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La lucha contra el cambio climático es vital y una fuente de riqueza

En un momento como el actual, tras varios años de crisis económico-financiera, que se ha traducido en recortes sociales hace una década inimaginables, se impone llevar a cabo una reflexión global, de clara inspiración socialdemócrata, que defienda el poder de la política y la democracia para transformar el mundo, así como un modelo social más justo y equitativo y un desarrollo económico más eficiente y sostenible.

A través de 12 mensajes que expresan valores esenciales de convivencia y progreso, ideas básicas, todas ellas, hoy cuestionadas por la derecha ideológica, pretendemos recuperar o poner al día un pensamiento socialdemócrata que o bien anda despistado o bien ha perdido el lugar central que un día ostentó.

Aunque estas 12 líneas rojas no pretenden agotar el campo del pensamiento y la acción que deberían orientar a la socialdemocracia del siglo XXI, sí ejemplifican los retos y propósitos básicos que deberían conformar su estrategia de futuro, aportando nuevas soluciones ante los desafíos económicos y sociales, y a la vez recuperando su esencia inequívocamente progresista.

Líneas Rojas Líneas Rojas

El medio ambiente es quizá la línea roja más profunda e invisible de todas. El sistema de equilibrio natural de nuestro rompecabezas planetario, del que cada nación es una pieza dinámica insustituible, no conoce fronteras administrativas, límites territoriales o circunscripciones políticas. Hoy sabemos que si seguimos quebrando el equilibrio del medio hasta extremos de no retorno (en algunos casos ya traspasados), pelear por la redistribución de la riqueza, la igualdad identitaria o la construcción de un estado federal son solo un desiderátum. Todo futuro de justicia social, de economía social o de tolerancia política solo es posible si trabajamos en paralelo por una defensa a ultranza de la sostenibilidad medioambiental.

Los paradigmas sobre los que se ha abordado la sostenibilidad desde instituciones y mercado –el crecimiento sostenible- deben ser debatidos y cuestionados desde enfoques que enfaticen el decrecimiento –downshifting- como alternativa. Desde Líneas Rojas consideramos que se deben sentar las bases de una estrategia medioambiental firme, templada y consciente desde dos escalas diferentes:

En primer lugar, apostamos por la construcción de estructuras regulatorias y caminos políticos que pongan fin al abuso depredador de los recursos del planeta auspiciado por la lógica capitalista, pensando tanto en el ámbito global como en el más local y próximo. En segundo lugar, proponemos una redefinición de nuestros patrones cotidianos de consumo, de nuestros hábitos individuales o familiares y del marco de valores, para contribuir al equilibrio medioambiental. Los pequeños gestos cotidianos son importantes por su efecto directo, pero, sobre todo, por su efecto concienciador.

Muchos aspectos de la preservación del medioambiente son conocidos por la opinión pública, incluso se han convertido en un necesario –y atractivo- ámbito de las políticas públicas. No obstante, los cortos y medios plazos de muchas iniciativas políticas son insuficientes cuando hablamos de protección y preservación del medio ambiente. Son necesarias estrategias a largo plazo de carácter estructural y multidisciplinar.

Líneas Rojas toma como punto de partida la idea de que reducir y reformular el crecimiento económico es mucho más que una opción, es una obligación, dados los límites físicos de la naturaleza. La readaptación es casi imperativa (salvo que ignoremos el problema) y puede llevarse a cabo ora a través de la patrimonialización oligárquica o elitista de los recursos y residuos, ora mediante mecanismos de reajuste sistémico planificados y desarrollados sobre criterios de equidad, justicia, respeto y generosidad. Sabemos que no es tarea rápida pero sí urgente el iniciarla.

Consideramos que esta urgente tarea debe estructurarse en torno a siete ejes temáticos:

1) Promoción del principio de suficiencia: uso de recursos en función de disponibilidad (finitud y equidad)

2) Ciclo de los materiales: promover la circularidad frente a la linealidad

3) Lucha contra los xenobióticos (elementos no biodegradables y contaminantes)

4) Apuesta por la vida en proximidad

5) Energías renovables

6) Diversidad biológica

7) Formación y aprendizaje, (igual que la publicidad –propaganda comercial- nos sitúa en el campo del consumo, debemos promover comunicación constante en relación a la sostenibilidad y su laberíntica praxis: reciclado, cultura del ahorro, de la reutilización, etc.)

A su vez, estos ejes están mediados por dos escalas de actuación sobre las que planteamos una batería de acciones posibles y necesarias:

1) Escala Actitudinal.

Queremos favorecer el cambio de hábitos de consumo y estilos de vida mediante el replanteamiento de conceptos como el poder adquisitivo y el nivel de vida.

Reivindicamos el desarrollo de prácticas que favorezcan la sostenibilidad de verdad: aspiramos a aprender a vivir bien con menos, a reducir el consumo de energía y materiales; apostamos por una movilidad sostenible basada en el transporte público y medios alternativos no contaminantes; apoyamos el autoconsumo agroalimentario, la agroecología en general y el consumo de temporada; también secundamos procesos de generación de energía de autoconsumo, y, sobre todo, la formación continua en el ámbito medioambiental. Por eso, al igual que en las aulas ya hay educación vial, debemos incorporar una sólida y lúdica educación medioambiental enfocada a la idea de la vida sostenible en el ecosistema urbano como paradigma de hábitat dominante.

Los aspectos que aquí se plantean no dependen exclusivamente –ni deben hacerlo- de la intervención de las administraciones publicas, sino que están también en manos de la ciudadanía. Las posibilidades que las nuevas tecnologías ofrecen y el creciente conocimiento público sobre muchos de los mecanismos del sistema abren el campo a nuevos modelos productivos basados en esquemas colaborativos y de producción de conocimiento colectivo.

2) Escala Normativa.

Proponemos el desarrollo de un horizonte medioambiental fundamentado en la capacidad normativa, incentivadora y desincentivadora, del Estado y la Unión Europea. Apostamos decididamente por la internalización de todos los costes asociados a los combustibles (fósiles, nucleares, renovables) para determinar con mayor exactitud el coste por unidad de producción/consumo. Queremos una legislación contundente que penalice el despilfarro energético y que garantice el acceso universal a recursos básicos (agua, electricidad, etc.). Animamos la puesta en práctica de políticas desincentivadoras del consumo, normas contra la obsolescencia programada, y en favor de un decálogo técnico de edificación sostenible bioclimática.

Debemos revisar sin falta los criterios de espacio público dedicados al transporte privado. Defendemos el urbanismo de cercanía con densidades de población razonables (no somos partidarios del crecimiento horizontal de viviendas unifamiliares donde el coche es imprescindible). Necesitamos un marco legal para la producción eléctrica en favor de las renovables. Debemos poner en marcha Leyes Nacionales de Cambio Climático para forzar la convergencia planetaria hacia los acuerdos globales constantemente ignorados. Frente a la deriva actual queremos ampliar los espacios protegidos. Es también necesario alcanzar un consenso sobre las grandes infraestructuras de transporte, y, desde luego, derogar la nueva Ley de Costas para la mejor protección de estas. Es urgente la introducción de criterios ambientales en las políticas públicas.

En definitiva, este nuevo paradigma medioambiental que proponemos hay que abordarlo desde la convicción de que es inapelable e inaplazable, al menos, para los que queremos que nuestro planeta nos sobreviva en cientos de generaciones, y lo hacemos desde el convencimiento de que hoy la redistribución de la riqueza propuesta por el socialismo democrático pasa por una nueva relación con el medio natural. Para lograrlo sabemos que es necesario un programa fuerte de comunicación positiva, como los que realizan las fuerzas del mercado para mantener vivo el engranaje del consumo. Estas campañas de concienciación (publicidad, aprendizajes colectivos en lugares de trabajo y de ocio, etc.) deben acompañarse de fuertes programas normativos, contundentes con su incumplimiento, generosos con su cumplimiento, que impidan, desde el ámbito jurídico y legislativo, cualquier acción que actúe contra el medio ambiente.