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Finanzas contra la salud
La crisis económica ha puesto al descubierto la profundidad de los trastornos causados por un capitalismo sin control dominado por las finanzas. La recuperación, en términos de crecimiento económico, iniciada en España en 2014, no ha logrado corregir los daños causados en la salud de los ciudadanos más vulnerables.
Las empresas y las instituciones han retomado el pulso, pero las condiciones de vida de los ciudadanos más machacados por la crisis han quedado seriamente estigmatizadas y son de difícil reparación. Corregir los daños causados por los excesos de la financiarización de la economía en la salud de los ciudadanos es la gran asignatura pendiente. Relevantes estudios especializados en el ámbito académico empiezan a abordar esta cuestión.
Los daños en la salud de los abusos del capitalismo son claramente perceptibles en numerosos ámbitos. Destacan el creciente deterioro de las condiciones laborales, los perjuicios generados por los fraudes bancarios y, de manera generalizada, los riesgos para el conjunto de la población por la destrucción del medio ambiente.
En el mundo del trabajo el empeoramiento de las condiciones laborales se ha puesto de manifiesto con la aparición de los trabajadores pobres. Este fenómeno se ha agravado por la desregulación impuesta por las dos últimas reformas laborales. En 2016, 2017 y 2018, la proporción de trabajadores pobres, los que el empleo no saca de la pobreza, se ha cronificado en el 13% del conjunto de ocupados, dos puntos más que en 2010, según Eurostat.
Un estudio coordinado por la doctora Àngels Cabasés, de la Universidad de Lleida, demuestra que los trabajadores pobres sufren peor salud mental: tienen entre dos y siete veces más posibilidades de sufrir depresión. Otra investigación del Gobierno de Baleares indica que las kellys (camareras de pisos de hostelería) padecen de manera más intensa lumbalgias y dolores en cervicales, manos y muñecas.
Muy preocupante es el aumento del presentismo (acudir al trabajo estando enfermo) desde la reforma laboral de 2012. “En España hay más personas que trabajan estando enfermas que personas de baja por enfermedad”, según un estudio de CC OO del pasado diciembre. El trabajo utiliza datos de Eurofound que indican que el 43,6% de los asalariados trabajaron enfermos en algún momento de 2015, seis puntos más que en 2010. La situación de los autónomos es especialmente injusta.
La gravedad de esta situación se ha visibilizado tras la sentencia del Tribunal Constitucional que ha avalado un despido por baja laboral a pesar de estar justificada por enfermedad. El Gobierno se ha comprometido a cambiar una legislación que antepone la libertad de empresa a la salud de los empleados.
En el ámbito de los abusos bancarios se han elaborado relevantes estudios académicos. Es destacable el trabajo Consecuencias biopsicosociales en la población española afectada por un proceso de desahucio, realizado por las doctoras Nerea Jiménez- Picón, Alicia García-Reposo y Macarena Romero-Martín, del Centro Universitario de Enfermería Cruz Roja de Sevilla. La investigación galardonada con el I Premio de la Fundación Finsalud, que preside el doctor José Manuel Ribera, concluye que “el proceso de desahucio causa numerosas consecuencias sobre la salud física, con aumento y empeoramiento de enfermedades crónicas, sobre la salud mental, … y el impacto se agrava con el avance del proceso”. Las investigadoras consideran que sus hallazgos pueden emplearse para mitigar los efectos de la inestabilidad de la vivienda en la salud física, mental y social del individuo durante esta y otras recesiones económicas.
Otras investigaciones impulsadas por Finsalud ofrecen indicadores relevantes de los daños causados por las malas prácticas bancarias en la salud. El trabajo Fraude financiero, salud mental y calidad de vida: Un estudio sobre la población de la ciudad de Madrid, publicado por International Journal of Enviromental Research and Public Health y elaborado por las investigadoras Encarnación Sarriá, Patricia Recio, Ana Rico, Manuel Díaz-Olalla, Belén Sanz-Barbero, Alba Ayala y María Victoria Zunzunegui es un referente. El trabajo se apoyó en la Encuesta de Salud de Madrid de 2017. Las conclusiones sostienen que el 10,8% de las personas encuestadas sufrieron algún tipo de fraude financiero. La pérdida de ahorros estaba relacionada en el 17% con las participaciones preferentes. También señalaron que el 19% de los hipotecados fueron perjudicados por las cláusulas suelo, que les impidieron beneficiarse de las rebajas de tipos de interés. Otro trabajo apoyado por esta fundación asegura: “La gente que perdió sus ahorros en participaciones preferentes o en hipotecas multidivisa tenían peor salud física y mental y peor calidad de vida que la población general de las mismas características”.
En el medio ambiente es abrumador el número de investigaciones que ponen al descubierto que el cambio del clima “causa defunciones y enfermedades debidas a desastres naturales tales como olas de calor, inundaciones y sequías”, como ha señalado la Organización Mundial de la Salud. Por su parte, el Tribunal de Cuentas de la Unión Europea advierte de que la contaminación del aire causa 400.000 muertes prematuras anuales en Europa. Algunas publicaciones científicas duplican esta cifra.
Las propias organizaciones empresariales como la Business Roundtable en Estados Unidos ya se han dado cuenta de que el capitalismo actual es insostenible. Está claro que el capitalismo sin reglas ya no es viable. Sobran las palabras. La tarea urgente es empezar a cambiarlo con obras.
[Este es el editorial del número 77 de la revista Alternativas Económicas, a la venta en quioscos y librerías. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]
La crisis económica ha puesto al descubierto la profundidad de los trastornos causados por un capitalismo sin control dominado por las finanzas. La recuperación, en términos de crecimiento económico, iniciada en España en 2014, no ha logrado corregir los daños causados en la salud de los ciudadanos más vulnerables.
Las empresas y las instituciones han retomado el pulso, pero las condiciones de vida de los ciudadanos más machacados por la crisis han quedado seriamente estigmatizadas y son de difícil reparación. Corregir los daños causados por los excesos de la financiarización de la economía en la salud de los ciudadanos es la gran asignatura pendiente. Relevantes estudios especializados en el ámbito académico empiezan a abordar esta cuestión.