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La sospechosa liquidación de las cajas

La crisis financiera se ha aprovechado en España para liquidar de facto a las cajas de ahorros sin ningún fundamento económico o jurídico. Es cierto que en este tipo de entidades se han cometido gravísimas irregularidades. Pero anomalías muy graves como ha sido el caso de las participaciones preferentes se han registrado también en la banca. Los problemas en las cajas de ahorros no tienen tanto que ver con su denostada naturaleza jurídica (entidades sin ánimo de lucro, que carecen de accionistas y por tanto no hay que remunerarles, y que destinan una parte de sus beneficios a obras sociales) sino con lo que han hecho con ellas los ejecutivos que las han patrimonializado o los políticos que se las han apropiado como brazo ejecutor, según los casos.

Resulta en este sentido bastante sospechosa la exigencia de la Unión Europea de que las cajas de ahorros no podrán controlar a los bancos a los que han transferido una parte de sus actividades (vía Memorando de Entendimiento). Es decir, deberán reducir su participación en los bancos que controlan a menos del 50% del capital. La Caixa, por ejemplo, no podría tener un control mayoritario de su banco Caixabank. ¿Cuál es el fundamento de esta limitación que el Gobierno trata ahora de sortear?

El Tratado de la UE ha sido siempre neutral en lo que atañe al régimen de propiedad de las empresas a las que trata por igual ya sean públicas o privadas. Por otra parte, en Europa existen importantísimas entidades financieras de naturaleza mutual (entidades sin ánimo de lucro con aportaciones de sus asociados para prestar servicios) o pública, que no tan sólo tienen una larga trayectoria de eficiencia, sino que han resistido mucho mejor la crisis que los bancos.

En Holanda, por ejemplo, el Rabobank, la mayor entidad financiera del país, ha decidido reforzar su estructura cooperativa para los próximos años. En Francia, dos de las mayores entidades, el Crédit Agricole y el Groupe BPCE, son también de naturaleza mutual y han dado una gran estabilidad al sistema. Y la misma estructura social en forma de cooperativa tiene el grupo Raiffeisen Zentralbank, el tercero más importante de Austria, con una importante implantación en otros países del Centro y Este de Europa. También destacan las cooperativas de servicios financieros muy importantes en Canadá y dominantes en Quebec a través del grupo Desjardins.

En Alemania, los bancos públicos y las 430 cajas de ahorros representan el 40% del sector financiero. Lo más significativo de Alemania es que precisamente los bancos cooperativos y las cajas han tenido un comportamiento determinante para superar la crisis económica. Estos grupos no han dejado de aumentar la financiación a las empresas y a las familias a lo largo de la crisis, especialmente a través de los bancos cooperativos. Mientras, por el contrario, las grandes entidades han reducido sistemáticamente la concesión de créditos desde 2007. Esta ha sido precisamente una de las ventajas de la industria alemana para afrontar la crisis, pues ha contado con un vasto tejido de entidades financieras al servicio de la industria y no al revés, como ha ocurrido en otros países como Irlanda, Reino Unido y España, en los que los intereses de los bancos dominan la actividad económica.

Por otra parte, la historia reciente está llena de ejemplos que muestran el fiasco que ha supuesto la privatización de entidades de ahorros que habían funcionado perfectamente con el modelo social. En Bélgica, durante los años 90 se privatizó la Caisse Générale d’Épargne et de Retraite (CGER), que había sido un ejemplo de solidez y de apoyo a la economía de las empresas y familias para convertirse en el banco Fortis. Luego ese banco incurrió en todo tipo de irregularidades y en un crecimiento disparatado, que acabó en un profundo fracaso y tuvo que ser nacionalizado con la intervención de los gobiernos de Bélgica, Holanda y Luxemburgo y finalmente vendida a BNP–Paribas.

También cabe recordar la crisis del banco británico Northern Rock, que igualmente tuvo que ser nacionalizado en 2008 después de haber cometido todo tipo de irregularidades. El banco fundado en 1997 por la transformación de una entidad mutualista, Northern Rock Building Society, resultado a su vez de la fusión de dos Building Society, con más de 150 años de historia, que habían aportado cuantiosos fondos a actividades sociales.

En España estamos asistiendo a la liquidación de las cajas como modelo, que además de haber constituido instituciones muy sólidas y eficientes, como la Caixa, Caja Madrid, Unicaja y de una envidiable solvencia como la BBK, han aportado un complemento no despreciable al Estado de bienestar público. Durante la última década, las cajas han destinado entre 1.000 y 2.000 millones anuales a actividades sociales que sufrirán un drástico recorte en los próximos años. En España las cajas han fallado no por su estructura mutualista, sino precisamente por no haberse comportado como tales. La realidad es que en muchos casos las cúpulas directivas de estas entidades han controlado las asambleas, los consejos de administración y las comisiones de control cuando deberían haber sido estos órganos los que vigilaran a los gestores.

Pero el río revuelto de la crisis es una oportunidad de aumentar el ya inconmensurable poder de la banca y reducir la competencia en el sector. De las más 50 entidades o grupos financieros existentes antes de la crisis solo quedan unos 15, lo que supondrá una significativa reducción de la oferta de servicios y sobre todo un aumento de tamaño de ciertas entidades, incrementando el riesgo sistémico. Como dicen muy bien los Economistas Frente a la Crisis, en su libro No es economía es ideología.

[Este artículo ha sido publicado en la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]

La crisis financiera se ha aprovechado en España para liquidar de facto a las cajas de ahorros sin ningún fundamento económico o jurídico. Es cierto que en este tipo de entidades se han cometido gravísimas irregularidades. Pero anomalías muy graves como ha sido el caso de las participaciones preferentes se han registrado también en la banca. Los problemas en las cajas de ahorros no tienen tanto que ver con su denostada naturaleza jurídica (entidades sin ánimo de lucro, que carecen de accionistas y por tanto no hay que remunerarles, y que destinan una parte de sus beneficios a obras sociales) sino con lo que han hecho con ellas los ejecutivos que las han patrimonializado o los políticos que se las han apropiado como brazo ejecutor, según los casos.

Resulta en este sentido bastante sospechosa la exigencia de la Unión Europea de que las cajas de ahorros no podrán controlar a los bancos a los que han transferido una parte de sus actividades (vía Memorando de Entendimiento). Es decir, deberán reducir su participación en los bancos que controlan a menos del 50% del capital. La Caixa, por ejemplo, no podría tener un control mayoritario de su banco Caixabank. ¿Cuál es el fundamento de esta limitación que el Gobierno trata ahora de sortear?