Ángela Armero es guionista de cine y televisión. Además imparte clases en la escuela creativa Hotel Kafka, colabora en diversos medios, ha escrito y dirigido dos cortos (“La Aventura de Rosa” y “Entrevista”) y ha publicado una novela juvenil (Alexandra y las Siete Pruebas.) Es una adicta a las series y dice que no quiere quitarse.
Políticos que le hablan a Dios
“House of Cards”, de la que ya hablé aquí, cuenta el camino de Frank Underwood, congresista que descubre que su presidente le aparta del que pensaba que era su destino: ser secretario de estado. Ese es el detonante de la partida de cartas con las que pretende recuperar su lugar o uno incluso mejor. He visto la primera temporada completa y os la recomiendo totalmente.
(Espoilers HOC.)
La jugada de Underwood en la primera temporada define al jugador. Es un hombre inteligente, con don de gentes, carismático, agradable, enamorado de su mujer y ambicioso, ferozmente ambicioso, poco dado al perdón y menos dado aún a dar puntada sin hilo. Más adelante descubrimos que su mujer (la maravillosa Robin Wright) y él no tienen una relación muy física, sino que más bien parecen aliados. Para ella dice no tener secretos, pero los tendrá. En paralelo, tendrá una relación de “padre incestuoso” como dice Gregorio Ordoñez con Zoe Barnes, la periodista a la que utilizará para conseguir sus fines; pero después sabremos que tampoco disfruta del amor carnal con ella. Las relaciones amorosas o físicas son para Underwood formas de poder. Como todo le que le rodea. Underwood parece seguir los preceptos de Bruce Lee con su clásico “Be water, my friend” para poder adaptarse a cualquier situación y encontrar cualquier ángulo en una situación que le pueda traer un beneficio.
En una de las últimas escenas del último episodio, cuando ya ha superado varios límites morales de forma consecutiva, Underwood entra en una Iglesia a “rezarme a mí mismo por mí mismo” Su única ideología es aquella que le hace alzarse victorioso.
FIN DEL Espoiler HOC
En “El Ala Oeste de la Casa Blanca”, el protagonista es el Presidente Jed Bartlett. Es un hombre idealista, que aunque también incurre en graves atentados morales (los fans de la serie recordarán la crisis del país imaginario Qumar) pero es un hombre bueno, comprometido con mejorar la vida de los ciudadanos y darlo todo por su país. A pesar de que no puede ser más diferente su catadura moral de la de Underwood, Bartlett también tiene su momento mesiánico, en el que entra en una catedral para encararse con Dios. Citando a Graham Greene y hablando en latín, por cierto. (Pincha aquí, si prefieres verlo en inglés.)
En estas dos escenas se ve la diferencia. Bartlett pide por sus hijas y allegados, pero también por la paz mundial. En cambio, Underwood reza por el destino de una sola persona. Enciende una vela y apaga todas las demás.
Todos los que creímos lo que nos dijeron nuestros padres y nuestros maestros, a saber, que lo más importante es intentar ser honesto y decir la verdad, que el estudio, la preparación, el sacrificio y el trabajo duro tienen su recompensa, que hay que hay que proteger la justicia y la igualdad de oportunidades, aspirábamos a políticos como Bartlett.
En cambio, en el contexto actual, que parece desdecir todo lo que nos han enseñado, y en el que se pone de manifiesto que lo que triunfa son las corruptelas, las amistades, nacer en una cuna privilegiada, mentir, ocultar y manipular, en el que que demasiados políticos utilizan sus privilegios para conseguir que el sistema les proporcione la vidorra que ellos creen merecerse, sin tener que preocuparse de servir al ciudadano al que llevan toda la vida engañando, en este lugar parece obvio que el político que nos corresponde es Underwood... o más bien, una versión fea, torpe y paleta del protagonista de “House of Cards.”
“House of Cards”, de la que ya hablé aquí, cuenta el camino de Frank Underwood, congresista que descubre que su presidente le aparta del que pensaba que era su destino: ser secretario de estado. Ese es el detonante de la partida de cartas con las que pretende recuperar su lugar o uno incluso mejor. He visto la primera temporada completa y os la recomiendo totalmente.