Qatar e Irán están a la gresca. Pero esta vez no se trata de asuntos políticos o económicos (aunque detrás seguro que algo de esto hay) sino que el causante del enfrentamiento es el profeta Mahoma. Adorado, pero siempre controvertido, y aún a día de hoy embrión de múltiples batallitas.
La última tiene que ver con su biopic. Esto es, una película que refleje su vida y milagros. Ambos países quieren tener su propio film, pero, evidentemente hay diferencias que proceden de las distintas tradiciones suníes y chiíes, según anunciaba la pasada semana la revista The Hollywood Reporter. Y ahí es donde está el lío.
Los qataríes ya han contratado al productor Barrie Osborne (El señor de los anillos) y al suní Yusuf al-Qaradawi, productor del canal Al-Jazeera para poner en marcha un proyecto que cuenta con un presupuesto de un billón de dólares. Mucho dinero. Mientras tanto el director iraní Majid Majidi comenzará a rodar en octubre una película sobre Mahoma para la que cuenta con 30 millones de dólares. Que tampoco está nada mal. La principal diferencia estriba en que mientras los suníes son algo más liberales con Mahoma y pueden mostrarle en la pantalla, los chiíes de Qatar consideran que cualquier aspecto que se muestre del profeta es una blasfemia, por lo que no puede aparecer ni su cara, ni su cuerpo, ni siquiera su voz.
No es la primera vez que se hace una película sobre Mahoma. Como recordaba estos días el diario The Guardian, la más famosa es El mensaje. La vida del profeta Mahoma, estrenada en 1977, protagonizada por Anthony Quinn y financiada por el libio Gadafi. En este film, aunque no se mostraba ninguna imagen del profeta, también estuvo rodeado de polémica: el año de su estreno fue tomado como excusa por un grupo armado que secuestró a 149 personas y mató a un periodista y a un policía en Washington. Mucho ojito con Mahoma.