Con motivo de la elección del nuevo Papa, el portal de música en streaming Spotify puso a disposición de sus clientes la playlist del Cónclave, una serie de piezas de música sacra, seleccionadas por el director del Centro para la Liturgia de la Universidad de Notre Dame, que tenían como misión transportar a los creyentes a un estado de serena contemplación mientras aguardaban la decisión de los vetustos cardenales.
El primero de los temas de la playlist del Cónclave es un motete a seis voces de uno de los más grandes polifonistas del Renacimiento, Giovanni Pierluigi da Palestrina, cuya composición más famosa es la Misa del papa Marcelo. Fue la pieza más importante en la solemne ceremonia de coronación del Papa, que se celebró hasta que Pablo VI, en los años 60, decidió prescindir de la tiara o corona papal.
Poca gente sabe que durante la última fase del Concilio de Trento (1562-63), la música estuvo a punto de ser proscrita de las grandes celebraciones religiosas. Sus eminencias estaban preocupadísimas por el uso y abuso de la imitación como técnica para el desarrollo de la polifonía religiosa.
Los cardenales habían observado que cuando las distintas cuerdas del coro (sopranos, contraltos, barítonos y bajos) cantaban
Sop. Agnus Dei qui tollis peccata mundi
Cont. Agnus Dei qui tollis peccata mundi
Bar. Agnus Dei qui tollis peccata mundi
Bajo Agnus Deis qui tollis peccata mundi
el texto litúrgico (Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo) no se entendía, o lo que es peor, llegaba hasta los fieles en medio de tal batiburrillo de solapamientos músico-vocales que más parecía aquello la algazara de una horda de tertulianos de televisión, arrebatándose la palabra unos a otros, que la armonía de un coro de abnegados artistas, entregados a ensalzar la gloria de Dios.
El papa Pío IV estaba a punto de dar la orden de prescindir de la música durante las grandes misas renacentistas, cuando el Cardenal Carlo Borromeo, sobrino del Pontífice, escuchó la Misa que había compuesto Palestrina, dedicada al papa Marcelo, en la que la polifonía no era imitativa, sino que estaba construida a base de grandes bloques de acordes, con las palabras clave sonando en sincronía, y convenció a su tío de que la música no era obstáculo, óbice ni valladar para la inteligibilidad del texto litúrgico, con lo que podía seguir formando parte del rito romano.
Sop. Agnus Dei qui tollis peccata mundi
Cont. Agnus Dei qui tollis peccata mundi
Bar. Agnus Dei qui tollis peccata mundi
Bajo Agnus Deis qui tollis peccata mundi
Si Jack salvó a Rose en Titanic, Palestrina hizo lo propio con la música sacra en Trento.