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Sumar y Podemos aparcan el debate sobre la unidad de la izquierda

La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, y los ministros de Sumar en el traspaso de carteras de noviembre.

Alberto Ortiz

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La creación de un frente popular en Francia con todas las fuerzas progresistas ha reabierto en España el cíclico debate sobre la unidad de la izquierda. Aunque las europeas han alterado el tablero del espacio confederal, tanto los partidos que integran Sumar como Podemos evitarán por el momento ese horizonte. Con un calendario sin elecciones a la vista por primera vez en mucho tiempo, los primeros se centrarán ahora en reordenarse y los segundos, en reforzar su identidad.

El 9J arrojó unas conclusiones preocupantes para la izquierda. Sumar, una coalición de cinco grandes partidos, no logró superar el 5% de los votos y consiguió poco más de 800.000 apoyos. Podemos rebasó el medio millón de votos y se quedó con un 3,26%. El líder de IU, Antonio Maíllo, lo resumió un día después en una entrevista en la Cadena Ser: “Aquí no está nadie para celebrar pompas y jabón. Sumamos un 8% entre todos. En 2014, Podemos e Izquierda Unida sumaban el 18%. Algo no hemos hecho bien”.

Esas elecciones estaban planteadas además como una batalla entre la izquierda desde que Podemos decidiera aupar a Irene Montero como su candidata, en diciembre, después de romper con Sumar. En el partido de Ione Belarra no ocultaban su anhelo de convertir estos comicios en las primarias que no hubo para las elecciones del 23 de julio tras las que obtuvieron cinco escaños dentro de la coalición: los mismos que Izquierda Unida y comuns y la mitad que Movimiento Sumar. 

Por eso, muchas de las preguntas en las ruedas de prensa y en las entrevistas a líderes políticos tras esas elecciones apuntaban a ese horizonte de unidad. “Ahora no toca”, reflexionaba estos días un dirigente de uno de los partidos que forman parte de Sumar. La dimisión de Yolanda Díaz como coordinadora general de su formación abre una serie de incógnitas dentro del espacio político que postergan por el momento ese debate. 

El paso a un costado de la vicepresidenta segunda del Gobierno cede ahora el protagonismo a los partidos políticos que están dentro de Sumar y que tendrán que buscar una forma nueva de organizarse. El próximo paso es la convocatoria de una mesa de partidos que tiene previsto reunirse la semana que viene: una reunión de los principales dirigentes que ordene el calendario para los próximos meses. 

Maíllo, que ha tomado la iniciativa tras la dimisión de Yolanda Díaz, crítico con la gestión que ha hecho Sumar en este tiempo, ha apostado por volver a una política “de la gestión lenta”. “Hay una coincidencia en que tiene que volver la política de gestión lenta, una política de reposo y reflexión, de calma. Hay que acertar en la reflexión política y en la hoja de ruta que se vaya a desarrollar y saber leer el momento. No haberlo sabido leer ha generado este resultado electoral”, dijo en conversación con elDiario.es.

En esa misma entrevista dio algunas pistas sobre lo que piensa de recuperar la unidad con Podemos. “Lo primero es crear un espacio amable de política. Bajar el tono del lenguaje”, dijo. “Yo lo decía en el mitin de Madrid, en Getafe, decía: 'oye, si nosotros apelamos a la fraternidad y la sororidad en la sociedad, en el camino también tenemos que practicarlo, ¿no?'. Y a lo mejor la mayor crisis de la izquierda está en sus valores, que es la incoherencia que hay entre los valores que decimos defender y las prácticas que desarrollamos”, añadió. 

“Pasamos página”

En Podemos, pese al mal resultado de las europeas (un escaño menos que Sumar), se sienten reforzados. De ese domingo salió un reparto de tres escaños para Sumar y dos para ellos, un escenario con el que no contaban hace apenas unos meses, cuando rompieron con la coalición de Yolanda Díaz.

Pero esa reflexión no va a servir por el momento para recomponer puentes a nivel estatal con el resto de partidos de la izquierda: Podemos prefiere centrarse en marcar perfil propio en el Congreso, diferenciándose lo máximo posible del Gobierno en asuntos como la guerra en Palestina o en temas sociales como la vivienda o el feminismo. 

Es lo que ocurrió esta semana en la Comisión de Igualdad a la que el PSOE llevaba la Ley de Paridad. Ese texto era importante para el Gobierno porque allí los socialistas habían colado una enmienda para poder eliminar el veto del Senado al techo de gasto y facilitar la aprobación así de los próximos presupuestos generales.

Dada la importancia para el Gobierno de la ley, Podemos planteó una serie de requisitos para dar su visto bueno en comisión a la norma, que irá así al Pleno de la semana que viene. El partido de Ione Belarra arrancó a los socialistas una enmienda que flexibiliza la cuota obligatoria de un 40% de hombres en instituciones y en puestos directivos de empresas, como quería fijar el PSOE. Con la nueva redacción, el número de mujeres podrá superar el 60% en esos organismos y consejos directivos si se justifica adecuadamente.

Así, preguntado el lunes sobre esa posible unidad del espacio, el secretario de Organización y portavoz de la formación, Pablo Fernández, aseguró que ellos “pasaron página” en diciembre para poder “hacer política”. “Creemos que sería un error centrarnos en hablar de nosotros mismos. Por eso desde Podemos nos queremos centrar en hacer política, en hacer política y en propuestas políticas para solucionar los problemas de la gente, que creo que es lo que le interesa a la ciudadanía”, insistió. 

La distancia que separa a ambos proyectos a nivel estatal se reduce paradójicamente a nivel autonómico. El año pasado, Podemos e Izquierda Unida sellaron un nivel inédito de coaliciones a nivel autonómico y municipal y en comunidades como en Andalucía siguen funcionando las alianzas que se forjaron para las elecciones. Allí, por ejemplo, el grupo parlamentario en la cámara autonómica reúne a todas las fuerzas a la izquierda del PSOE (salvo a Adelante Andalucía de Teresa Rodríguez) y el clima, según reconocen los partidos, es bueno. 

Seguramente las andaluzas y las castellanas y leonesas serán –con el permiso de una posible repetición en Catalunya– las próximas elecciones que se celebren, aunque para ello quedan todavía dos años, si no se produce ningún otro adelanto electoral. 

En pleno debate sobre la unidad, con la mirada puesta en Francia, la exsecretaria de Organización de Podemos Lilith Verstrynge, que abandonó el partido por sorpresa a comienzos de año, publicó este jueves un artículo en El País, aplaudido en redes por numerosos cuadros de Sumar, en el que abordaba las conexiones y las diferencias entre la izquierda española y francesa alrededor de las alianzas. 

“El Nuevo Frente Popular está en marcha, ha levantado una fuerte esperanza, pero estamos seguros de que no será un camino de rosas: ninguna propuesta de unidad puede llevarse a cabo sin un método, sin un objetivo electoral compartido, sin la compatibilidad de la soberanía de las direcciones nacionales de los partidos. Si algo hemos aprendido del ejemplo español es que queda mucho trabajo por hacer y que la única manera de aprender a acordar es acordando”, argumentaba. 

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