Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Puigdemont estira la cuerda pero no rompe con Sánchez
El impacto del cambio de régimen en Siria respaldado por EEUU, Israel y Turquía
OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Los expertos agrarios piden más información sobre el TTIP

Las negociaciones de la Asociación Transatlántica sobre Comercio e Inversión entre Estados Unidos y Europa, conocida por sus siglas en inglés (TTIP), siguen despertando inquietud en medios profesionales y científicos por su falta de transparencia. Las negociaciones se iniciaron en julio de 2013 impulsadas por los sectores exportadores de ambas partes, preocupados por la constante pérdida de peso del comercio transatlántico dentro de los intercambios de mercancías a escala mundial. El volumen del comercio de mercancías entre Estados Unidos y Europa ha pasado de representar el 7,2% del comercio mundial en 1995, al 4,3% en 2013.

Las conversaciones han sido objeto de fundamentadas críticas por la falta de información sobre su desarrollo. La fase más reciente de este proceso fue la aprobación el pasado 8 de julio por parte del Parlamento Europeo de un informe elaborado por el socialdemócrata alemán Bernd Lange. El informe contó con el respaldo de 436 eurodiputados (Partido Popular Europeo, Socialistas y Demócratas y Liberales), aunque una parte de los socialistas franceses, austriacos y todos los belgas votaron en contra. En total, 241 eurodiputados rechazaron el informe, que propone una serie de recomendaciones a la Comisión Europea, encargada de negociar por parte de la UE. El texto definitivo del acuerdo deberá ser aprobado por el Parlamento Europeo en bloque sin posibilidad de introducir enmiendas.

El TTIP puede contribuir, sin duda, al desarrollo del comercio entre ambas orillas del Atlántico, pero también ha despertado seria preocupación por la posible erosión de derechos en medio ambiente, protección de consumidores y legislación laboral, que están más avanzados y son más exigentes en Europa.

El impacto de la asociación transatlántica sobre el sistema agroalimentario y el medio rural fue objeto de un interesante análisis y debate en el X Congreso de la Asociación Española de Economía Agraria (AEEA), celebrado en Córdoba entre los pasados días 9 y 11. El encuentro registró un elevado nivel científico que quedó patente en las más de 160 ponencias presentadas. La Asociación está copresidida Raúl Compés, profesor de la Universidad Politécnica de Valencia y Tomás García Azcárate, experto de la Comisión Europea y profesor del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad Libre de Bruselas, (IEE-ULB).

El profesor Louis Pascal Mahé, de la Escuela de Agrónomos Agrocampus-Ouest Rennes, analizó las vinculaciones del TTIP con el último acuerdo de la Política Agraria Común (PAC) de la UE. Desde esta perspectiva manifestó su preocupación porque “no se ha hecho lo suficiente para afrontar los fallos del mercado”. Lo cierto es que Europa va a una negociación con una política agrícola muy débil que, según el profesor francés, “no está en línea con el federalismo fiscal” que precisaría y que requería disponer de unos fondos europeos suficientes.

Pascal Mahé recordó que en la anterior negociación comercial en el marco de la Ronda Uruguay fue “gestionada e impulsada por Estados Unidos, mientras que la UE mantuvo una actitud pasiva”. Uno de los riesgos de Europa es que a diferencia de Estados Unidos, que mantiene una posición única, en la UE existen posiciones muy diferentes entre los Estados. Mientras Reino Unido prioriza la defensa de su sector financiero y Francia muestra más interés por la venta de servicios a corporaciones locales, otros países, como España, están más interesados en la exportación de sus productos agroalimentarios.

El secretario general del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Carlos Cabanas, puso de relieve la creciente importancia del peso de las exportaciones agroalimentarias en la economía española, que ya suponen el 17% del total, con un valor superior a los 40.000 millones de euros. Cabanas subrayó que el TTIP puede significar un aumento del volumen de las exportaciones y ofrecer más oportunidades para el crecimiento y la creación de empleo.

Eduardo Baamonde, director general de la Confederación de Cooperativas Agroalimentarias, se mostró favorable al TTIP. Sus argumentos se basan en que “un acuerdo de libre comercio con un país como Marruecos nos perjudica, mientras que con un país desarrollado como Estados Unidos nos beneficia”. “Nuestras armas”, explicó, “son el conocimiento y la innovación y no los costes de producción”.

Baamonde abogó por la necesidad de transparencia en el desarrollo del nuevo acuerdo. Recordó que en el mercado internacional las grandes empresas cuentan con poderosos equipos jurídicos para defender sus intereses. En su opinión, el problema está en los pequeñas exportadores y, por lo tanto, “la claridad y la transparencia benefician a las pymes”.

En el debate algunas voces se mostraron partidarias de que el TTIP fuera ratificado a través de un referéndum mientras que otros abogaron en cambio por fortalecer el poder del Parlamento Europeo como mejor forma de garantizar los intereses de los ciudadanos. También se exigió que el Gobierno para cumplir con los mínimos de transparencia debería dedicar especial atención “a explicar bien” lo que representa el nuevo acuerdo.

El alto nivel de las intervenciones puso de manifiesto la seria preocupación de economistas, ingenieros agrónomos y expertos por el posible impacto del Acuerdo tanto en los aspectos medioambientales como en la homologación de normas. Una inquietud que no se corresponde con el debate político real existente en la sociedad.

[Este artículo pertenece a la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]

Las negociaciones de la Asociación Transatlántica sobre Comercio e Inversión entre Estados Unidos y Europa, conocida por sus siglas en inglés (TTIP), siguen despertando inquietud en medios profesionales y científicos por su falta de transparencia. Las negociaciones se iniciaron en julio de 2013 impulsadas por los sectores exportadores de ambas partes, preocupados por la constante pérdida de peso del comercio transatlántico dentro de los intercambios de mercancías a escala mundial. El volumen del comercio de mercancías entre Estados Unidos y Europa ha pasado de representar el 7,2% del comercio mundial en 1995, al 4,3% en 2013.

Las conversaciones han sido objeto de fundamentadas críticas por la falta de información sobre su desarrollo. La fase más reciente de este proceso fue la aprobación el pasado 8 de julio por parte del Parlamento Europeo de un informe elaborado por el socialdemócrata alemán Bernd Lange. El informe contó con el respaldo de 436 eurodiputados (Partido Popular Europeo, Socialistas y Demócratas y Liberales), aunque una parte de los socialistas franceses, austriacos y todos los belgas votaron en contra. En total, 241 eurodiputados rechazaron el informe, que propone una serie de recomendaciones a la Comisión Europea, encargada de negociar por parte de la UE. El texto definitivo del acuerdo deberá ser aprobado por el Parlamento Europeo en bloque sin posibilidad de introducir enmiendas.