Los países emergentes que invierten más en empleos de calidad consiguen mejores niveles de vida
La OIT acaba de publicar su último informe sobre el estado del trabajo en el mundo, en el que subraya la importancia que el empleo de calidad tiene en el desarrollo de las economías: la organización señala que los países emergentes que más han invertido en empleos decentes desde comienzos del 2000 hasta ahora mejoraron más su nivel de vida (en términos de renta media anual por habitante) que aquellos que no lo hicieron.
“Los países que tuvieron especial éxito en reducir el efecto del empleo vulnerable a principios del decenio de 2.000 registraron un notable crecimiento económico tras 2007”, asegura el informe. En esos países, el crecimiento por habitante fue de casi un 3% anual entre 2007 y 2012, casi un punto porcentual más que los países que menos redujeron el empleo precario.
La organización menciona, por ejemplo, el caso de Senegal, Perú o Vietnam, que han más que duplicado su porcentaje de personas que trabajan a cambio de un salario, al mismo tiempo que han conseguido reducir su número de trabajadores pobres y aumentado su productividad.
Los países emergentes que más han disminuido su número de trabajadores pobres en la última década aumentaron su renta por habitante un 3,5% de media entre 2007 y 2012. Sin embargo, en el caso de los países que disminuyeron menos sus niveles de empleados pobres, su aumento medio de la renta por habitante en el mismo periodo fue de casi un punto menos, del 2,4%.
La OIT advierte, no obstante, de que la crisis social y de empleo sigue siendo “aguda” e insta a diversificar las economías y a evitar la concentración de crecimiento económico “en unos pocos sectores orientados a la exportación y poco vinculados al resto de economías”. Y lanza una crítica más explícita que velada a las políticas que pretenden debilitar la legislación laboral y la negociación colectiva: “Es preciso fortalecer las instituciones del mercado de trabajo, en lugar de desoír las normas aplicables”.
El organismo insiste en que la protección social es esencial para reducir la pobreza, las desigualdades y el empleo precario. “Una protección social bien diseñada favorece las competencias individuales para acceder a mejores empleos”, dice el documento. De igual forma, subraya que la negociación colectiva es también un instrumento útil para distribuir los ingresos.
Además, asegura que las legislaciones laborales “poco estrictas” no han servido para facilitar la desaparición de la economía sumergida y favorecer el aumento del empleo formal.