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El perrito Huguito y el ensimismamiento de la izquierda

Toni Roldán Monés

En Enero de 2011, en la famosa telenovela venezolana “Chepe Fortuna” aparecía un chica llamada Venezuela que había perdido a su perrito Huguito. Desesperanzada, la pobre chica le preguntaba a su novio: “¿qué será de Venezuela sin su Huguito?”

Un desconcierto similar parece haberse implantado en algunos sectores de la izquierda europea desde la muerte de Hugo Chávez. Es como si huérfanos de líderes inspiradores en el viejo continente y celosos de las pomposas celebraciones apostólicas buscaran, ellos también, un superhombre liberador al que agarrarse para no perder la esperanza. El ensimismamiento de algunos recuerda al de aquellos jóvenes diletantes de los 60 que habiendo vencido el fervor religioso de sus papás y faltos de referentes ideológicos adulaban la exótica Rusia de Brezhnev sin conocer casi nada de lo que allí se cocía.

Los argumentos en defensa del revolucionario son más o menos los siguientes:

  1. Puede ser que hubiera recortes en las libertades, pero eso está justificado porque combatió las desigualdades y redujo la pobreza más que nadie en América Latina.
  2. Además, aunque era militar y protagonizó un golpe de estado (y recibió otro) fue un ejemplo de democracia, puesto que ganó varias elecciones, convocó referéndums y le devolvió al pueblo los recursos (el oro negro!) de su tierra.
  3. Era un poco populista, pero construyó una alternativa al modelo neoliberal dominante impuesto por el imperialismo yanqui que tanto sufrimiento causa en América Latina.

Considerando que en occidente han aumentado las desigualdades en la última década y que estamos ahogados en un mar de deuda y desempleo la herencia del comandante, puesta de esa manera, resulta muy atractiva para una izquierda deprimida y desorientada. Pero, ¿son esas proposiciones ciertas? ¿Puede ser Chávez un referente para la izquierda? Vayamos por partes.

¿Qué pasa con la pobreza y la desigualdad? Hasta el momento he visto muchas opiniones al respecto, pero muy pocos datos. Así que he decidido hacer mis propios cálculos. La mejor manera de evaluar los resultados de cualquier política económica es comparándola con las de otros países similares de la región. ¿Lo ha hecho Venezuela mejor que Brasil, Chile o Perú en términos de reducción de la pobreza y desigualdad? Estos son los resultados[1]:

Venezuela ha avanzado mucho en la lucha contra la pobreza desde que Chávez entró en el gobierno en 1998. Sus masivos proyectos sociales conocidos como “las misiones” llevaron escuelas, hospitales y agua potable a muchos que antes no tenían nada. Según el INE Venezolano desde que entró Chávez el porcentaje de la población viviendo en pobreza extrema ha disminuido del 23’4 % en 1999 al 8’5% en 2011. Según el Banco Mundial, el porcentaje que vive por debajo del umbral de la pobreza ha bajado de 46’3% en el 2000 a 31’9% en 2011.

En todo análisis económico los datos solo tienen sentido si se ponen en contexto. Como se observa en el gráfico la reducción de la pobreza relativa ha sido muy pronunciada también en otros lugares. En Perú, por ejemplo, según el Banco Mundial, el porcentaje de personas viviendo por debajo del umbral de la pobreza ha bajado de 58’7% en el 2004, año en que empiezan los datos, a 27’8 % en 2011. Es decir, una bajada mucho más pronunciada, en un periodo más corto.

La diferencia es que en Perú la reducción de la pobreza ha ido acompañada de mejoras competitivas e institucionales que permitirán seguir financiando ese tipo de programas en el futuro, mientras que en Venezuela la reducción de la pobreza se ha financiado con petro-dólares.

Debido a la expansión mundial de los 2000 (motivada por el crecimiento en China e India y los bajísimos tipos de interés en occidente) el barril de petróleo pasó de costar 8$ a casi 100$ en 2008. En ese periodo los ingresos de Petróleos de Venezuela (PDVSA) se multiplicaron por 5, de 25'8 mil millones a 126 mil millones de dólares. Una burbuja sin precedentes de la que los pobres se han beneficiado. Pero esos beneficios pueden esfumarse tan rápido como vinieron. De hecho al estallar la crisis financiera en 2008 el precio del petróleo cayó en picado (ver gáfico).

¿Qué sucede con la desigualdad? El Índice Gini del gráfico sugiere mejoras en los cuatro países seleccionados[2]. Aunque los datos para Venezuela terminan en 2006, la tendencia parece indicar que tampoco en este caso Venezuela lo ha hecho mejor que los otros. Investigando un poco más, es fácil encontrar la causa. Los datos dicen que en Venezuela, al contrario que en los otros países seleccionados, no se ha reducido el porcentaje de la renta total que tiene el 20% más rico. Un dato no particularmente positivo para un país que se vanagloria de haber inventado el socialismo del siglo XXI.

Este dato no sorprenderá a los lectores venezolanos. Se trata de los boliburgueses, la nueva oligarquía Venezolana, formada por (¿les suena?) los corruptos ganadores de la burbuja; los aliados de las autoridades del régimen y sus amigos que son los verdaderos beneficiados de la captura de las rentas del petróleo en el país.

La gestión del boom del petróleo en Venezuela se parece más a la gestión de la burbuja de la construcción en España que a la del cobre en Chile. El gobierno de Zapatero se pasó mucho tiempo defendiendo su política fiscal. España, es cierto, creó mucho empleo y llegó a la crisis con una deuda pública baja ¿Significa eso que lo hizo bien? Es evidente que no. España recibió masivos ingresos “extra”, como Venezuela, por la burbuja de la construcción pero no hizo reformas ni ahorró lo suficiente para cuando la burbuja terminara. El empleo creado era ficticio, como hemos descubierto después. Lo mismo que la reducción de la pobreza en Venezuela. Cuando el precio del petróleo caiga, el gobierno no podrá mantener sus compromisos y la pobreza volverá a repuntar.

¿Qué pasó en Chile? En Chile el precio del cobre se multiplicó por cuatro pero el gobierno en vez de gastarse los frutos de la bonanza, acumuló un fondo de reserva del 15% de su PIB. Esa decisión le costó sudor y lágrimas al ministro (socialista) de economía, Andrés Velasco, pero valió la pena. Cuando llegó la crisis y el precio del cobre cayó en picado, Chile se sacó de la chistera el plan de estímulo más grande del mundo, 2.8% del PIB.

Le iría mucho mejor a la izquierda europea si mirara más hacia Lula o Velasco y menos hacia Chávez y sus cantos de sirena.

¿Representa la política económica en Venezuela un modelo alternativo? Para nada: el valor de su moneda lleva años cayendo en picado, lo mismo que sus inversiones productivas, tiene una deuda creciendo a una velocidad de vértigo, una enorme dependencia del petróleo y la mayor tasa de inflación del mundo. ¿Y a quién perjudica esa inflación más que a nadie? Pues a los ahorradores, a los que viven de un ingreso fijo (jubilados, pensionistas) y a los que no tienen activos ni deuda en el banco. Es decir, a los pobres.

Finalmente, ¿qué pasó en Venezuela con la democracia? El record que deja Chávez en este punto es más parecido al de una autocracia plutocrática de la Italia medieval que a la de un gobierno moderno progresista. El gobierno se ha llevado por delante los dos pilares más importantes que necesita cualquier democracia sana: el sistema judicial y los medios de comunicación. Los únicos y necesarios “checks and balances” contra el poder.

Del mismo modo en que el papa Rodrigo Borgia, por seguir con la analogía papal, infló de cardenales amigos el Vaticano para asegurarse el apoyo a sus políticas, Chávez amplió el Tribunal Supremo de 20 a 32 miembros, añadiendo 12 amigos para dilapidar abiertamente la razón de ser del Tribunal como controlador del poder ejecutivo. Los pocos jueces que se atrevieron a levantar la voz contra el régimen, como la jueza María Lourdes Afiouni, han terminado en prisión en condiciones deplorables.

La ofensiva contra la libertad de información ha sido igualmente deplorable. El caso más triste es el del canal de televisión más antiguo del país RCTV al que se le impidió en 2007 renovar su licencia y se le confiscaron las antenas. Las cadenas públicas de propaganda gubernamental han pasado de 1 a 6 y, una de las pocas independientes, Globovisón, se apaga en la autocensura. Human Rights Watch concluye que: “la concentración de poder y la erosión de garantías de derechos humanos permitieron que el gobierno gozara de plena discrecionalidad para intimidar, censurar y perseguir judicialmente a venezolanos que criticaban al presidente o se oponían a su agenda política.”

En un entorno así la democracia no se puede ejercer. Precisamente porque, como hemos aprendido los españoles, la democracia es mucho más que votar en las urnas.

En la telenovela Venezolana que mencionaba al principio, el amigo de Venezuela – la chica que había perdido a su perro Huguito – le respondía: “vas a ser libre Venezuela!”. La broma parece que no gustó al régimen y la cadena Televén tras verse obligada a suspender la teleserie y ser acusada de promover “la intolerancia política y racial, la xenofobia y la apología del delito” afronta una acusación que podría dar lugar a sanciones penales y al cierre definitivo del canal.

[1] La fuente es el Banco Mundial: http://databank.worldbank.org/data/home.aspx. Los datos que ofrece la CEPAL y Naciones Unidas son menos completos. No he sido capaz de encontrar, en una vista rápida, el acceso a bases de datos oficiales en el Instituto Nacional de Estadística (INE) de Venezuela, todo lo que se ofrecen son gráficos ya cocinados en PdF. No duden en hacérmelos llegar si los encuentran.

[2] Gini es un número entre 0 y 1, en donde 0 se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y donde el valor 1 se corresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno).

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