Valérie May, que ha publicado 'Puta y libre' (Ed. Almuzara), ha explicado en una entrevista con EFE que ella y sus compañeras tienen “miedo” de la ley para la abolición de la prostitución, que creen las llevará a la “clandestinidad” y “no servirá para acabar con la trata”.
Esta mujer (Valérie May es un seudónimo), nacida en Sabadell (Barcelona) hace 34 años, que dejó en 2016 su trabajo de integradora social para ser prostituta, defiende que es “totalmente compatible” ser feminista con mantener relaciones sexuales con alguien por dinero y se lamenta: “hemos pasado de que los hombres te digan lo que tienes que hacer, a que lo hagan algunas feministas que parece que te pueden dar o quitar el carné”.
Considera que la prostitución no se eliminará por la ley de trata, en trámite parlamentario en el Congreso, sino que “solo la 'clandestinizará' y la hará, en algunos casos, más peligrosa”.
May defiende que para acabar con la trata en vez de abolir la prostitución se debería derogar la ley de extranjería.
“Si hay fronteras y desigualdad y pobreza hay trata. Si les das reconocimiento y derechos laborales y seguridad social a las personas entonces sí podrás cambiar las cosas”, ha dicho sobre las extranjeras que querrían dedicarse a otra cosa.
“El abolicionismo puede sonar muy bien, a algo maravilloso, pero al ponerlo en práctica no funciona (...) Suena utópico lo de 'sin prostitución no hay trata', pero la prostitución no se elimina así, sino que haces que se lleve a cabo de forma más oculta”, explica.
La autora de “Puta y libre” llama la atención sobre que “no hay ningún organismo oficial que confirme esas cifras del supuesto 80 % de prostitutas fruto de la trata” y que dice esgrimen partidos como el PSOE para defender su proyecto de ley, que avanza en su tramitación en el Congreso.
“La ONU y la Organización Internacional del Trabajo, en cambio, sí dicen que el abolicionismo es el sistema más peligroso para las trabajadoras sexuales”, asegura.
May, en la línea de las Putas Libertarias del Raval y otros colectivos de prostitutas de Barcelona, denuncia que el Gobierno no les haya preguntado por sus necesidades antes de redactar la propuesta de ley.
Destaca que existe “gran diversidad” de perfiles dentro de la prostitución y que se “caricaturiza” a la prostituta como víctima cuando muchas mujeres como ella lo hacen desde la postura feminista de decidir qué hacen con su cuerpo.
“Ser trabajadora sexual implica remover el 'statu quo' del sistema. A la mujer nos dicen cómo tenemos que vivir la sexualidad, y las trabajadoras sexuales no estamos de acuerdo. Nosotras decidimos sobre nuestro cuerpo y qué queremos hacer con nuestro capital erótico”, ha enfatizado.
Y sigue: “Si somos dueñas de nuestro cuerpo, lo somos para todo. ¿Por qué tengo que dar gratis al sistema el sexo?, y ¿por qué tiene que estar dentro del sistema del deseo y el amor romántico?”.
Sobre su propuesta para el sector, señala que en primer lugar debe despenalizarse tanto “el trabajo sexual” como ser cliente del mismo.
“Hay quien propone en vez de la abolición la regularización, yo en mi libro propongo la vía de dar derechos, como en Nueva Zelanda”, señala sobre el modelo por el que se inclina y, que, asegura, “da alternativas reales a quien no quiere seguir en la prostitución y facilidades y derechos y reconocimiento laboral” a quienes sí.