- Robert Liñeira analiza la evolución de la opinión de los catalanes respecto al referéndum a partir del sondeo anual del ICPS, realizado en octubre de este año
Sin lugar a dudas, la consulta sobre la independencia es el tema que encabeza la agenda política de Cataluña, y uno de los principales en la española. Los partidos y los medios de comunicación debaten acerca de la legalidad, la oportunidad o la manera de celebrarla, pero todos lo hacen sin perder de vista la cuestión principal: ¿qué apoyo recibiría un sí a la independencia en Cataluña?
Responder a esta pregunta no es sencillo porque cómo se llegue a la consulta tendrá consecuencias sobre el resultado. Además, algunas incógnitas permanecen. ¿Se llegará a algún tipo de acuerdo con el Gobierno español? ¿Qué pasaría con la pertenencia de Cataluña a la UE?
En estos momentos, son los propios entrevistados los que deben formular respuestas propias a alguno de estos interrogantes para poder tomar partido, lo que da una cierta provisionalidad a cualquier estimación que se haga sobre el apoyo a la independencia.
A pesar de estas limitaciones, las encuestas de opinión pública son el mejor instrumento para conocer cómo se distribuyen las opiniones en la actualidad. Desde hace tres años, el sondeo anual del Institut de Ciències Polítiques i Socials (ICPS) de Barcelona ha incluido una pregunta sobre cómo votarían los entrevistados en el caso de referéndum, y sobre las motivaciones de su voto (un informe más detallado puede leerse aquí).
La ventaja de este sondeo es que se trata de una encuesta domiciliaria, realizada con entrevistas cara a cara, lo que suele generar respuestas de mayor calidad. ¿Qué dicen lo datos de 2013 y cómo han ido evolucionando?
Para tomar perspectiva, vale la pena comenzar por el gráfico 1, en el que se recoge la evolución de las preferencias de los catalanes acerca de cuáles deberían ser las relaciones entre Cataluña y España en los últimos 25 años.
En la actualidad, la independencia es la opción escogida por más ciudadanos con un 42 por ciento de las respuestas, mientras que el actual estado de cosas (Cataluña como una comunidad autónoma de España) continúa perdiendo apoyos hasta situarse como la opción preferida por sólo un cuarto de la ciudadanía.
De hecho, el incremento del apoyo a la independencia y la caída de los partidarios de mantener el actual encaje de Cataluña dentro de España son las dos tendencias más evidentes de los últimos años. Por otro lado, los apoyos a las opciones federalista y regionalista no registran grandes cambios en los últimos tiempos, recogiendo a un 18 y un a 6 por ciento de las preferencias, respectivamente.
Ante esta estructura de preferencias, ¿qué sucedería en el caso de un referéndum? El gráfico 2 evidencia que, actualmente, un 49 por ciento de los entrevistados votarían sí a la independencia, un 25 por ciento votarían no, un 21 se abstendrían y un 5 por ciento votarían blanco, nulo, o prefieren no pronunciarse.
De la evolución de la intención de voto, cabe destacar dos cosas. Por un lado, que tanto el indicador de preferencias como el de intención de voto muestran un apoyo similar a la opción independentista. No siempre ha sido así. En 2010, los apoyos a la opción independentista en la pregunta sobre las preferencias y en la de intención de voto eran de un 30 y de un 44 por ciento, respectivamente.
En cambio, en 2012, justo después de las elecciones autonómicas, las diferencias se redujeron sustancialmente (41 vs 49) y se mantienen en la actualidad (42 vs 49). Esto indica que el hecho de que CiU se comprometiera ante la ciudadanía a realizar una consulta durante la pasada campaña electoral supuso una sacudida en la opinión pública, que pasó a dar mayor consideración a la cuestión y se hizo más ‘congruente’ en sus respuestas. Por otro lado, cabe destacar que durante el último año las posiciones se han cristalizado. De hecho, sólo se registra un cierto aumento de los abstencionistas y una cierta caída del voto no.
En definitiva, el hecho de que las incógnitas sobre cómo y cuándo celebrar la consulta no se hayan aclarado hasta un año después de la celebración de las elecciones se ha traducido en pocos cambios en la estructura de las preferencias y en la intención de voto.
Otra cuestión relevante para poder entender las estrategias de los distintos actores tiene que ver con el apoyo que reciben las diferentes opciones entre los electorados.
El gráfico 3 recoge el cruce entre las dos preguntas: la intención de voto en el referéndum con el recuerdo de voto en las últimas elecciones autonómicas de 2012. La imagen del gráfico es más tranquilizadora para unos partidos que para otros. Así, entre los antiguos votantes de las CUP i ERC, y entre los de C’s y el PP hay una práctica unanimidad, a favor de la independencia en el primer grupo, en contra en el segundo.
En cambio, el resto de partidos aparecen divididos en mayor o menor medida. En el caso de CiU hasta dos tercios de sus electores están dispuestos a votar sí, pero el tercio restante se distribuye entre la abstención, el no y la duda. ICV es el partido que muestra un electorado más dividido: el sí y el no tienen un apoyo del 42 y el 33 por ciento respectivamente, y hasta un cuarto de los electores se distribuye entre el resto de las opciones. En el caso del PSC, el grupo más numeroso es el de los contrarios a la independencia (42 por ciento) pero hasta un 22 por ciento dice que votaría sí.
Quedan muchas incógnitas por despejar en la cuestión del referéndum sobre la independencia de Cataluña. En cualquier caso, pocos cambios se han producido en la opinión pública en el último año, y son pocos los ciudadanos que no se pronuncian sobre la cuestión. Pero esto no quiere decir que no pueda haber cambios. Habrá que ver en qué dirección evoluciona dicha opinión ahora que se ha concretado la fecha y la pregunta.