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El regreso de las primarias ¿brotes verdes en la política española?

El contexto de profunda crisis social, económica e institucional que vivimos desde hace más de un lustro en España ha alentado frecuentes acusaciones sobre la falta de transparencia y corrupción en los partidos políticos, la formación de una casta política o, por extensión, la falta de receptividad de los partidos políticos a las peticiones de la ciudadanía. Todas estas críticas constituyen serios motivos de preocupación porque lo que sugieren es que los mecanismos básicos de representación que deberían regir las relaciones entre los ciudadanos y los políticos (transparencia, rendición periódica de cuentas, responsividad, etc.) están fallando. Aunque podría esgrimirse que la desconfianza de los españoles con los partidos tiene un origen casi atávico, que la crisis económica amplifica las críticas o que los ciudadanos han cambiado sus valores, sin duda algunas de sus actuaciones más recientes no han ayudado a mejorarla. El incesante goteo de casos de corrupción o algunos sonados incumplimientos electorales son buena muestra de ello.

De modo más genérico, un diagnóstico común a otras sociedades occidentales viene a sostener, no sin cierta razón, que los partidos han adquirido una posición institucional demasiado privilegiada que les hace un tanto autistas respecto a la sociedad civil. Esta tesis también parece aplicable al caso español: desde la transición política los partidos gozan de una notable sobreprotección jurídica y económica sin que afronten controles o contrapartidas muy exigentes. Por otro lado, los principales partidos españoles han otorgado a sus líderes poderes muy amplios en términos de selección de candidatos, líderes regionales, elaboración de programas, dirección de las campañas, etc. Esta concentración de poderes ha funcionado razonablemente bien para garantizar la unidad y disciplina internas (requisito sine qua non del éxito electoral), pero también ha contribuido a una muy pobre transparencia y rendición de cuentas. Aunque es posible que estos no sean los únicos o principales elementos que sirven para explicar las razones directas de la desconfianza de los ciudadanos con los políticos, sin duda son un factor clave para entender su funcionamiento y las dificultades de su reforma.

En este contexto de censura generalizada a los partidos políticos debe constatarse que estos no son tan impermeables a las críticas como podría parecer a primera vista. Muchos de ellos están tratando de utilizar tanto las nuevas tecnologías como las redes sociales para mejorar los mecanismos de participación y rendición de cuentas. Aunque con limitaciones, los cambios legislativos han permitido un mayor acceso de las mujeres a cargos políticos. La lista podría ser más extensa. Sin embargo, a nuestro juicio, las primarias constituyen uno de los mejores ejemplos del esfuerzo que algunos partidos están haciendo para adaptarse a las peticiones de una mayor apertura y regeneración democrática.

Introducidas en España a finales de la década de los 1990, durante años su uso se ha limitado a experimentos locales y regionales. Su recuperación estos últimos meses por parte de algunos partidos las ha incorporado de nuevo a la agenda política: En la Comunidad Valenciana la coalición Compromís las ha utilizado para elegir a sus candidatos al Parlamento Europeo y el PSPV ha hecho lo propio con su candidato a la Generalitat Valenciana. En Cataluña el PSC, ICV y Ciutadans las han organizado para seleccionar a sus cabezas de lista para Europa. Además, el PSC también ha elegido con primarias abiertas a su cabeza de lista para las próximas elecciones al ayuntamiento de Barcelona. UPyD también eligió a su cabeza de lista europeo con este sistema. Hasta el momento la izquierda o nuevos partidos como UPyD y C’s han sido más permeables a este tipo de innovaciones. La experiencia comparada nos muestra, sin embargo, que estas pueden extenderse por todo el arco ideológico.

¿El regreso de las primarias constituyen los primeros brotes verdes de un ciclo de regeneración de la política española? Obviamente, la respuesta a esta pregunta depende de la concepción normativa de la democracia que uno tenga. Como señalábamos, es dudoso que por sí mismas las primarias puedan ser la pócima mágica que cure la confianza perdida en los partidos. Además, las primarias (especialmente las abiertas) también implican cierto desafío, no necesariamente a mejor, en la forma en que tradicionalmente se ha establecido la mediación entre el partido y los ciudadanos. Por otro lado, cambiar el selectorado sí tiene potenciales efectos en los mecanismos de rendición de cuentas y de poder interno. Para los futuros candidatos, no es lo mismo que quien seleccione la composición de la lista electoral sea una sola persona o 10.000. Para los encargados de mantener la disciplina y unidad interna, tampoco. Corresponde a los partidos decidir hasta donde tienen que llegar en estos aspectos. A nuestro juicio, la buena noticia es que se estén empezado a producir. ¿Qué balance puede hacerse de lo sucedido en los últimos meses?

De entrada, ninguna de las elecciones primarias celebradas parece haber servido para cuestionar el poder del aparato del partido. Los candidatos que más o menos explícitamente tenían el apoyo del aparato han resultado vencedores. Como señalábamos en un post anterior, las primarias han vuelto a confirmar que no resultan especialmente favorables a la llegada de las mujeres a la primera fila de la política: en ninguno de los partidos que ha celebrado primarias ha ganado una mujer y la única que es cabeza de lista no ha sido elegida en primarias. Por otro lado, la primera vuelta de las primarias abiertas del PSC en la ciudad de Barcelona ha generado notable polémica debido las estrategias de captación del voto utilizadas por algún candidato… algo que la experiencia comparada enseña que suele ser más habitual de lo que creemos.

La conferencia política del PSOE del pasado otoño introdujo dos novedades muy importantes en su organización: permitir las primarias abiertas y rebajar los criterios de elegibilidad de los futuros cabezas de lista. El primero permite que puedan intervenir en el proceso los simpatizantes y votantes. El segundo facilita la celebración efectiva de las primarias al rebajar los requisitos para ser cabeza de lista. Ambos cambios han asegurado un éxito de participación en las primarias del PSPV. En el PSC se ha abierto la participación a menores de 16 años y residentes no comunitarios, pero la participación ha sido muy baja (¡especialmente la de los militantes!). Lo que es indudable es que en los dos partidos la competición pública por el puesto parece quedar más garantizada, cosa que antes no siempre sucedió.

Después de algunos años aplicando primarias, la competición también parece haber llegado de nuevo a ICV y Ciutadans, aspecto del que sin duda conviene congratularse. En UPyD la competición es algo habitual porque este partido no demanda avales a los potenciales cabezas de lista. Sin embargo, las cifras de participación de estos tres partidos han sido muy bajas, seguramente por su baja exposición a los medios generalistas.

Junto a los socialistas, la innovación política más relevante de estas pasadas elecciones primarias es la de Compromís. Para aquellos menos familiarizados con la política valenciana recordar que Compromís es una alianza política formada inicialmente como coalición de tres partidos políticos aunque en la actualidad ya permite la afiliación directa. Actualmente tiene representación tanto en las Cortes Valencianas como en el Congreso de los Diputados. También en este caso, el proceso se ha abierto a menores de 16 años y comunitarios no residentes y se han establecido unos criterios de elegibilidad bastante bajos (3% de los afiliados). Esto ha garantizado la competición interna. Lamentablemente las cifras de participación no han sido muy espectaculares. Sí es destacable, sin embargo, que la participación online haya sido mayor que la presencial. Pero lo interesante y novedoso de este caso es que la coalición ha ideado un mecanismo para confeccionar mediante primarias no sólo la elección del cabeza de lista, sino de ésta en su totalidad. Este sistema ha sido aceptado por parte de todos los integrantes de la coalición gracias al establecimiento de un sistema de votación ponderado (1/n, donde n es la posición del candidato en lista ordenada por cada votante). La principal ventaja de este método es que garantiza cierta representación a los partidos minoritarios suficientemente organizados. Obviamente, tanto el sistema de votación como el establecimiento adicional de cuotas fue uno de los puntos que más discrepancias suscitaron durante la elaboración del reglamento de primarias entre los partidos de la coalición. Que Compromís haya sido capaz de arbitrar una fórmula de este tipo con éxito abre el camino para que otras coaliciones puedan incorporarla en el futuro.