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Carta abierta de una ministra: 21 millones de celebraciones

Trabajadores de la construcción.

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Me dirijo a ustedes en el 134 aniversario de la primera Fiesta del Trabajo en España. Una fecha fundamental para mí como ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, pero también como la sindicalista, autónoma y mujer trabajadora que he sido a lo largo de toda mi carrera profesional. Una fecha que también me toca en lo personal, pues el 1 de mayo de hace 14 años tuve la suerte y la casualidad de encontrar a quien hoy comparte mi proyecto de vida. Un aniversario especial, como verán, desde muchas perspectivas y, por encima de todas ellas, la de política comprometida con los derechos laborales.

Corría el año 1889 cuando, en los albores de la Revolución Industrial, la ciudadanía se manifestó por primera vez con reivindicaciones tan fundamentales como dedicarle un tiempo tasado al trabajo que fuera equiparable al de descanso y al de disfrute. Más de un centenar de años después, seguimos perfeccionando aquellas demandas a la vez que ponemos sobre la mesa nuevos debates sobre los que urge reflexionar.

La carta del presidente Pedro Sánchez nos dio la oportunidad de plantearnos qué permitir y qué no en el entorno laboral. El ejercicio profesional, máxime si se desarrolla en la esfera pública, debe regirse por unas reglas mínimas de juego limpio, lealtad y transparencia. Es importante parar y seguir reflexionando sobre los nuevos desafíos del trabajo. En el ámbito que me compete, me niego a pensar que llegará el día en que derribar al contrario con ataques personales, mentiras y acoso al entorno familiar sea el modus operandi de la política y el ejercicio de la democracia.

En cambio, ansío el día en el que seamos capaces de valorar y enorgullecernos por los hitos que hoy celebramos. Hitos que, por extraordinarios que parezcan, están transformando nuestro mercado de trabajo gracias a las políticas adecuadas. Los 21 millones de afiliados son mucho más que un número. En España nos cuesta celebrar las grandes cifras macroeconómicas, por eso es mucho más fácil pensar en ellas como 21 millones de nóminas y de personas, de las cuales 10 millones son mujeres. Hoy, son 21 millones de celebraciones, porque no hay mayor garantía de protección social. 

Estos datos no son de un Gobierno, son de un país, y deben servirnos de orgullo.

Cada vez que una mujer se suma al mercado laboral y reducimos la brecha de género –con 2,8 puntos por encima en la base de cotización– es un éxito de país. Cada vez que una persona firma un contrato indefinido –el 87% de los contratos lo son– y cada vez que lo hace uno de nuestros jóvenes –entre quienes la temporalidad se ha reducido 33,6 puntos respecto a antes de la pandemia– es un éxito de país. Cada vez que un talento senior decide alargar su vida laboral de forma voluntaria –gracias a que por fin hemos equiparado la edad de jubilación real a la legal– es un éxito de país. Tenemos motivos para estar orgullosos.

¿Eso significa que nos vamos a conformar? En absoluto, porque el orgullo no es complacencia. Tenemos retos por delante: la OIT advertía hace unos días que el cambio climático expone a “graves riesgos” al 70,9% de los trabajadores del mundo. 

La migración es otro de los grandes desafíos globales, pero yo prefiero verla como una oportunidad. Según estimaciones de la Comisión Europea, la AiRef, el Fondo Monetario Internacional y los datos que manejamos en la Seguridad Social, España necesita del orden de 200.000 a 250.000 trabajadores migrantes al año hasta 2050 para sostener su Estado del Bienestar.

Actualmente, los trabajadores extranjeros suman casi 2,8 millones en España, los cuales suponen el 13,2% del total de afiliados. Y, fuera de bulos y falsos prejuicios, representan un balance netamente positivo en el sostenimiento de nuestro sistema púbico: el 10% de los ingresos de la Seguridad Social proviene de trabajadores migrantes, mientras que representan apenas el 1% del gasto.

El futuro de las migraciones lo estamos construyendo ahora. España es un país de acogida con una larga tradición de solidaridad con aquellos que buscan un futuro mejor, como hace no tanto lo hicieron otros países con nuestros antepasados. La desmemoria es el mayor peligro de nuestra democracia, pero hemos demostrado estar a la altura y que esta es la senda correcta.

También lo fue concebir el Ingreso Mínimo Vital como una prestación viva y compatible con el empleo. El Incentivo al Empleo, que entró en vigor el 1 de enero del 2023, ya ha sido aprovechado por 100.000 familias y su evidencia científica demuestra que está siendo un verdadero estímulo para que los beneficiarios del IMV estén más abiertos al mercado laboral.

En definitiva, y por acabar con un mensaje de confianza, España es un país fuerte, con una sociedad vibrante y un enorme potencial. Tenemos las herramientas y el talento para construir un futuro en el que el empleo sea el eje de una sociedad más igualitaria, inclusiva y justa. 

Feliz Día del Trabajo a los más de 21 millones de trabajadores y trabajadoras. Feliz Día del Trabajo a los más de 10 millones de pensionistas que un día también lo fueron. Celebremos los éxitos alcanzados.

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