Un blog sobre cuento y novela breve, con excursiones variadas
Mary Robison en familia.
Mary Robison (Washington, 1949), pertenece a la potente generación de cuentistas (así, en femenino) que incluye también a Ann Beattie, Lydia Davis, Amy Hempel y Deborah Eisenberg, nacidas entre 1945 y 1951. Unos años más joven es Lorrie Moore. Todas ellas tienen un marcado aire generacional, parecido estilo literario y un modo similar de afrontar la tarea de contar cuentos. Mary Robison recuerda más a algunos relatos de Amy Hempel y a los personajes de Ann Beattie, aunque el desenfado con el que narra sus historias familiares, la levedad que se esfuerza en otorgar a cada una de sus cotidianas peripecias y la sorna tierna, nunca hiriente, con la que describe las miserias de la clase medianeja que protagoniza sus relatos le da un toque particular, cierto estilo propio.
Alba editorial tuvo el acierto de publicar hace unos meses Dime, el primer libro de Mary Robison traducido en España. Treinta cuentos provenientes de dos colecciones de relatos y casi todos ellos aparecidos en la revista The New Yorker, con lo que eso tiene de marca de fábrica y garantía de calidad media. Aunque también con las servidumbres que conlleva respecto de sus enfoques y temáticas, como bien sufrió Cheever con algunos de sus cuentos, incomprendidos para la revista, y que tuvieron que ver la luz en otras publicaciones. Esta recopilación profundiza en la edición en cascada durante los últimos tres años de varios libros de esa generación arriba mencionada, extrañamente nunca atendida hasta ahora por las editoriales españolas. Quedan por traducir los cuentos de Ann Beattie –Libros de Asteroide ha publicado de ella varias de sus novelas pero se resiste con sus cuentos, algo paradójico, pues son sus cuentos lo más importante de su obra-. Scribner editó en 2010 The New Yorker Stories, con sus relatos para la revista-gurú del cuento norteamericano en las últimas tres generaciones.
En la anterior entrada comentaba la importancia extrema que Salinger daba al diálogo en sus cuentos. Los de Mary Robison pueden tomarse como aplicación certera de ese recurso arriesgado. Sus relatos, en realidad, suelen contar el encuentro familiar entre padres e hijos, exnovios, abuelos, tíos, padres o madres que cuidan de sus hijos mientras la pareja está de viaje, la rutina y la ruina del carrusel de ese tiempo compartido con los que más queremos y las charlas a las que esos encuentros dan lugar. Epifanías de andar por casa mientras miran el cielo en el porche de casa o cortan el césped o comparten un desayuno con cereales o, como el abuelo descacharrante de “Guía de la noche para aficionados”, uno de los mejores cuentos de la colección, ven en familia la película de Cine de Horror. Robison sabe sacar partido a través del diálogo de personajes extravagantes, humorísticos, en los que muchas veces uno se reconoce. Hay bastante fracaso en sus personajes, pero es un fracaso asumido, metabolizado y, por tanto, que puede degustarse en forma de humor, cinismo, divertida ironía. Sus cuentos no acaban en nada, no tienen sorpresas, ni desenlace, y frecuentan el final abrupto. Como la vida. Minucias de la vida contadas con gracia. En eso confía Mary Robison, en este libro recomendable para los amantes del cuento norteamericano. Sólo cabría reprocharle, si acaso, que, por su falta de variedad y ser el resultado de muchos años de trabajo, es mejor ir leyéndolos de a poco, sin meterse a la carrera, entre pecho y espalda (como yo he hecho), el tomazo, para evitar el agotamiento y ahuyentar la confusión.
Mary Robison (Washington, 1949), pertenece a la potente generación de cuentistas (así, en femenino) que incluye también a Ann Beattie, Lydia Davis, Amy Hempel y Deborah Eisenberg, nacidas entre 1945 y 1951. Unos años más joven es Lorrie Moore. Todas ellas tienen un marcado aire generacional, parecido estilo literario y un modo similar de afrontar la tarea de contar cuentos. Mary Robison recuerda más a algunos relatos de Amy Hempel y a los personajes de Ann Beattie, aunque el desenfado con el que narra sus historias familiares, la levedad que se esfuerza en otorgar a cada una de sus cotidianas peripecias y la sorna tierna, nunca hiriente, con la que describe las miserias de la clase medianeja que protagoniza sus relatos le da un toque particular, cierto estilo propio.
Alba editorial tuvo el acierto de publicar hace unos meses Dime, el primer libro de Mary Robison traducido en España. Treinta cuentos provenientes de dos colecciones de relatos y casi todos ellos aparecidos en la revista The New Yorker, con lo que eso tiene de marca de fábrica y garantía de calidad media. Aunque también con las servidumbres que conlleva respecto de sus enfoques y temáticas, como bien sufrió Cheever con algunos de sus cuentos, incomprendidos para la revista, y que tuvieron que ver la luz en otras publicaciones. Esta recopilación profundiza en la edición en cascada durante los últimos tres años de varios libros de esa generación arriba mencionada, extrañamente nunca atendida hasta ahora por las editoriales españolas. Quedan por traducir los cuentos de Ann Beattie –Libros de Asteroide ha publicado de ella varias de sus novelas pero se resiste con sus cuentos, algo paradójico, pues son sus cuentos lo más importante de su obra-. Scribner editó en 2010 The New Yorker Stories, con sus relatos para la revista-gurú del cuento norteamericano en las últimas tres generaciones.