A pesar de los profundos cambios que ha habido en España en los patrones de vida y participación de las mujeres en la sociedad, la representación pública de hombres y mujeres en los medios de comunicación sigue siendo diferenciada y asimétrica.
Esto no es algo intencionado, sino fruto de unas rutinas en las que influyen concepciones de género presentes en la sociedad. Las asimetrías disminuyen cuando de forma consciente se hace un tratamiento más equilibrado de hombres y mujeres (como sucede en algunas series televisivas, por ejemplo). Y aumentan, en cambio, dramáticamente cuando se utiliza el cuerpo de las mujeres como reclamo, en la publicidad o en determinados programas de entretenimiento.
Las desigualdades entre hombres y mujeres se expresan en la política de representaciones de los medios, que tienen el poder de destacar y clasificar, poder simbólico y poder para excluir. El diagnóstico de esta desigualdad se puede resumir evaluando cuatro dimensiones:
1.- El protagonismo y el reconocimiento de autoridad. Frecuentemente las mujeres son invisibilizadas o silenciadas. No sólo tienen menor presencia que los hombres, sino que a veces no se les da voz, aunque estén. O la tienen desde posiciones de menor prestigio y poder.
2.- La igualdad en el trato con independencia del sexo. Los medios suelen destacar de las mujeres dimensiones de tipo personal vinculadas a su rol familiar, forma de vestir, aspecto físico, etc., que tienen poca importancia en el caso de los hombres.
3.- Valoración equivalente de las aportaciones de hombres y mujeres. A menudo los medios destacan el hecho de ser mujer (una candidata-mujer, una presidenta-mujer, una científica-mujer) por encima de sus méritos o consecuciones, lo cual es una desvalorización implícita.
4.- Consideración de la desventaja de partida de las mujeres para comprender las situaciones de discriminación. En lugar de ello, frecuentemente se toma a los hombres como modelos de referencia. Se tolera, defiende, critica o alaba a las mujeres que irrumpen en ámbitos que se consideran de hombres. Son “ellas” frente a un “nosotros”. Y esta dicotomía constituye el marco que expresa las relaciones de poder y las desigualdades.
El último informe del Consejo del Audiovisual de Catalunya (CAC) sobre la representación de las mujeres en la televisión proporciona datos valiosos y suficientemente amplios para mostrar de forma empírica estas dimensiones. Analiza los informativos, los debates y entrevistas, y los programas de ficción (de producción propia) emitidos durante el primer semestre del año 2012 por cuatro televisiones: TV3 (pública autonómica), TVE en Cataluña (desconexiones de la cadena estatal), 8tv (privada autonómica) y BTV (pública local de Barcelona). Esto ha implicado analizar 4.431 unidades de noticias, 2.690 intervenciones en debates o entrevistas y 357 personajes de ficción.
El análisis de estos datos muestra el contraste entre los programas de no ficción (informativos y debates) frente a los programas de ficción (películas y series para televisión). En los programas de no-ficción, se muestra un primer desequilibrio significativo. Las las mujeres aparecen menos que los hombres (un 29% en los informativos y un 30,7% en debates y entrevistas).
En los programas de ficción, en cambio, la presencia de mujeres y hombres está más equilibrada, pues los personajes femeninos aumentan a un 44,5% y, además, hay más mujeres que hombres con un papel principal, tanto en términos relativos (un 20,1% de las mujeres frente a un 13,1% de los hombres) como absolutos (32 mujeres y 26 hombres).
Esto se puede deber a que en las películas y series, la dirección de los medios puede introducir criterios para promover determinados valores. Pero aquí se acaban las diferencias entre unos programas y otros, porque cuando se trata de ver cómo estas mujeres son representadas, entonces los desequilibrios emergen.
Se puede pensar de forma razonable que la menor presencia de mujeres en los programas informativos refleja de hecho diferencias en participación social existentes en la sociedad. Pero no es así. Entre los médicos que ejercen su profesión en España, un 46,4% son mujeres, y el porcentaje se reduce a un 26,7% cuando aparecen en televisión.Lo mismo sucede con las profesoras universitarias: un 37,5% son mujeres, pero en televisión se reducen a un 12,7%.
Justamente la sanidad y la educación tienen una elevada presencia de mujeres, pero resulta que en televisión las mujeres aparecen más como usuarias de los servicios sanitarios que como profesionales, y más como estudiantes que como profesoras. Las mujeres se asocian así a roles de menos prestigio, o que implican pasividad, más como receptoras de servicios que como sus ejecutoras.
Un elemento que se relaciona con la importancia otorgada a la intervención de una persona es su identificación. En los programas informativos, la proporción de mujeres sin identificar (un 23,1%) es más del doble que la de los hombres sin identificar (10,5%). Se advierte también una relación entre edad y sexo: la presencia de las mujeres en la pantalla disminuye con la edad. Y las mujeres se asocian de forma más intensa que los hombres a los roles que se ejercen en la esfera privada (un 43,3% frente a un 20,7%). Los hombres, en cambio, aparecen mayoritariamente ejerciendo roles relacionados con la esfera pública.
En el ámbito político, las mujeres tienen una escasa presencia como miembros de Gobiernos (un 16,6%) en tanto que el porcentaje aumenta a un 26% cuando se trata de representantes de partidos. En el ámbito social las mujeres tienen una presencia superior a la media (un 34,5%), pero asociadas sobre todo a la esfera personal, también a la cultura y al mundo económico. Los hombres se asocian mayoritariamente a la economía y al trabajo, y también a la crónica política, reproduciendo así uno de los estereotipos más arraigados respecto a la participación social y laboral de hombres y mujeres.
El ámbito deportivo es exageradamente asimétrico. Fue objeto de un informe específico por parte del CAC en el año 2010 y mostraba la muy baja presencia del deporte femenino en TV3 (1,2%), TVE en Cataluña (1,8%), 8tv (0%) y BTV (3%). Hay que señalar que en este mismo año las mujeres tenían un 20,7% de las licencias deportivas y que entre los deportistas de alto nivel un 45% eran mujeres.
Los personajes de las series y películas de televisión presentan unas características divergentes según se trate de hombres o de mujeres que siguen los ejes de desigualdad. Las mujeres tienen menos nivel de poder, se asocian más a la esfera privada y sus actividades laborales son menos cualificadas que las de los hombres, Además, las mujeres aparecen más a menudo haciendo tareas del hogar (un 77,8% frente a un 56,3%) o cuidando a alguien (un 22,2% frente a ningún hombre).
Para concluir, los desequilibrios que aparecen en la representación de las mujeres en los programas de televisión proceden de dos factores de naturaleza muy distinta. Uno es de carácter cultural, derivado de la menor visibilidad e importancia que se otorga a actividades que realizan las mujeres. El otro factor se relaciona con factores sociales y de poder, pues los medios reflejan en buena medida lo que existe en los partidos, en la actividad institucional, en la representación profesional o en el liderazgo asociativo. Más presencia de mujeres con cargos relevantes en estos ámbitos debería traducirse también en un mayor equilibrio en la representación de hombres y mujeres en los medios de comunicación.