenio de Estambul. ¿Es que desde el ocho de marzo hasta ahora la sociedad española ha cambiado? No, rotundamente no. La maquina del fango y de la manipulación está colando un falso debate que no cuajó cuando Hazte Oír -organización que no es nada ajena a todo lo que les cuento- sacó su maldito autobús. Es todo el mismo cuento y todo la misma milonga. La única diferencia es que ahora, un partido al que han votado un puñado de gentes, de las que un 70% son hombres que no saben reubicarse en una sociedad de iguales para la que no creen tener las habilidades suficientes despojados de sus privilegios de machos, tiene la llave de una autonomía y hay gente dispuesta a todo por rozar alfombra. Ni Andalucía, con un 43% de abstención,en gran parte de izquierda, ni España tienen nada que ver con esta banda de talibanes católicos que no son sino una anécdota en nuestra sociedad. Pero, ¡ojo!, porque han aprendido a publicitarse y a emboscar sus verdaderos y casposos objetivos y a utilizar las más novedosas técnicas de manipulación y mentira para lograr sus objetivos. En ese sentido son más modernos y han descubierto cómo no tendrán nada que hacer y por qué rendija pueden colarse.

No me cabe la menor duda de que las mujeres estamos llamadas a pararles los pies, en las calles y en las urnas. Deberían acompañarnos todas las gentes de bien porque los enemigos de la inventada “ideología de género” son también los enemigos de los derechos de las minorías y de una mayoría como la de las mujeres. No son la Iglesia de la humanidad y del hermano sino la iglesia del cinturón de castidad y del fuego y del miedo y de la imposición. Deberían acompañarnos todos que verán cómo sus derechos pasan a formar parte de esa involución hacia un Estado cada vez más teocrático. Eso sí, no darán la cara. Han aprendido de los mejores. Ahora manipularan al que se deje y se venderán como la modernidad. El ocho de marzo cae bastante antes de las elecciones. Espero que nos tengan enfrente.

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