El niño nació días después de que su madre cruzara al distrito de Kisoro, en Uganda, huyendo de las últimas luchas en la vecina provincia de Kivu Norte en la República Democrática del Congo. Pero la agotada mujer, de 39 años, falleció mientras daba a luz y Emmanuel fue enviado de inmediato a Potter´s Village, una iglesia que es el centro de referencia en Kisoro ante crisis relacionadas con menores.
Muchos de los más de 40.000 refugiados que han huido en oleadas desde abril a raíz de la renovación de los combates en la provincia de Kivu Norte son niños. Pero pocos son tan jóvenes y están en una situación tan trágica como Emmanuel, cuyo padre y hermano de cinco años fueron separados de la familia durante el conflicto y a quienes no se les ha visto desde entonces.
Emmanuel tiene al menos dos hermanas, una de 10 años y la otra de 18 meses, y una abuela, Madarina, pero la anciana mujer no puede cuidar al niño y por eso se le ha clasificado como una persona de especial interés para la Agencia de la ONU para los Refugiados. “Perdió a sus dos padres y ACNUR tiene que cuidarle. Somos de alguna forma sus padres” dice Gabriel Katende, un oficial de campo de ACNUR en Kisoro.
“Puedo encargarme del bebé de 18 meses (la hermana de Emmanuel) si me dan leche, pero no puedo manejarme con un recién nacido” afirma Madarina, que estaba feliz de que Emmanuel estuviese al menos a salvo y cuidado por alguien. “Si se hubiese quedado conmigo, habría muerto” añade la mujer de 65 años.
Madarina vuelve a recordar todo el viaje en su mente. “Estábamos en casa por la noche cuando oímos disparos”. Su hija embarazada se fue con las dos niñas, de 10 años y 18 meses. El hijo se quedó atrás con su abuelo porque su madre y su abuela no podían ocuparse de él también. Ahora está en paradero desconocido.
La abuela se marchó al día siguiente. “Me encontré de nuevo con mi hija en el monte y caminamos nueve horas a través del bosque antes de llegar a Itongo, donde nos llevaron en coche hasta la frontera”.
Una semana después, su hija dio a luz, pero el viaje había sido una terrible experiencia y falleció poco después. Fue enterrada en Kisoro tras un pequeño funeral. “La niña de 10 años preguntó por su madre y tuve que explicarla que había fallecido” recuerda Madarina.
La tragedia continuó para el recién nacido Emmanuel: pronto el niño se quedaría solo porque su abuela y sus hermanas tenían que marcharse a un asentamiento de refugiados en Rwamwanja, a casi 350 kilómetros al norte de Kisoro. El asentamiento se abrió en abril para hacerse cargo de la nueva oleada de refugiados que cruzaban la frontera y actualmente acoge a 26.000 congoleños refugiados.
Ahora al menos Emmanuel está en buenas manos en Potter´s Village, donde se atiende a niños abandonados, madres adolescentes y niños pre-escolares indigentes. Su director reconoce que habrá muchos obstáculos al tratar de encontrar una solución duradera para el bebé y sus parientes vivos con la ayuda de ACNUR. “Pero lo intentaremos” asegura.
El niño nació días después de que su madre cruzara al distrito de Kisoro, en Uganda, huyendo de las últimas luchas en la vecina provincia de Kivu Norte en la República Democrática del Congo. Pero la agotada mujer, de 39 años, falleció mientras daba a luz y Emmanuel fue enviado de inmediato a Potter´s Village, una iglesia que es el centro de referencia en Kisoro ante crisis relacionadas con menores.
Muchos de los más de 40.000 refugiados que han huido en oleadas desde abril a raíz de la renovación de los combates en la provincia de Kivu Norte son niños. Pero pocos son tan jóvenes y están en una situación tan trágica como Emmanuel, cuyo padre y hermano de cinco años fueron separados de la familia durante el conflicto y a quienes no se les ha visto desde entonces.