Artículo publicado en LSE Europp Blog - The strength of exclusive national identity is the most important indicator of EuroscepticismLSE Europp BlogThe strength of exclusive national identity is the most important indicator of Euroscepticism
La proporción de personas que piensan que su país no se ha beneficiado de la pertenencia a la UE ha ido aumentando de manera constante en la mayoría de los países europeos desde finales de 1990 (véase el gráfico siguiente). Los analistas se basan precisamente en estas tendencias de la opinión pública y en el creciente éxito de los partidos abiertamente euroescépticos en elecciones nacionales y europeas para afirmar que el euroescepticismo va en aumento. Mientras que hasta la década de los 90 la UE fue vista principalmente como un empeño económico, los acontecimientos ocurridos desde el Tratado de Maastricht han dado a Europa más protagonismo en la vida cotidiana de las personas. Esto ha podido afectar la evaluación, tanto en su forma como en las razones que subyacen a la misma, que los ciudadanos europeos hacen de la Unión Europea. Por tanto, esta evolución de empeño fundamentalmente económico a un proyecto más social y político puede explicar parte de la subida del euroescepticismo.
Gráfico: Porcentaje promedio de ciudadanos de la UE (UE-12) que indicó que su país se ha beneficiado o no se ha beneficiado de ser un miembro de la UE
Revisando la historia de la investigación sobre el euroescepticismo se pueden identificar principalmente dos enfoques. Por un lado están las explicaciones de por qué las personas son euroescépticas, que se han centrado tradicionalmente en el llamado factor “duro”, haciendo hincapié en la importancia de factores como los ingresos de los individuos, o su situación económica y laboral. El segundo enfoque, más reciente, se centra en factores explicativos más “blandos”, como la identidad afectiva y otros factores de tipo cultural. Nosotros sostenemos que estos factores de identidad importan mucho más que los aspectos económicos a la hora de explicar el euroescepticismo. Además, creemos que ello no depende del factor tiempo, ya que incluso en la UE de los 90 los problemas relacionados con la identidad pesaban más que las consideraciones económicas.
Echemos un breve vistazo hacia atrás en la investigación sobre el euroescepticismo. El enfoque utilitario, “duro”, fue el más común en los 90. De forma muy resumida, este enfoque demostró que las personas que ocupaban puestos jerárquicamente más elevados eran más partidarios de la integración europea. Esta línea de investigación apenas se cuestionó en su momento, en parte porque el enfoque económico de la UE era predominante. Con el Tratado de Maastricht en 1992, sin embargo, el enfoque de la integración europea también se desplazó hacia los aspectos más “blandos”. Fue entonces cuando se crearon las políticas intergubernamentales para los asuntos exteriores y de defensa (PESC) y de la justicia y los asuntos de interior (JAI), que comenzaron a tener un impacto en la segunda mitad de la década de 1990.
El cambio de énfasis respecto a los ámbitos políticos de actuación de la UE afectó también, según estas mismas investigaciones, a los criterios que la gente utiliza en su evaluación. Hoy en día, la investigación sugiere que los factores blandos relacionados con la identidad nacional y las percepciones en torno a la inmigración tienen un impacto más fuerte sobre el euroescepticismo que los factores económicos. La literatura indica que ha habido un cambio en la capacidad predictiva de los factores utilitarios hacia factores de identidad. ¿Pero realmente ha ocurrido este cambio? ¿O es más bien que la identidad siempre fue importante pero no fue tenida en cuenta por la investigación anterior en este área de estudio?
Existen dos hipótesis principales que subyacen a la idea de un cambio en la capacidad explicativa de los factores duros frente a los blandos. En primer lugar, como se discutió anteriormente, el enfoque de la UE ha cambiado con el tiempo. Las políticas sociales se llevaron a cabo por primera vez tras el Tratado de Maastricht. La Unión Europea dio un giro más social en su enfoque hacia la integración europea, pero sin dejar sus cualidades utilitarias atrás. La aplicación de estas políticas habría alterado gradualmente el contexto europeo. Como consecuencia, la ciudadanía europea compite con la ciudadanía nacional, y el miedo a perder la propia identidad nacional debido al progreso de la integración europea se hizo real.
En segundo lugar, una serie de eventos internacionales tuvo lugar en la década comprendida entre finales de los 90 y mediados de la década de 2000 – los ataques terroristas en Nueva York en 2001 y los ataques terroristas de Madrid en 2004 y Londres en 2005, son ejemplos específicos. Estos acontecimientos alteraron el discurso dentro de la política, los medios de comunicación y la esfera pública, poniendo el foco en las identidades religiosas y nacionales. Por lo tanto, las identidades nacionales fueron tal vez fortalecidas y los sentimientos de amenaza para la cultura e identidad de los pueblos se intensificaron. Teniendo en cuenta estas observaciones, nuestro argumento es que en la década de 2000 la gente era más proclive a tener en cuenta los factores blandos que los factores duros al juzgar la UE.
A partir de las encuestas del Eurobarómetro de 1994 y 2005 en la UE-12 evaluamos el impacto de los indicadores “suaves” a nivel individual, como el orgullo nacional y la identidad nacional exclusiva, y los factores “duros”, tales como la posición socioeconómica y la situación financiera personal del entrevistado. También incluímos distintas características contextuales en el análisis, como los flujos de inmigración o el PIB. Los resultados mostraron similitudes notables en ambos puntos temporales. En general, las personas que se mostraban más positivas sobre su situación financiera personal y sobre la de su país se mostraban menos euroescépticas. La influencia de la situación laboral era pequeña, mientras que una mejora relativa de la situación económica del país llevó a menos escepticismo. Más importante aún es que la identidad nacional exclusiva aumentaba el euroescepticismo. El orgullo nacional, sin embargo, mostraba el efecto contrario. Esta diferencia se explica por el hecho de que una identidad exclusiva crea actitudes opuestas hacia los “otros” (por lo tanto, la UE), mientras que el orgullo nacional puede co-existir más fácilmente con un orgullo europeo.
Pero, ¿qué pasa con las diferencias en el poder predictivo de los factores económicos en comparación con la identidad a través del tiempo? En ambos períodos los factores económicos tuvieron una influencia algo más limitada en el euroescepticismo en comparación con los factores de identidad. Esto sugiere que la evolución de la UE hacia políticas más sociales y los sucesos externos no afectan a la influencia de los factores sociales y culturales en los que se basan las actitudes hacia la UE de la ciudadanía. Podría decirse que estos factores “blandos” han dominado los factores duros desde el principio. Esto refuta la idea general en la investigación sobre euroescepticismo de que la identidad y la cultura sólo han comenzado a ser importantes recientemente.
¿Qué implicaciones tiene esto para el presunto aumento del euroescepticismo? Parece que la gente no se ha vuelto más crítica con la UE a pesar de la extensión creciente del abanico de políticas decididas a nivel europeo. Este cambio no se traduce en un cambio con respecto a la importancia de los factores “blandos” o “duros”. Aunque esto pueda parecer un resultado decepcionante, no lo es en realidad. Estos hallazgos ponen de manifiesto la existencia de un error común en lo que respecta al impacto de la identidad y la cultura sobre el euroescepticismo. Sabíamos que estos factores son de importancia con respecto a la explicación de euroescepticismo. Ahora sabemos que eran importantes desde el principio. Esto amplía nuestra comprensión de lo que significa Europa para sus ciudadanos y cómo este significado se ve afectado por la identidad y la cultura.
Para una discusión más amplia sobre el tema tratado en este post puedes consultar el artículo de los autores en el Journal of European Integration