Las actitudes hacia la Unión Europea (imagen de la UE, confianza en las instituciones de la UE, satisfacción con la democracia a escala europea, etc.) son un asunto relevante y actual debido al acusado deterioro en la imagen y la confianza ciudadanas en las instituciones europeas. Este es un efecto experimentado durante los peores años de la crisis económica, de 2007 a 2012.
Como se representa en el gráfico, empleando resultados de los Eurobarómetros semestrales de primavera y otoño, el porcentaje de europeos que confían en la UE cayó 26 puntos en cinco años, del 57% de mayo de 2007 al 31% del mismo mes de 2012. No obstante, desde esta fecha, la confianza en las instituciones de la UE permanece estable.
La variación en la confianza en las instituciones de la UE no ha sido homogénea. El Estado miembro que experimentó un mayor cambio de tendencia fue España, con una caída de 45 puntos porcentuales en los encuestados que dicen estar más bien a favor de la UE (el 65% en 2007 frente al 20% en 2012) y un aumento de 49 puntos en los que declaran estar más bien en contra (el 23% y el 72% respectivamente).
Es importante tener en cuenta que la confianza de los ciudadanos europeos en las instituciones de sus países evoluciona casi en paralelo a la confianza en las instituciones de la UE, como se aprecia también en el gráfico. Por ejemplo, la confianza en los gobiernos estatales descendió en estos cinco años del 41% (mayo de 2007) al 28% (mayo de 2012). Sin embargo, mientras la confianza en las instituciones de la UE se estabilizó en mayo de 2012, la confianza en los gobiernos estatales continúa cayendo semestre a semestre, descendiendo al 23% en noviembre de 2013.
La evolución en la imagen de la Unión Europea confirma que en otoño de 2011 se frenó el deterioro en las actitudes hacia la UE desencadenado por la crisis económica. La caída en el porcentaje de ciudadanos con una imagen positiva de la UE fue de 21 puntos: en mayo de 2007, el 52% de los ciudadanos tenían una imagen positiva de la UE, en noviembre de 2011, solo el 31%. Un porcentaje que se mantiene estable los últimos dos años. En el caso de la imagen negativa, el alza es de 13 puntos porcentuales de mayo de 2007 (15%) a mayo de 2012 (28%), y no experimenta cambios desde la primavera de 2012.
Finalmente, acerca de la satisfacción con la democracia europea, el porcentaje de ciudadanos europeos que consideran que su opinión no cuenta en la UE se ha incrementado 11 puntos desde mayo de 2007 (55%) hasta noviembre de 2013 (66%). En noviembre de 2013, casi 1 de cada 3 europeos (el 29%) estima que su opinión cuenta (en mayo de 2007 el porcentaje se situaba seis puntos por encima, en el 35%).
Según los últimos datos del Eurobarómetro (de noviembre de 2013), ¿quiénes son los europeos más y menos tendentes a creer que su voz es escuchada en la UE? Los más crédulos son daneses (57%), belgas (47%) y suecos (47%), y los menos: chipriotas (11%), griegos (13%) y letones (15%). Por encima de la media de los 28 Estados miembros (29%) están también, por ejemplo, alemanes (41%), holandeses (40%) o franceses (36). Italianos (17%), españoles (18%) o portugueses (18%) se sitúan por debajo de la media.
Merece la pena mencionar la contribución a la explicación de las variaciones interpersonales y entre países en las actitudes hacia la UE de P. Desmet, J. van Spanje y C. de Vreese, publicada en el artículo “'Second-order' institutions: national institutional quality as a yardstick for EU evaluation”. Estos analistas, empleando datos de una encuesta suministrada en 21 Estados tres semanas después de los comicios europeos de 2009, concluyen que los ciudadanos de países con mejores instituciones estatales, sobre todo cuando tienen más conocimientos de política estatal, tienden a estar menos satisfechos con la democracia a escala europea.
Partiendo de trabajos anteriores que destacaban también la importancia de las relaciones entre factores estatales y europeos en la conformación de las actitudes hacia la UE, como los de Sánchez Cuenca “The political basis of support for European integration” o B. Burgoon “Social nation and social Europe: Support for national and supranational welfare compensation in Europe”, P. Desmet, J. van Spanje y C. de Vreese (2012) se centran en la evaluación del rendimiento democrático de la UE, realizando dos aportaciones analíticas destacables. Primero, la incorporación de características de distintas instituciones (corrupción, economía sumergida, regulación de la participación política, etc.) en un único indicador de la calidad de las instituciones estatales, una medida objetiva que funciona como determinante contextual de la valoración individual del rendimiento democrático de la UE. Y segundo, el empleo del conocimiento sobre política estatal como factor moderador del efecto de la calidad de las instituciones estatales en la satisfacción con la democracia europea.
Ciertamente, este último elemento, la falta de conocimientos sobre política, constituye una preocupación clásica de los estudiosos y de los líderes políticos europeos desde cuando menos la Grecia antigua. Esta carencia hace depender las preferencias y actitudes ciudadanas de los mensajes de los partidos y de la cobertura mediática de la información política.
Podemos esperar que en países con más ciudadanos menos conocedores de los asuntos de la UE, la cantidad y calidad de la información publicada así como el número y la variedad de los mensajes políticos difundidos por los partidos influyan más en las actitudes ciudadanas hacia “Europa”. Y sabemos que en España, hasta la fecha, los partidos políticos han dado escasa importancia a la UE, elaborando pocos mensajes sobre estos temas.
Como apuntan PDesmet, Van Spanje y De Vreese, convendría analizar los efectos del conocimiento individual sobre política europea sobre las actitudes hacia la UE en general y la satisfacción con la democracia en particular. Además, sería relevante examinar la incidencia de los mensajes de los partidos políticos así como del tratamiento de la información sobre asuntos europeos en los medios de comunicación.