Izquierda Unida de Extremadura enfureció recientemente el ánimo de no pocos opinadores dentro de la órbita progresista, tanto en la prensa y radio tradicionales como en las redes sociales. Todos indignados con la IU extremeña. Su delito, pactar con un partido de derechas, el Partido Popular, y continuar sosteniendo su gobierno a pesar de las brutales políticas de austeridad ejecutadas por el mismo partido desde Madrid. El motivo del pacto contra natura era una presunta causa mayor, posibilitar la alternancia en Extremadura. ERC también alude a una causa mayor para dar su apoyo a un partido de derechas que no ha dejado de recortar el bienestar de los ciudadanos catalanes en los últimos años: la necesidad de celebrar un referéndum sobre la independencia de Cataluña.
En las recientes elecciones catalanas CiU ha perdido 85.700 votos y doce escaños en contra de todo pronóstico. No han sido pocos quienes han interpretado este resultado como un rotundo fracaso del plan soberanista de Artur Mas. CiU habría perdido votos por exceso (los votantes menos nacionalistas que apoyaron a la coalición en 2010 habrían abandonado el partido espantados) o por defecto (serían los votantes más nacionalistas los que habrían desertado en esta ocasión para decantarse por los genuinamente independentistas, ERC). Cualquiera de esas interpretaciones se deja en el tintero el peso del rechazo a la política económica y social de CiU. Artur Mas ganó las elecciones en 2010 con un programa electoral en el que la profundización del estado del bienestar copaba un 18% de las propuestas y donde no había rastro alguno de los recortes que iba a aplicar al llegar al poder (datos del Regional Manifestos Project). El euro por receta en la sanidad pública, la subida de las tasas en las matrículas universitarias, el endurecimiento de las condiciones para el acceso a la renta mínima de inserción, el apoyo al Partido Popular de Mariano Rajoy en la aprobación de la ley de reforma laboral y en la subida del IVA, la reducción salarial que ha afectado a todos los trabajadores públicos (independientemente de su salario base) o la irrupción del tema de la corrupción en plena campaña electoral pueden haber pasado tanta o más factura en las urnas a CiU como su giro soberanista.
En cambio, ERC ha ganado 278.000 votos y ha duplicado su número de escaños en el Parlament respecto a 2010. Hace dos años, muchos votantes de ERC abandonaron este partido, sin duda el más castigado por su participación en el tripartit. Solo el 40% de los antiguos votantes de ERC les votaron de nuevo en 2010 y un 26% cambió su voto hacia CiU (CIS 2857). En las elecciones de 2012 ERC ha podido recuperar a buena parte de estos votantes nacionalistas. Pero el incremento de votos de ERC no proviene en exclusiva, ni siquiera en su mayor parte, de los votos perdidos por CiU. No salen las cuentas. Es más, tal como apuntan los primeros análisis el aumento del apoyo electoral a ERC ha sido más modesto precisamente en las comarcas donde CiU ha perdido más votos. De hecho, la provincia en la que más ha aumentado el voto a ERC es Barcelona, la menos nacionalista de las cuatro. Los ciudadanos de izquierdas, no necesariamente independentistas, pueden haber apostado por ERC en estas elecciones, partido que se ha postulado durante la campaña como el garante del estado del bienestar ante los recortes de CiU.
Cuando estén disponibles los datos poselectorales, se podrá calibrar qué peso han tenido los temas nacionales y qué peso han tenido los temas económicos y sociales en el resultado de las elecciones. Por lo pronto, la mayoría de los ciudadanos reconocen que las propuestas de cada partido para dar respuesta a la crisis son más importantes que su posicionamiento respecto a la relación entre España y Cataluña a la hora de decidir su voto, 52% frente a 35% (CEO).
Oriol Junqueras está en una difícil tesitura. Si, a cambio del referéndum, se ve obligado a pactar con CiU medidas económicas y sociales de austeridad sus votantes de izquierdas se lo recriminarán. Si no lo hace, los más nacionalistas le acusarán de anteponer los intereses de partido frente a los de país. Y, sin embargo, CiU y ERC están condenados a entenderse. ¿Es más lo que une a ambas formaciones o lo que las separa? Para comprobarlo usemos los datos del Regional Manifestos Project de nuevo. Los programas electorales de CiU y ERC comparten el mismo énfasis en el tema soberanista. El 20% y el 23% del total de frases de los programas, respectivamente, están dedicados al nacionalismo, a la identidad, la promoción de la lengua catalana o la reclamación de más competencias para la Generalitat. Las divergencias en este sentido son principalmente terminológicas. A diferencia de ERC, CiU no escribe ni una sola vez en su programa la palabra independencia y opta, sin embargo, por reclamar que Cataluña se dote de estructuras de estado o de un estado propio en el marco de la UE. Tampoco reclama abiertamente en ninguna parte del programa la celebración de un referéndum sobre la autodeterminación; prefiere hablar de una consulta en el marco de la legalidad para que el pueblo catalán determine su futuro colectivo. Esquerra, por el contrario, además de usar la palabra independencia sin complejos y reclamar la celebración del referéndum soberanista (al que pone incluso fecha, el 2014), exhorta a declarar unilateralmente la independencia en el caso de que su celebración fuese impedida por parte del gobierno central.
A partir de ahí las diferencias programáticas entre ambas formaciones se acentúan. CiU otorga muy poco peso dentro de su programa a la justicia social, la necesidad de proteger a los colectivos más vulnerables, la igualdad y no discriminación por razón de sexo o raza y la necesidad de una distribución más justa de los recursos, apenas un 3,4%, mientras que en el programa de ERC estos asuntos ocupan más del doble de espacio (8%). En este sentido ERC propone gravar a los bancos, recuperar el impuesto de sucesiones, retirar el euro por receta, además de rebajar el tramo catalán del IRPF y cargar con tributos al alcohol, el tabaco y los hidrocarburos. También defiende de manera incondicional la dación en pago para solucionar los problemas de las personas hipotecadas al borde de la exclusión, mientras que CiU contempla tímidamente esa medida dentro de la elaboración de una ley de segunda oportunidad aplicable a determinados casos. Por otro lado, CiU es el partido de todo el nuevo arco parlamentario que menos frases dedica a combatir la corrupción política y a mejorar la calidad de la democracia, un 1,8% de su programa, mientras que en el caso de ERC la cifra alcanza el 6%. La cultura y el deporte, temas enfatizados por ERC (8%), ocupan un modesto 4% del programa electoral de CiU. Respecto al modelo económico, la principal diferencia estriba en la importancia diferencial que conceden a otorgar ayudas a las empresas. Solo el 2,8% del programa económico de ERC, más volcado en los ciudadanos, apunta en esa dirección, frente a un 15% en el caso de los convergentes. Por último, la inversión pública en infraestructuras (30% en el programa de ERC) es poco relevante para CiU (12,5%), en línea con la mayor preocupación de este último por el control del déficit y la austeridad en las cuentas públicas.
A pesar de compartir la postura nacionalista, hasta un 35% de los votantes que manifestaron su intención de votar a ERC antes de las elecciones declaraba sentirse distante o muy distante de la coalición convergente encabezada por Artur Mas. Sin embargo, un 61% de ellos manifestaba cercanía hacia ICV-EUiA, que no se ha posicionado en el debate soberanista, e incluso un 13,5% hacia el PSC (CEO). De hecho, los programas de ERC y PSC son más parecidos entre sí que los programas de los dos partidos nacionalistas, ERC y CiU. Salvando el tema de la construcción nacional que en el PSC tiene menos relevancia y se transmuta en un discurso federalista, los socialistas catalanes comparten con ERC el énfasis en políticas de izquierdas, en la justicia social y la igualdad (7,4% de su programa), en la calidad de la democracia y la lucha contra la corrupción (7,1%) y en la promoción de la cultura (6,8%). Y también una receta económica muy similar para salir de la crisis basada en tres ingredientes fundamentales: la apuesta por la I+D (23%), la inversión en infraestructuras (17%) y la regulación del mercado para que funcione de un modo más justo (17%).
IU sigue siendo la extraña pareja que sostiene al Partido Popular en la Junta de Extremadura después de un año y medio, con aprobación de presupuesto de por medio. Dadas las diferencias programáticas entre CiU y ERC más allá del eje soberanista, ¿por cuánto tiempo se mantendrá la estabilidad en el parlamento catalán? ¿Llegarán al actual récord de la pareja extremeña?