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Sánchez y Feijóo pasan por Euskadi para hacer el calentamiento de lo que viene después

Sánchez abraza a Andueza en el mitin final del PSOE en Bilbao.

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Las elecciones vascas son las únicas autonómicas en que el PSOE y el PP pueden subir un solo escaño y que ambos se den por satisfechos. Y eso que en las anteriores sus resultados fueron bastante malos. Esto es lo que hay. Los dos partidos que martillean los oídos de los votantes de lunes a domingo, que se acusan mutuamente de causar daños letales a la democracia, asumen un papel secundario en las campañas de Euskadi, aunque luego en la legislatura su apoyo será esencial para que se forme un Gobierno o se aprueben unos presupuestos.

En el último día para pedir el voto, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se presentaron el viernes en Euskadi para ayudar a sus compañeros. El presidente empezó exigente el mitin de Bilbao. “No os olvidéis que luego tenemos unas elecciones en Cataluña y luego otras europeas”, comenzó su intervención. Qué agonías. Aquí no hay manera de relajarse. Tres elecciones en tres meses. Socialistas y populares se han tomado las vascas como un aperitivo de lo que se viene encima.

Sánchez endosó a los asistentes el mitin que podría haber dado en Valencia, Salamanca o Málaga. Crecimiento de la economía, reforma laboral, afiliados a la Seguridad Social, pensiones, esas cosas de las que habla todos los días. Mejor no comentar nada que tenga que ver con la política vasca no sea que enfurezca a alguien. Resulta que el PNV, EH Bildu y Sumar son aliados, reales o potenciales, en el Congreso para apuntalar el programa del Gobierno que él preside. A ver cómo le aprietas el cuello a uno que vas a necesitar en unas semanas en el Parlamento.

Desde puntos de vista muy diferentes, Imanol Pradales y Pablo Iglesias coincidieron en la campaña al decir que al final todo dependerá de lo que decida Pedro Sánchez. Como si el presidente tuviera las manos libres para hacer lo que quiera con el resultado de los comicios vascos. Parece un análisis muy alejado de la realidad. Sánchez sólo necesita que no ocurra nada en Euskadi que pueda hacer saltar por los aires la mayoría que le cuesta tanto mantener en pie en el Congreso. Para sufrir de verdad, ya está la política catalana.

A quien le tocó calentar el ambiente fue a su candidato, Eneko Andueza, un hombre extrovertido que no regatea en decibelios ni en los mítines ni en los debates. Siempre parece que está en un bar con la música muy alta y tiene que levantar la voz. En el mitin, atizó varias veces sin querer a los micrófonos. Tenía que ser vehemente porque vendió a los asistentes un escenario que era mitad realidad y mitad ficción.

“Este país, Euskadi, sólo ha funcionado de verdad cuando los socialistas han estado en el Gobierno”, dijo con una afirmación que sin duda derrocha el tipo de optimismo habitual en los mítines. Andueza afirmó que la alternativa del PNV es igual a “seguir en la autocomplacencia”. En definitiva, el candidato del PSE quería presentarse como estandarte del cambio cuando los socialistas han gobernado con los nacionalistas en las dos últimas legislativas. Nadie lo diría escuchándole.

A Feijóo le tocó hilar fino, como le ha pedido el PP vasco. Ya se vio el día en que Isabel Díaz Ayuso se presentó en Bilbao para echar una mano. Lo hizo con un discurso bajo en calorías para no dar a entender que es clave frenar a EH Bildu. Los votantes del PP podrían tener la tentación de aceptar el mensaje y votar al PNV para que la izquierda abertzale no alcance un resultado histórico. El líder del PP tenía que hablar de Bildu en el mitin final de Vitoria, pero de forma que las víctimas de sus ataques fueran Sánchez y el PSOE por encima de todo.

También tuvo que sumergirse en un plano de ficción cuando pidió el voto de los socialistas descontentos con recibir el apoyo de Bildu en el Congreso y de los votantes del PNV “que no son separatistas”. El problema del PP en las autonómicas vascas no es que reciba muchos o pocos votos de gente que apoyó antes a otros partidos, sino que tiene la molesta tendencia de perder los suyos con destino al PNV.

Acuciado por la presión de Bildu en las encuestas, el candidato del PNV ha optado sin rubor por que su mensaje sea más conservador en política económica y de seguridad ciudadana pensando precisamente en los votantes del PP que estén disponibles.

Feijóo se dedicó a menospreciar a los socialistas que han atacado a EH Bildu y a su candidato, Pello Otxandiano, por no condenar el terrorismo de ETA. Los llamó “los partidos que se hacen los ofendidos cuando hablan de Bildu”, porque no tienen inconvenientes a la hora de aceptar su apoyo en el Congreso. “Ahora se rasgan las vestiduras como fariseos”, dijo. Si no se las hubieran rasgado, Feijóo se habría enfurecido aun más por el delito de “blanquear” a Bildu. Feijóo no deja que la realidad altere los guiones de sus discursos. Si no lo hacen, mal. Si lo hacen, peor.

La relevancia futura del PSOE y el PP en Euskadi dependerá de unos pocos escaños. Quizá sólo de uno. Si la suma de PNV y PSOE conserva la mayoría absoluta, se repetirá el anterior Gobierno de coalición y el PP vasco pasará otra legislatura en la irrelevancia. Si la caída de los votos del PNV les deja sin esa mayoría, el Gobierno será el mismo, pero entonces el partido de Feijóo tendrá en teoría más opciones de influir en su programa.

Sánchez y Feijóo llegaron a Euskadi para cumplir con sus partidos. Será en las elecciones catalanas y en las europeas donde se producirá el gran duelo de este 2024. Su destino personal depende más de esos combates aún por disputarse. En Euskadi sólo estuvieron para tomar unos pinchos, no el plato principal del año.

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