Artículo publicado en LSE EuroppBlog: EU recognition of Palestinian statehood can only offer a partial solution to the Israel-Palestine conflictEU recognition of Palestinian statehood can only offer a partial solution to the Israel-Palestine conflict
En varios países europeos, entre ellos España, existe un debate serio sobre el reconocimiento de Palestina como Estado independiente. El gobierno sueco se ha decidido en favor del reconocimiento, y todo parece indicar que el gobierno español se sumará próximamente. La atención se centra ahora en la votación inminente en el parlamento francés, y en los textos que están elaborando para una resolución en el Parlamento Europeo que insta a la Unión Europea a llevar a cabo el reconocimiento. Además, la nueva alta representante de política exterior de la UE, Federica Mogherini, ha hecho comentarios que algunos interpretan en la misma dirección.
En un período relativamente corto de tiempo se ha extendido la idea de que dar reconocimiento formal a un Estado palestino es la única manera de avanzar hacia algún tipo de acuerdo de paz. Los trágicos asesinatos de hace dos semanas en las sinagogas en Jerusalén revelan los peligros de la ira palestina, cada vez más inflamada a raíz de la impactante cifra de muertos del ataque de Israel a Gaza del pasado verano. En Europa muchos argumentan que la actual espiral de violencia justifica un cambio radical de enfoque en Oriente Próximo. Tienen razón, pero no hay que olvidar que la UE todavía tiene que hacer mejoras en sus estrategias respecto al conflicto.
Centrarse en el reconocimiento de Palestina podría desempeñar un papel modesto en el desbloqueo de las negociaciones de paz. Al mismo tiempo, la cuestión del reconocimiento no debe desviar a la UE y a los gobiernos europeos de corregir las debilidades en sus políticas de cooperación en los territorios ocupados. En el corto plazo es imprescindible un compromiso mayor y más equilibrado sobre el terreno.
Es importante comprender lo que ha fallado en la estrategia europea de los últimos años, para entender por qué el reconocimiento sólo sería la mitad de una estrategia eficaz. El punto principal de esta estrategia ha sido la de ayudar a preparar a los Territorios Palestinos Ocupados (TPO) para la construcción de un estado. Los estados europeos han canalizado importantes cantidades de fondos en la construcción de las instituciones palestinas, de hecho los TPO se encuentran entre los principales beneficiarios de la ayuda europea. En total, la ayuda supera 1.000 millones de euros cada año. En términos per cápita los palestinos se encuentran entre los beneficiarios de ayuda internacional mejor financiados de todo el mundo.
Los gobiernos europeos han tenido mucho éxito en este empeño. Como el mayor donante de los territorios ocupados, la UE ha ayudado a los palestinos a dotarse de las instituciones gubernamentales que necesitarán para administrar un estado. Sin embargo, este enfoque de creación de instituciones tiene más sentido cuando se incluye dentro de las conversaciones de paz. Los países europeos no pueden seguir vertiendo fondos mientras no se permita a estas instituciones funcionar en calidad de organismos estatales propiamente dichos.
Las conversaciones de paz se rompieron a principios de este año. Desde los ataques israelíes contra Gaza, la comunidad internacional se ha preocupado simplemente por tratar de preservar el frágil alto el fuego entre Israel y Hamas, a la vez que ofrecía ayuda para la reconstrucción de la Franja de Gaza. Estas son medidas necesarias, pero representan un paso atrás en la negociación de una paz arraigada y que perdure en el largo plazo.
Todo ello plantea un interrogante sobre el enfoque que la UE ha seguido durante los últimos veinte años. En las últimas conversaciones de paz, Estados Unidos trató de negociar un marco básico para abordar todos los temas por consenso. Un enfoque que ahora parece completamente descartado. Es por esta razón que ha llegado el momento de considerar maneras más directas de llegar a un Estado palestino.
Con el reconocimiento formal los palestinos éstos podrían tener la posibilidad de emprender acciones legales en contra de los abusos de derechos humanos israelíes. Se podría dar apoyo para que la Autoridad Palestina se una a la Corte Penal Internacional como un medio de llevar los casos legales contra los soldados israelíes. Sin embargo, el debate sobre el reconocimiento no será suficiente y no hay que esperar que pueda hacer frente a todos los desafíos actuales.
La financiación europea en los Territorios Ocupados se ha desequilibrado y ha contribuido a apuntalar una Autoridad Palestina cada vez más disfuncional. La forma en que la UE está presionando para que Fatah recupere el control de Gaza, que ahora está en manos de Hamas, podría incrementar la inestabilidad. Lo cierto es que se podría estar haciendo mucho más para permitir el funcionamiento eficaz y democrático de las instituciones palestinas.
La UE debe comenzar a relacionarse con Hamas. En Europa parecen estar contando con la recuperación del control de Gaza por parte de la Autoridad Palestina pero marginar a Hamas supone arriesgarse a una inestabilidad aún mayor que devendría en un paso atrás para la causa palestina, incluso si se le reconociera la condición de Estado formal. Alguna forma de participación es necesaria si la UE pretende ayudar al gobierno a fusionar las diferentes estructuras institucionales de Gaza y Cisjordania en un único espacio político.
Por supuesto, al mismo tiempo la UE también debe ayudar a Israel con sus preocupaciones de seguridad perfectamente legítimas. Es necesario ofrecer a Israel nuevas formas de cooperación, en un esfuerzo por mejorar las relaciones, que no se encuentran en su mejor momento. El desafío es ayudar con temas de seguridad de forma que se pueda conseguir legitimidad popular en ambos lados del conflicto.
En resumen, los países europeos sin duda necesitan considerar nuevas opciones para una solución a largo plazo del conflicto, pero también deben centrarse en las necesidades a corto plazo para evitar un nuevo repunte de la violencia. El reconocimiento no puede convertirse en un pretexto para que el gobierno europeo de un paso atrás en su compromiso sobre el terreno con los Territorios Ocupados.