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¿Reparar los crímenes del colonialismo? Portugal abre la puerta, pero el Gobierno conservador se opone

El presidente Marcelo Rebelo de Sousa (derecha) y el primer ministro Luís Montenegro (izquierda, arriba) en el Parlamento de Portugal durante la sesión por el 50º aniversario de la Revolución de los Claveles.

Ruben Martins

Lisboa —

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Una cena con corresponsales extranjeros acreditados originó la polémica política que alimentó la semana en la que Lisboa celebraba el 50º aniversario la Revolución de los Claveles, un levantamiento militar que precisamente tenía como uno de sus principales objetivos la descolonización de los territorios africanos ocupados por Portugal.

El presidente de la República, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, admitió en aquel encuentro que Portugal debe “pagar los costes” por los daños del periodo colonial, entre otras cosas, porque “reconocer el pasado y responsabilizarse de él era más importante que pedir perdón”. Se trata de un debate adormecido en la sociedad portuguesa desde que el Ejecutivo socialista comenzó a preparar, en diciembre de 2022, el inventario de los bienes culturales originarios de las antiguas colonias para su eventual devolución, pero la lista no se ha finalizado.

Las declaraciones del jefe de Estado, que no precisó cómo se llevaría a cabo esta reparación histórica, han provocado una discusión nacional y la oposición del Gobierno del mismo signo político, que no ha visto con buenos ojos sus palabras y ha asegurado que no iniciará “ningún proceso” en este sentido.

En su encuentro con la prensa internacional el pasado 21 de abril, el presidente luso quiso abrir la puerta al reconocimiento de que la colonización portuguesa causó daños en los países que la sufrieron, contrariamente a una visión benévola de la historia. La imagen del “buen colonizador” se impuso durante el régimen dictatorial que gobernó el país entre 1933 y 1974 y en las escuelas se enseñaba que el colonialismo portugués era “suave”, a diferencia de la realidad de otros colonizadores. Pero el país tiene un pasado colonial asociado a la esclavitud. Durante varios siglos, los portugueses sometieron a los pueblos africanos bajo su dominio y lideraron el comercio de esclavos en el Atlántico, con millones de personas secuestradas, transportadas a la fuerza y luego vendidas, principalmente en Brasil.

Tras estallar la polémica, el presidente de la República explicó, el pasado sábado, lo que entiende por “reparación histórica”. Para Rebelo de Sousa, Portugal debe asumir “la responsabilidad de lo que hubo de malo y de bueno en el imperio”, sacando consecuencias de las “masacres” y tratando de entender “la cuestión de los bienes patrimoniales”, para devolver las obras a las antiguas colonias. El presidente de la República afirma que este proceso no tiene por qué pasar necesariamente por “pagar una indemnización”, poniendo como ejemplo otras formas de reparación como el “perdón de la deuda” o un “estatuto de movilidad” más favorable.

La postura del presidente portugués fue bien recibida en los territorios que estuvieron bajo ocupación portuguesa, especialmente en Brasil. Para la ministra brasileña de Igualdad Racial, Anielle Franco, se trata de “una evolución en el debate” que “debe ir seguida de acciones concretas”. En la misma línea, el Gobierno de la nación isleña africana Santo Tomé y Príncipe ha anunciado que va a elaborar un plan para negociar reparaciones con Portugal, añadiendo que el proceso llevará tiempo.

Este tipo de medidas han sido apoyadas por el alto comisionado de derechos humanos de la ONU, que se ha sumado a los países que reclaman reparaciones por la esclavitud y la colonización. “En materia de reparaciones, debemos entrar por fin en una nueva era. Los gobiernos deben dar un paso adelante para mostrar un verdadero liderazgo con compromisos genuinos para pasar rápidamente de las palabras a los hechos que aborden adecuadamente los errores del pasado”, dijo Türk el mes pasado en el Foro Permanente sobre los Afrodescendientes.

El Gobierno rechaza las reparaciones

Pero en casa no tardaron en surgir las críticas de quienes consideran que Rebelo de Sousa habló del asunto a la ligera, sin que haya intención alguna por parte del Gobierno de compensar a las antiguas colonias. En declaraciones a la agencia Reuters, Paula Cardoso, fundadora de la plataforma Afrolink para profesionales negros en el país, ha asegurado que las declaraciones del jefe de Estado son “simbólicas” pero importantes, ya que ponen el tema sobre la mesa. “(Pero) me hubiera gustado oír algo más concreto del presidente. Para tener algún impacto, estas reflexiones tienen que ir acompañadas de medidas y compromisos”, dice Cardoso, quien cree que las reparaciones y las políticas públicas para combatir las desigualdades causadas por el pasado de Portugal son esenciales.

El programa del primer ministro Luís Montenegro no incluye ninguna ninguna propuesta en este sentido. De hecho, en una declaración enviada a los periodistas el sábado, el Gobierno conservador afirmó que sigue “la misma línea que los gobiernos anteriores” en lo que se refiere a las reparaciones por el pasado colonial y que no se plantea “ningún proceso o programa de acciones” en este ámbito. Este fue el primer momento claro de tensión entre el nuevo Gobierno y el presidente de la República, que comparten color político.

El partido más pequeño de la coalición de Gobierno, el democristiano CDS, aprovechó su intervención en la sesión conmemorativa de la revolución del 25 de abril para criticar al presidente al que apoyó. Su líder parlamentario, Paulo Núncio, dijo no aceptar “polémicas históricas ni deberes de reparación”, ya que “la historia es la historia y nuestro deber es con el futuro”.

El líder del partido de extrema derecha Chega, André Ventura, también criticó a Rebelo de Sousa, hablando de una “traición al pueblo portugués”. Chega obligará al Parlamento a votar si condena o no las palabras del presidente y garantiza que, “si hay alguna indemnización que sirva de reparación histórica”, presentará una moción de censura contra el Gobierno.

Las críticas también llegaron desde otros frentes: los socialistas afirmaron que tratar este tipo de asuntos en declaraciones informales es “faltar al respeto a la historia”. Los comunistas, por su parte, prefirieron decir que “hay acontecimientos en la historia que no pueden olvidarse”, pero que el camino a seguir “pasa por la cooperación con los países africanos de lengua portuguesa”.

El presidente de la República se ha visto envuelto en diferentes polémicas. En la misma cena con corresponsales internacionales, Rebelo de Sousa dijo que el primer ministro Montenegro tenía un “comportamiento rural” y que el anterior (António Costa) era “lento” porque era “oriental”, creando una ola general de repudio por estas declaraciones que obligaron al presidente de la República a justificarse. Rebelo de Sousa dijo también que había dejado de hablar con su hijo tras las supuestas sospechas de que había favorecido el tratamiento médico, valorado en cuatro millones de euros, de dos gemelas luso-brasileñas en un hospital público de Portugal. Hay sospechas de trato de favor, motivado por presiones del hijo del presidente, amigo de la familia de las gemelas.

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