El maquiavélico funcionamiento del PSE de Álava
El PSE en Álava escribe estos días los últimos renglones de una historia que transita entre lo kafkiano y lo maquiavélico. En esta provincia en la que los socialistas tenían hace cuatro años la Alcaldía de Vitoria de la mano de Patxi Lazcoz, el futuro pasa hoy por salvar los muebles en mayo y capear el temporal de la forma menos traúmatica posible. En el camino han quedado críticos apartados de los órganos ejecutivos del PSOE de Álava y Euskadi y borrados de las listas electorales; bajas constantes de afiliados; huída hacia Podemos y Gastoria (una candidatura ciudadana) de varios simpatizantes históricos del socialismo alavés; congresos con acusaciones de engordar el censo y; como último capítulo, una acusación anónima en la Fiscalía de Álava contra el exsecretario general de Álava y líder del 'aparato', Txarli Prieto, por contratar a una empresa en la que participa para realizar obras de seguridad en diversas sedes del territorio.
Todos estos hechos, más propios de la serie 'House of cards' que de lo que la ciudadanía espera de la política local, se han ido fraguando durante varios años. Concretamente, desde poco después de la llegada de Txarli Prieto a la Secretaría General de los socialistas alaveses en 2005 apoyado en las decenas de militantes que, como él, abandonaron el PCE para mudarse a la entonces 'casa común de la izquierda'. Su forma de dirigir el partido le granjeó pronto la oposición de históricos miembros del PSE y dividió el partido entre críticos y renovadores. No obstante, esa pugna fue prácticamente de consumo interno hasta la debacle electoral de mayo de 2011 cuando, arrastrados en parte por la ola negativa levantada por Zapatero y con la mala gestión de varios asuntos locales, el PSE pasó de gobernar en Vitoria y ser clave en Álava a quedar terceros en la capital alavesa y entregar la llave del territorio al Partido Popular.
Desde entonces, las batallas internas del PSE se han celebrado en gran parte a la luz de la opinión pública y se han resuelto con dos congresos, uno de ellos extraordinario, en el que las heridas, las acusaciones y las cuitas personales se han agrandado hasta convertirse en irresolubles. En la bancada del aparato, siempre comandada por Prieto, han destacado dirigentes como la actual secretaria general de Álava, Cristina González; el secretario de Organización -y 'famoso' por el 'caso Faisán'- Víctor García Hidalgo; su predecesor en el cargo y exalcalde de Vitoria, Patxi Lazcoz; y la concejala y efímera candidata a la Alcaldía de Vitoria, Maite Berrocal. Enfrente, casi literalmente, han destacado por su apuesta por el cambio el exparlamentario vasco Óscar Rodríguez; el concejal de Vitoria Juan Carlos Alonso; y el joven Iván Ruiz de Eguilaz.
Pero los dos bandos, férreos hasta el último cónclave extraordinario, se han convertido en tres después de que Lazcoz aspirase a relevar a Prieto como secretario general y se encontrase con un portazo de los hasta entonces compañeros de filas, que auparon a Cristina González a la cabeza de la Ejecutiva. Para colmo, y en una operación casi incomprensible, Lazcoz también se vio 'desautorizado' cuando el aparato alavés impuso a 'su candidata' a la Alcaldía, Maite Berrocal, una serie de compañeros de plancha que llevaron a la concejala a renunciar al cartel y 'ceder' su puesto a Peio López de MunainPeio López de Munain. Una crisis más, la penúltima, que llevó a varios militantes a pedir a Ferraz la disolución de la Ejecutiva de Álava tal y como horas antes se había hecho con el PSM de Tomás Gómez.
Adjudicaciones a una empresa en la que participaba Prieto
Con las aguas así de agitadas, el PSE se enfrentaba a las elecciones de dentro de 40 días con la intención de agarrarse al tímido empuje de la marca madre y amortiguar una bajada que, según varias encuestas, les haría perder hasta dos de los actuales seis concejales en Vitoria y pasar a la práctica irrelevancia en la política provincial. Con ese ánimo y cierta tregua electoral de los críticos, más por desazón que desinterés, se preparaban unos comicios que marcarían el principio de una nueva pugna interna. Pero todo ha estallado cuando la Cadena Ser ha desvelado la existencia de una denuncia anónima en la Fiscalía que señala que Txarli Prieto adjudicó a su empresa obras en las sedes alavesas destinadas a la seguridad contra el terrorismo de ETA y subvencionadas, por lo tanto, por el Ministerio del Interior.
Según Prieto, que ha reconocido estas contrataciones, estas se produjeron con el terrorismo de ETA y que lo que se buscaba era una empresa “de urgencia y de confianza a la que se acudía y que daba esa seguridad”. Además, ha indicado que tanto su empresa como el PSE tienen “carácter privado” y “perfectamente podían contratar”. Aún así, se ha mostrado dispuesto a colaborar con la Fiscalía para acalar el asunto y ha contado con el respaldo total y absoluto de la secretaria general del PSOE en Euskadi, Idoia Mendia.
Filtración desde el sector oficial
Txarli Prieto ha aprovechado su comparecencia para deslizar, sin mencionarlos directamente, que los responsables de esta acusación anónima podrían ser los renovadores de su partido. Sin embargo, según han señalado a eldiario.es fuentes del partido, el origen de la acusación anónima procede del entorno del exalcalde Patxi Lazcoz, antiguo escudero de Prieto en las filas del sector oficial.
De hecho, alguna de las obras se realizó con Lazcoz como secretario de Organización y otras ya con Vïctor García Hidalgo en el cargo, pero con el propio exalcalde en la Ejecutiva y con alguno de sus colaboradores situado muy cerca de la realización de estas obras. Es decir, Lazcoz ha sido conocedor de estos hechos desde dentro y desde el primer día. Además, según ha podido saber eldiario.es, tras ser apartado de la pugna a la Ejecutiva para ceder el puesto a Cristina González y ver además como su apuesta para la Alcaldía de Vitoria caía en desgracia, el propio Lazcoz ha señalado en algún encuentro en la sede del partido que su marcha se iba producir levantando ciertas alfombras y que estaba dispuesto “a morir matando”. Tanto es así que en el anuncio de su despedida de la política -Lazcoz abandonará la primera línea tras las elecciones de mayo- ya advirtió su extrañeza por la falta de claridad en las cuentas de la época de Prieto en la Secretaría General. Por lo tanto, el exalcalde conocía los hechos y ya ha señalado en público y en privado su falta de acuerdo en la gestión económica de Prieto. Estos argumentos, junto a otros datos, son los que hacen que distintas fuentes del partido señalen al exregidor como, cuando menos, conocedor de la denuncia anónima.
Ferraz conocía los hechos
Además, a pesar de que Prieto haya deslizado sus sospechas hacia los renovadores, la información entregada a la Fiscalía no estaba en poder de los críticos. De hecho, y antes las dudas que les despertaba la gestión del propio Prieto, la solicitaron por escrito a la Ejecutiva de Álava hace dos años y no obtuvieron respuesta documental alguna. Ante esta situación, pidieron también por escrito el amparo a la Ejecutiva del PSE de Euskadi y hasta a la del PSOE, entonces encabezada por Alfredo Pérez Rubalcaba. La solicitud estuvo firmada por Joana Madrigal, Óscar Rodríguez y Yolanda Vicente, según fuentes conocedoras de la misiva. De ambos organismos, según denuncian, recibieron el silencio por respuesta o en su caso, desde la Ejecutiva vasca, un folio con un balance general de las cuentas de la formación. Aún así, apelaron a la Comisión Ética de Ferraz, presidida en aquella época por Carmen Hermosín, que también declinó analizar la denuncia de los renovadores. Sin esa documentación, apuntan desde el partido, la denuncia tanto interna como a la Fiscalía es totalmente imposible.