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Castellfollit de la Roca: el pueblo medieval que resiste sobre un acantilado basáltico

Castellfollit de la Roca (La Garrotxa).

Roberto Ruiz

La comarca de la Garrotxa, en el corazón de Girona, está llena de sorpresas. Y no solo por sus formaciones volcánicas o por su frondosa naturaleza que lo cubre todo de espesos bosques, sino porque además está salpicada por multitud de pueblos de encanto medieval. Besalú, Sant Joan de les Fonts o Santa Pau son un buen ejemplo de ello, pero si hay uno que se lleva la palma por su espectacular ubicación ese es sin duda Castellfollit de la Roca.

Desde lo alto de un risco basáltico de 50 metros de altura y casi un kilómetro de longitud, Castellfollit de la Roca resiste en las alturas haciendo equilibrio sobre los ríos Fluvià y Turonell, ofreciendo unas vistas privilegiadas sobre el verde paraje que lo rodea. Como uno de los más llamativos ejemplos de adaptación urbanística al terreno, este sorprendente pueblo no podría ser mejor puerta de entrada al Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa.

La historia de Castellfollit de la Roca nos lleva a la Edad Media, cuando fue fundado como una pequeña aldea fortificada, aunque de sus murallas poco queda ya. Su emplazamiento estratégico sobre una enorme pared vertical, conocida como la Cinglera de Castellfollit, fue una importante defensa natural contra las posibles invasiones y hoy es responsable de regalarnos una de las imágenes más peculiares de la región. 

Un viaje en el tiempo desde las alturas

Castellfollit de la Roca hay que disfrutarlo desde fuera, para contemplarlo en todo su esplendor, pero también desde dentro para conocer la arquitectura única que ha provocado su ubicación. Su barrio viejo se sitúa sobre dos coladas de lava superpuestas y el recorrido que nos lleva por sus estrechas y empedradas calles podría comenzar en la plaza de Catalunya, construida hace pocos años, para desde ahí encaminarnos hacia la zona más antigua del pueblo. A nuestro paso iremos dejando fachadas formadas por rocas volcánicas de la comarca, lo que nos permite familiarizarnos con la arquitectura tradicional de la época. 

Tomando como referencia la calle Mayor podemos atravesar la localidad de punta a punta, desde la entrada del casco viejo hasta el mirador de Josep Pla, el encargado de asomarnos al vacío desde la punta final de este enorme promontorio rocoso, y desde donde podremos apreciar las montañas, los valles y las formaciones volcánicas que conforman este paisaje único. Hasta 1961 en este extremo se encontraba el cementerio del pueblo, pero entonces fue clausurado y trasladado.

Junto al mirador encontramos la antigua iglesia de Sant Salvador, del siglo XIII, afectada por un terremoto en el siglo XV y destruida durante la Guerra Civil. Una vez terminada la Guerra se decidió construir una nueva iglesia en la parte nueva del pueblo y abandonar el antiguo edificio, que hoy en día ofrece funciones de sala de exposiciones temporales. 

Algo alejado ya del casco antiguo, si llegamos al ayuntamiento, daremos con la Torre del Reloj, una de las construcciones de referencia del pueblo conocida por la Font de Sant Roc, la imagen de este santo (San Roque), el escudo de la población y su fácilmente reconocible reloj, encargado de marcar el ritmo de Castellfollit.

Museos fuera de lo común

En Castellfollit de la Roca vamos a encontrar un par de museos que se salen un poco de lo común pero que puede ser interesante visitar. Uno de ellos es el Museo del Embutido. Fue inaugurado en 1993 y ofrece una exposición permanente sobre la historia de la conservación de la carne. Aquí podremos ver diferentes herramientas empleadas a lo largo de los últimos 150 años, maquinaria antigua y fotografías que nos harán viajar en el tiempo. La entrada al museo es gratuita y se puede disfrutar de una pequeña degustación de los productos más típicos.

Y contrastando con un tema tan de la región como es el del embutido, la otra propuesta que encontramos en Castellfollit es la del Museo de Vietnam. Aunque parezca mentira, en este pequeño pueblo de la Garrotxa encontramos desde 2003 un espacio dedicado a la Guerra de Vietnam en el que se recoge una amplia muestra de material que los Estados Unidos y los países aliados utilizaron durante la guerra. Hay fotografías hechas por los propios soldados, documentos personales, mapas, banderas, vestimentas militares y todo tipo de objetos relacionados con uno de los conflictos bélicos más conocidos de la historia.

Un paseo por los alrededores

Igual que resulta interesante conocer Castellfollit desde dentro también es más que necesario darnos un paseo por los alrededores, cubiertos de huertos que aprovechan antiguas y fértiles terrazas fluviales. Los ríos Fluvià y Turonell son los encargados de flanquear la Cinglera de Castellfollit y es desde sus inmediaciones donde mejor podemos apreciar la grandeza basáltica que lleva a este pequeño pueblo hasta las alturas. 

Uno de los mejores puntos para observar Castellfollit en toda su grandiosidad es la pasarela de madera que cruza el río Fluvià. Si la cruzamos vemos que el camino continúa atravesando huertos separados por muros de piedra seca, pasa el Turonell por un pontarrón y asciende por el Camí Vell a través de una piedra empedrada hasta que llegamos a la puerta de la iglesia de Sant Salvador.

Planes cerca de Castellfollit

Estando donde estamos no podemos más que aprovechar para conocer el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa. En toda la península ibérica no daremos con otro entorno como este pues aquí encontramos hasta 40 conos volcánicos y más de 20 coladas de lava, por lo que visitarlo es como asistir a una clase de geología. Si buscamos estirar las piernas veremos que contamos con una amplia variedad de senderos para todos los gustos y niveles, en su mayoría señalizados para que no haya pérdida posible. 

Si quieres conocer en persona algunos de sus volcanes más representativos pásate por el de Montsacopa, en el cercano municipio de Olot, por el de Croscat, con forma de herradura y totalmente cubierto de vegetación, por el de Rocanegra, al que se puede ascender a pie desde Santa Pau, y por supuesto por el volcán Santa Margarida, el más conocido y visitado de toda la Garrotxa.

Pero si además de naturaleza quieres añadir cultura a tu viaje recuerda que desde Castellfollit estás al lado de Besalú, el que sin duda es uno de los pueblos medievales más bonitos de toda España, no muy lejos de Santa Pau, presidido por el castillo de la Baronía, y muy cerca también de Sant Joan de les Fonts, declarado Bien Cultural de Interés Nacional desde 1972.

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