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El dinero envenena tus sueños

Odio la lotería. En general. Me parece un mecanismo perverso de contención y conformismo, un desprecio al trabajo diario y una trampa. Es algo personal, por supuesto. Pero odio aún más la Lotería de Navidad, ese soniquete de los veintintantos de diciembre que sirve como banda sonora del trabajo infantil, el entusiasmo por las cifras y el alborozo de los blanqueadores.

Por si todo lo anterior fuera poco, esta misma mañana he visto la promo que hace TVE de la retransmisión del sorteo de este año, y he estado a punto de vomitar el café contra la pantalla del ordenador que me sirve como tele.

Fíjense bien en la imagen que encabeza este texto, que es la que cierra la promo de La 1, y díganme si no creen que ha sido una idea repugnante utilizar como escenario de cierre del anuncio la imagen de una mujer en un balcón con un papel en la mano. Con un décimo premiado, supongo. Con una orden de desahucio, pensé que también podría ser. “¿Será este año?” Y prefiero no seguir imaginándome lo peor. Lo peor, que probablemente sea yo por pensar estas cosas...

Odio la lotería. En general. Me parece un mecanismo perverso de contención y conformismo, un desprecio al trabajo diario y una trampa. Es algo personal, por supuesto. Pero odio aún más la Lotería de Navidad, ese soniquete de los veintintantos de diciembre que sirve como banda sonora del trabajo infantil, el entusiasmo por las cifras y el alborozo de los blanqueadores.

Por si todo lo anterior fuera poco, esta misma mañana he visto la promo que hace TVE de la retransmisión del sorteo de este año, y he estado a punto de vomitar el café contra la pantalla del ordenador que me sirve como tele.