¿Podemos permitirnos nuestro estado social?
“Tendremos el Estado del Bienestar que podamos permitirnos”. Esta es la frase que, repetida hasta la saciedad, quiere intentar convencer a la ciudadanía de que España ha estado viviendo por encima de sus posibilidades.
Pero, ¿es esto cierto? La cuestión que se pone encima de la mesa, entonces, es determinar si el Estado del Bienestar que hemos construido en España es sostenible o desorbitado, y, si lo es, cuál sería el Estado del bienestar adecuado a nuestras posibilidades económicas.
Para ello, examinaremos la evolución del gasto social en España en los últimos años, y, como es habitual, lo pondremos en relación con nuestro entorno más próximo, esto es, la Unión Europea. Utilizaremos los datos oficiales de EUROSTAT, tanto en las series de protección social como en las series de gasto público. Estas series contabilizan el gasto en protección social y en salud, pero no los de educación, que, tradicionalmente en España, son considerados gasto social.
El Gasto social antes de la crisis: un estado social modesto
Entre el año 2000 y el año 2007, el gasto en protección social (excluyendo educación) en España se ha mantenido prácticamente invariable en términos de porcentaje del Producto Interior Bruto, alrededor del 20% del PIB, y menor que la media de la Eurozona para ese mismo período, que ha oscilado entre el 26 y el 27% del PIB.
Se podría argumentar que en España el gasto social ha sido menor que la media de la Eurozona debido a nuestra menor renta per cápita y, por lo tanto, a que España se encuentra en peor situación económica para sostener su gasto social. La realidad desmiente esta afirmación. De acuerdo con EUROSTAT, España ha convergido en términos de renta per capita muy rápidamente, hasta situarse, al inicio de la anterior década, por encima del 90% de la media de la Eurozona en términos nominales. Sin embargo, y aún con cierta convergencia, el gasto social per capita estuvo, hasta 2007 por debajo del 65% de la media de la Eurozona.
Este diferencial social con la Eurozona es debido a dos componentes: en primer lugar, a un menor peso del gasto social en la distribución del presupuesto público. En España, el gasto social ha representado, entre 2002 y 2007, entre un 51% y un 52% de todo el gasto público, mientras que la media de la eurozona para ese mismo período se situaba entre el 57% y el 58%. En segundo lugar, al menor tamaño del sector público español en relación con el tamaño medio del sector público de la Eurozona. El gasto público español entre 2002 y 2007 se situó entre el 38% y el 39% de nuestro PIB, mientras que la media de la eurozona se situaba, para esos años, entre el 48% de 2003 y el 46% de 2007.
La crisis y el descuadre de las cuentas públicas. Funcionan los estabilizadores automáticos.
Desde 2007, la crisis económica y financiera que asola el mundo y, especialmente a la eurozona, han desencadenado un proceso de ajuste de las cuentas públicas que se está cebando especialmente en el Estado del Bienestar. Para analizar este segundo período, utilizaremos las series de gasto público en protección social de EUROSTAT, que nos permitirán analizar los años 2007 a 2010.
Lo primero que se puede observar es el incremento del gasto público en protección social entre 2007 y 2010, que pasa del 20% al 24,6% del PIB.
Sin embargo, una buena parte del incremento se debe al aumento de las prestaciones por desempleo, que pasaron de significar el 1,6% del PIB en 2007 al 3,2% en 2010. El segundo gran incremento se debe a las transferencias de la Seguridad Social en pensiones, que pasó del 8,6% al 10,1% del PIB. En ambos casos (desempleo y seguridad social) se trata de lo que los economistas denominan “estabilizadores automáticos”, esto es, sistemas de transferencias que se reducen en situaciones de bonanza económica y que se expanden en situación de crisis.
De manera que, descontando el efecto de las prestaciones por desempleo y las pensiones, que, como hemos señalado tienen un componente automático de crecimiento, el gasto social discrecional –no sujeto a variaciones automáticas- en España entre 2007 y 2010 ha permanecido prácticamente estable.
¿Podemos permitirnos nuestro estado social?
Tras examinar nuestro gasto social, y observar su evolución antes y después de la crisis económica internacional, cabe preguntarse: ¿puede España sostener su estado del bienestar?
Para responder a esta pregunta nos basaremos en un análisis del gasto social del conjunto de la Unión Europea[1], tanto de la Eurozona como de los países que mantienen sus monedas, intentando explicar el gasto social per cápita como una función del PIB per cápita. Esto es, obteniendo la relación entre los recursos disponibles (PIB) y el uso (Gasto social). Para ello realizamos una regresión de corte transversal, eligiendo el año 2009 al ser el último año antes de los ajustes fiscales que se produjeron, en 2010, para toda la Unión Europea.
Como se puede observar en el gráfico, el gasto social europeo está muy directamente relacionado con el nivel de renta de cada país, obteniéndose una correlación muy alta (El coeficiente de determinación R=0,9793) entre el PIB per cápita y el gasto social per cápita. De esta alta correlación podemos concluir que el gasto en protección social en la Unión Europea está muy directamente relacionado con el nivel de renta.
La recta de ajuste definiría el modelo “teórico” o “esperable” de esta relación directa, de manera que los países que se situaran por encima de la misma estarían dedicando más dinero al gasto social del que correspondería por su nivel de renta (Francia, Dinamarca), y los que se situaran por debajo estarían dedicando menos dinero del que sería esperable (Chipre, Irlanda).
De acuerdo con este ajuste, España no sólo no tiene un gasto social por encima de sus posibilidades, sino que está dedicando a gasto social ligeramente menos dinero de lo que le correspondería por nivel de renta. Para situarse en su nivel “teórico” de gasto social, España tendría que haber dedicado a gasto en protección social un 12% más de lo que dedicaba en 2009.
Conclusión: no es la riqueza, sino cómo la repartimos.
Una vez observados estos elementos, podemos concluir que:
- El gasto social en relación al PIB España se ha mantenido en niveles invariables durante la anterior década y hasta el comienzo de la crisis económica. No hubo burbuja social, como algunos pretenden hacer creer.
- El incremento desde el inicio de la crisis se explica en gran medida por los estabilizadores automáticos como las pensiones y el seguro del desempleo, y no tanto por un incremento del gasto discrecional.
- En su punto álgido antes de los primeros recortes, el gasto social en España no sólo no era desorbitado en función de nuestra riqueza como país, sino que era inferior a lo esperable por nuestro nivel de renta.
El mantenimiento del estado del bienestar no está en riesgo por motivos económicos. España debería tener capacidad para sostener su gasto social, más allá de las difíciles circunstancias en las que ahora se encuentran nuestras finanzas públicas, si su fiscalidad fuera la adecuada. La clave, de nuevo, no está en la riqueza del país, sino en cómo la distribuimos entre los que vivimos en él.
[1] Se ha excluido a Luxemburgo, por su poca significación demográfica y sus niveles de renta y gasto social extremadamente alejados del conjunto de la Unión Europea.