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¿Qué haría otro presidente que no fuera Sánchez?

Los expresidentes Rajoy y Aznar

José Sanclemente

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Me suelo hacer esta pregunta en esta situación crítica, con centenares de muertos diarios y nuevos miles de contagiados en un panorama de inactividad económica que obliga a dotar de recursos muy costosos, para paliar el desastre social en el que estamos inmersos.

Seguramente cualquier otro presidente, que no fuera Sánchez, también tendría en cuenta la opinión de los expertos científicos, que abogaron en su momento por el confinamiento y aconsejarán en los próximos días las fórmulas de “desescalado” para que el virus no cause todavía más estragos. Pero la decisión de volver a la normalidad no es de los científicos, es del presidente. Ni siquiera lo es de los gobernantes autonómicos, ni de Europa. Es solo de Sánchez, que con los mimbres que le ofrecen los dictámenes científicos, sin resolver, sobre cómo se comportará hipotéticamente este virus post confinamiento tiene que tomar una decisión.

No son solo los científicos los que dan su parecer, también están los empresarios que exigen reabrir la actividad económica y algunos medios de comunicación que sugieren que si el presidente de Bankia o el de Zara hubieran manejado esta crisis quizás nos hubiera ido mucho mejor; aparte de lo que opina la oposición de derechas, que está más unida en la crítica al gobierno que en las medidas que hay que adoptar para sacarnos de esta.

Me queda claro que un presidente como Rajoy hace tiempo que nos hubiera “desconfinado”, de hecho el fue uno de los primeros que salió a la calle para hacer ejercicio, saltándose el decreto de Estado de Alarma, o el expresidente Aznar que nos hubiera permitido viajar a las segundas residencias puesto que él se marchó a Marbella en cuanto el virus comenzó a causar estragos en Madrid. O si fuera presidente Abascal seguro que no estaría por el teletrabajo y todos acudiríamos a nuestras oficinas desde hace tiempo, porque predica que los diputados se reúnan físicamente en el Congreso. Todos ellos oirían a los científicos, pero más a los empresarios, incluso se apoyarían en algunos de ellos para que les importaran las mascarillas y los respiradores. Ya lo hicieron antes dándoles a empresas privadas la sanidad pública argumentando que sería menos gravosa para el erario, aunque ahora veamos que nos va a costar mucho más.

Pero Sánchez es un tozudo y quiere el mando único. Lo demostró en su lucha contra su propio partido y ahora, además, gobierna en coalición con los que no pondrán por delante de los científicos las presiones de los empresarios y las de algunos medios de comunicación.

Creo que vamos a vivir a partir de la próxima semana una escalada de críticas exacerbada al gobierno de coalición progresista, porque Sánchez no es Aznar ni Rajoy y no nos dejará salir de casa tan fácilmente. No dejará que se abran los bares, restaurantes y hoteles. Tampoco podremos entrar en las librerías ni en los cines y la mayoría de empresas funcionaran a medio gas y con muchas limitaciones. Los científicos no tienen buenas noticias, no suficientemente buenas para volver a la normalidad tan rápidamente.

Sánchez ha dejado salir a los niños a jugar en la calle en un radio de 1000 metros de sus casas. Las imágenes que he visto, eliminando decenas de fakes que me han llegado, son de alegría desbordada y de felicidad. Ojalá la acumulación de niños, padres y madres en los paseos no signifique un remonte en los contagios, porque es necesario que, aparte de a los científicos, Sánchez y su gobierno escuchen también a la gente que está encerrada en sus casas.

Es una tremenda responsabilidad que le puede pasar factura en un futuro a su gobierno, pero parece que no quiere rehuirla. Ojalá no se equivoque. Lo estamos deseando lo mismo que si la hubiera tomado Aznar o Rajoy, porque nos va en ello la vida.

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