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Montánchez, el pueblo que tumbó un megaproyecto eólico y ahora democratiza su energía

José Miguel Senso es uno de los vecinos que estuvieron en la movilización contra el megaproyecto eólico en Montánchez.

Jairo Marcos y Ana Muñoz

Montánchez (Extremadura) —

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José Miguel Senso alza la vista desde el cerro del castillo almohade de Montánchez. La mirada se pierde en la panorámica de 360 grados de la campiña extremeña en la que destaca el perfil, a lo lejos, de Cáceres y Trujillo. Este paisaje, recuerda, iba a estar repleto de aerogeneradores. Pero este municipio de casi 1.500 habitantes consiguió tumbar el megaproyecto eólico por la vía judicial. Y sus vecinos le han dado la vuelta al conflicto sin renunciar al modelo energético renovable: han creado una comunidad para instalar fotovoltaica sobre los tejados de los edificios públicos.

En Montánchez, más o menos, todos se conocen. Pero el de Senso es uno de los rostros más famosos del pueblo y se nota: se pasa la mañana repartiendo saludos. Él es uno de los que encabezó la lucha contra los aerogeneradores y también de la nueva comunidad de energía. Ahora es vocal del consejo rector de la cooperativa, la fórmula elegida por las familias.

“Queremos producir y consumir energía renovable para recobrar el control sobre este bien básico y ser una alternativa a las grandes eléctricas”, subrayan Lorena Torres y Publio Galán, vicepresidenta y el asesor jurídico voluntario de En Verde, el colectivo que acompaña el proceso emprendido por las vecinas y los vecinos de Montánchez.

Elegir una de esas comunidades energéticas en un territorio como este significa, además, dar un revolcón al destino que les tenía reservado un modelo que genera mucha resistencia en la España menos poblada, por su impacto en el territorio y las pocas ventajas que genera para sus habitantes.

Según los últimos datos de Red Eléctrica, la producción de electricidad de Extremadura (26.251 GWh) supera en más del 560% su demanda, es decir, esta comunidad autónoma solo consume el 19% de la energía que produce. “Si hay un sector en el que se manifiesta de forma más palmaria la condición de Extremadura como colonia interior es el de la energía. Los recursos propios de la comunidad son explotados, pero no repercuten en la comunidad”, escribe Manuel Cañada en El libro del agua. Así secan Extremadura.

La contestación social, vehiculada a través de la plataforma cívica Sierra de Montánchez Natura, resultó clave para el desenlace final del megaproyecto energético. El 86% de los habitantes del municipio rechazó en 2019 los aerogeneradores en una consulta popular que al final definió la postura del consistorio. Tres años después, la Junta de Extremadura tumbó los cinco primeros postes, al considerar que causaban daños “permanentes e irreversibles”. Las fichas fueron cayendo una tras otra, dando al traste con un gran proyecto comarcal que desde Montánchez iba hasta la vecina localidad de Ibahernando, en forma de pequeños parques eólicos para aparentar un menor impacto.

“Era el mismo proyecto, pero fracturado en varios”, resume Senso, quien desvela cómo las diferentes empresas han intentado ganarse la confianza de la gente: “Nos ofrecieron una granja de cocodrilos y empleo para todos, después nos regalaban una comunidad energética. ¡Para eso la hacemos nosotros!”.

Su comunidad energética arrancará con una potencia total instalada de algo menos de 300 kilovatios. Se trata de placas solares repartidas en tres cubiertas públicas que el Ayuntamiento sacará a concurso en los próximos días. “Tenemos los estudios económicos y toda la información suficiente para aprovechar las cubiertas municipales en favor de esa comunidad energética”, confirma Joaquim Plana, el alcalde.

Las dos superficies mayores son el polideportivo y un teatro, con cerca de 100 kilovatios cada una, la máxima potencia permitida por instalación para las comunidades energéticas. La tercera es el centro médico. Más adelante podrán sumarse nuevas localizaciones, en función del interés.

De momento, las instalaciones abastecerán a unos 70 vecinos, la mayoría hogares familiares, además de algún pequeño negocio. El presupuesto asciende a 200.000 euros, una cantidad que, sin subvención alguna de momento, cubrirán los miembros en función de su consumo.

Hace apenas unos días tuvo lugar el reparto de la potencia y de los costes entre los socios y las socias. “Para después de verano estaremos funcionando”, prevé el presidente de la comunidad de energía, Miguel Ángel Caballero. Falta, eso sí, que Iberdrola –la empresa distribuidora de la zona– conceda la conexión.

 

Este reportaje forma parte de una investigación desarrollada con el apoyo de JournalismFund Europe

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