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Uno de los nuevos miembros del Comité de Bioética considera la homosexualidad “irregular y desordenada”

Nicolás Jouve, nuevo miembro del Comité Español de Bioética / HazteOir.org

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Daniel Mediavilla —

“Parece obvio resaltar que la tolerancia o la aceptación moral de la conducta homosexual es muy dependiente de si hay una tendencia congénita, y por tanto determinada genéticamente, o si, por el contrario, es una opción libremente aceptada como un modo de vida en cualquier caso irregular y desordenado”. El autor de la frase es Nicolás Jouve de la Barreda, catedrático de Genética de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) y uno de los nuevos miembros del Comité Español de Bioética.

En un artículo titulado “La homosexualidad a la luz de la genética”, Jouve trataba de justificar desde la ciencia la inmoralidad de las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. En su opinión, “la perspectiva moral de este rasgo del comportamiento humano sería muy distinta de tratarse de una opción voluntariamente aceptada, sin una base genética demostrada, que de tratarse de un comportamiento inevitable dependiente de un condicionamiento congénito”. Por ese motivo, el nuevo miembro del comité de bioética considera necesario desmontar los estudios que asocian la homosexualidad con determinados rasgos genéticos.

Pese a los numerosos peros que se le pueden poner al criterio de Jouve sobre las razones que hacen aceptable una orientación sexual y pese a que existen numerosos estudios que ofrecen indicios sobre la base biológica de la homosexualidad –algunos que la explican fruto de una mezcla de factores genéticos y ambientales, otros que la vinculan con la epigenética y no con la genética y otros que lo relacionan con otros rasgos hereditarios–, quizá la información más relevante que se extrae del texto de Jouve es su punto de partida. “El tema del determinismo genético de la homosexualidad no puede desligarse del trasfondo moral que conlleva”, escribe. Sus análisis científicos y su selección de estudios y evidencias tampoco se pueden, por lo tanto, desligar de sus creencias católicas.

El catedrático de la Universidad de Alcalá no es la única incorporación del comité que ha utilizado la ciencia para justificar su ideología. Vicente Bellver, profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad de Valencia, es, como ha recordado La Marea, abiertamente contrario a la investigación con células madre embrionarias. Pero no solo eso. En su celo por alinear los resultados de la investigación con su ideología, Bellver ha llegado a escribir, ofreciendo argumentos supuestamente científicos, que “las células madre de adultos ganan ahora mismo la carrera a las células madre embrionarias”.

Algo muy distinto afirman los Institutos Nacionales de Salud (NIH), la gran institución financiadora de la investigación biomédica en EEUU. En la web de este organismo, dirigido, curiosamente, por Francis Collins, un cristiano ferviente, se puede leer que, como piensan la mayor parte de las personas que trabajan en este campo, “las células madre adultas y embrionarias tienen cada una sus ventajas y sus desventajas de acuerdo a su uso potencial para terapias celulares regenerativas”.

Aborto y riesgo de problemas mentales

Un último ejemplo del sesgo de las nuevas incorporaciones al comité de bioética lo ofrece Natalia López Moratalla, profesora de Bioquímica de la Universidad de Navarra. La investigadora ha defendido que el aborto voluntario produce problemas psiquiátricos en las mujeres. En un artículo publicado en la revista Cuadernos de Bioética (editada por la Asociación Española de Bioética que preside ella misma) afirma que “las mujeres que se habían sometido a un aborto experimentaron tienen [sic] un 81% más de riesgo de problemas de salud mental”. Esta afirmación la obtiene de un polémico estudio de la investigadora de la Universidad de Bowling Green State Priscilla Coleman publicado en el British Journal of Psychiatry. Tras numerosas críticas por los abundantes fallos metodológicos y de planteamiento, que cuestionaban los resultados de Coleman, la Asociación Estadounidense de Psicología emitió un informe en el que concluía que los datos no sustentaban un vínculo entre aborto y problemas mentales.

Otros macroestudios, como el publicado en Contraception por un equipo de investigadores de la Universidad John Hopkins en el que analizaban 44 artículos científicos sobre este asunto, también descartan que el aborto voluntario incremente el riesgo de problemas mentales. Además, evaluaron la calidad de los estudios y concluyeron que los estudios realizados con una metodología sólida o no encontraban relación entre aborto y mayores problemas mentales o encontraban ligeras diferencias entre mujeres que habían abortado y que no. Por contra, los estudios más defectuosos solían encontrar secuelas mentales negativas en las mujeres que interrumpieron sus embarazos.

El Comité Español de Bioética, al que se incorporan Jouve de la Barreda, Bellver y López Moratalla, fue creado en 2007 y tiene la misión de asesorar a los gobernantes del Estado y las autonomías sobre materias relacionadas con las implicaciones éticas y sociales de la biomedicina y las ciencias de la salud. Además, representa a España en los foros internacionales en los que se tratan temas de bioética.

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