CCOO exhibe unidad en Euskadi y elige a Santi Martínez como nuevo secretario general por unanimidad

Santi Martínez es el nuevo secretario general de CCOO en Euskadi por abrumadora mayoría. El 100% de los delegados que han votado, 171, le han dado su apoyo, sin votos en contra ni abstenciones, ratificando la unidad a la que ha llegado el sindicato que ha pilotado Loli García en los últimos ocho años. Es una mayoría que auguraba poco antes en su discurso el secretario general de CCOO, Unai Sordo, precisamente exlíder en Euskadi. Martínez ha asumido el mando del sindicato defendiendo la negociación colectiva, el sindicalismo feminista , cargando contra una patronal “absentista” y también mandado un recado directo a ELA, aunque sin nombrarlo. “Nosotros no somos como esos que no son capaces de aceptar el resultado de una asamblea”, ha apuntado.
Antes de las votaciones, el secretario general de CCOO, Unai Sordo, se ha mostrado convencido del sindicato puede llegar a ser hegemónico en Euskadi, “porque la situación ha cambiado mucho en los últimos años y para bien”, ha indicado, refiriéndose al nuevo clima político. No obstante, ha advertido de que “hay que tener muy claro con quien se compite” porque el sindicato mayoritario, por ELA, “se organiza como se organiza y con una eficacia demostrada durante muchos años”, ha señalado, llamado a “desplegarse como organización para tratar de afrontar ese reto, ese desafío” para llegar a los que no están ahora sindicados.
En su primera intervención como secretario general, Martínez ha recogido el guante y ha apostado también por la necesidad de “desplegar” el sindicato en toda la vida de la gente, hacerse imprescindibles como un 'kit de emergencia vital', en lo laboral, pero también el lo prelaboral y en la etapa postlaboral. “Tenemos capacidad para construir un modelo propio que acerque el sindicato, que aproveche nuestra capilaridad organizativa, y que sea capaz de resignificar el sindicato para extenderlo, no sólo hacia los centros de trabajo, sino para que ocupe un espacio de centralidad en nuestras vidas”, ha indicado.
Martínez ha hecho una defensa de la negociación colectiva porque “la actuación de una patronal sin contrapeso es el sinónimo de la ausencia de democracia en las empresas”. “Esa es una posición estratégica del sindicalismo confederal que debemos vivir como un valor añadido ante posiciones inmovilistas, paralizadoras y absentistas de la negociación colectiva. Porque ese es el absentismo que nos preocupa. No el que denuncia una patronal que no sabe dónde está, si en la foto con Javier Milei o en la foto con la ministra de trabajo”, Ha criticado.en este sentido a la patronal que “practica el absentismo consciente, no participando en el acuerdo para lograr un salario mínimo de convenio, pero, en cambio, cuando hay convocatorias lideradas desde lo público para dotar de ayudas a las empresas, corren a ver cuánto les toca recibir esta vez”.
Ha criticado a la patronal, y también a las instituciones, por “participar del folclore de impostadas fotos de solidaridad institucionales cuando llegan las consecuencias traumáticas para la clase trabajadora”. En este sentido, se ha referido al conflicto de la Bridgestone, cuyos trabajadores votan precisamente si aceptar las condiciones del ERE. “Bridgnestone no es un photocall. Son 300 y pico familias cuyo sustento está en juego. Es otra empresa más que tiene beneficios y que quiere más a costa de cierres injustificados. Es parte de una comarca que merece menos fotos y un esfuerzo institucional eficaz para salvar el empleo y la industria”, ha recordado. “Nosotras estamos y queremos estar desde el principio porque tenemos mucho que aportar”, ha señalado. “No somos como esos revolucionarios de salón que no son capaces de aceptar el resultado de una asamblea” en clara alusión a ELA, que ya ha anunciado que votará en contra del ERE de esta empresa sea cual sea el resultado de la asamblea de trabajadores.
Su discurso ha tenido una parte dedicada a defender el sindicalismo feminista: “Nuestra acción sindical feminista es mucho más que una etiqueta, son nuestras convocatorias de huelgas en los sectores de cuidados, es nuestro crecimiento en afiliación y representación femenina, son los planes de igualdad que combaten las brechas entre hombres y mujeres, es nuestra mayor cobertura a las trabajadoras a través de la negociación colectiva sectorial, son la negociación y aplicación de los protocolos de prevención y tratamiento del acoso sexual y por razón de sexo, o es nuestra formación feminista para combatir los discurso de odio y al fascismo”, ha señalado. “Eso es feminismo sindical. Esta es nuestra respuesta a las estupideces de no sé qué energía masculina”, ha dicho en referencia a Mark Zuckerberg, el dueño de Facebook al que ha calificado de “estúpido” que entiende“ que la sociedad y las empresas se beneficiarían si se recuperara un poco más una cultura que celebre la agresión. Él lo llama la recuperación de la ”energía masculina“.
Martínez ha recordado desde el atril, que en todo momento ha estado vestido con un pañuelo palestino, a las víctimas de la tragedia de Gaza. Ha agradecido a sus compañeros el acompañamiento en su trayectoria que le ha llevado de la periferia al centro sindical, y ha tenido también un reconocimiento para su familia y los orígenes de sus padres. “Creo que es necesario reivindicar con orgullo que somos los hijos de los maquetos que incardinados en la clase trabajadora vasca, como parte de la misma, desde los cuidados, o desde la metalurgia, se han dejado la vida y los pulmones por este país y han contribuido a su desarrollo como el que más. La Euskadi de hoy no se entiende sin ellas y ellos como la Euskadi de mañana no se va a entender sin las personas que vienen de otros países para hacernos mejores”.
Junto a Santi Martínez se ha elegido una Ejecutiva de 12 miembros, de las que seis son nuevos y los demás provienen de la anterior ejecutiva. Los integrantes que repiten son Fran Osuna, Estibaliz Montero, Óscar Arenas, Jone Robledo y Alfonso Ríos. Las caras nuevas son Silvia Sánchez, Jon Herrera, Raquel Díaz, Juanjo López, Ana Isabel Sordo e Iñigo Garduño.
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