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Es hora de reinventarlo todo

Nuestro mundo vive tiempos interesantes. La humanidad va a cambiar más en los próximos 20 años que en los 300 anteriores. Todos nos vamos a ver afectados. La tecnología y la transformación digital de nuestro entorno están cambiando los pilares básicos de la sociedad industrial: la forma de trabajar, la estructura de las empresas, las ciudades, las administraciones…

Las grandes instituciones monolíticas y verticalmente integradas tenían su razón de ser porque demostraron ser la manera más eficiente de coordinar los recursos, pero ahora el esfuerzo de coordinarse tiende a cero y con ello llega “la gran deconstrucción”. Y entiendo por deconstrucción el proceso por el cual Internet y la tecnología ayudan a dividir de manera individual las áreas funcionales de las industrias tradicionales.

Ejemplos de 'deconstrucción'

¿Los bancos? Nos encontramos con una serie de startups de Fintech que hacen una sola tarea y la hacen mejor, más barato y más rápido. Ya dijo Bill Gates: “Banking is necessary, banks are not” (“la banca es necesaria, los bancos no”).

También las universidades se han visto deconstruidas debido a la transferencia de conocimientos (el mejor profesor y la mejor explicación están online, no en tu facultad), el currículum y la certificación (no es lo que aprendes, es lo que haces con lo aprendido ¿cuándo te pidieron el título por última vez?; la investigación (¿abierta, masiva y ciudadana?), el campus y los aspectos sociales (¿las conferencias como el TEDx son el nuevo campus?).

¿Y las empresas? Gracias a la combinación del llamado crowdsourcing, las plataformas, la automatización y la inteligencia artificial, vamos hacia el capitalismo basado en la multitud, el crowd-based capitalism. Hoy resulta más caro hacer las cosas dentro de la empresa que tejer red con otros. ¿Qué impacto tiene tal afirmación sobre el producto, los controles de calidad, el marketing, el soporte al cliente, la financiación, etc?

En cuanto al trabajo, constatamos que se ve igualmente deconstruido en sus funciones básicas: ingresos, gestión financiera, herramientas para hacer el trabajo, identidad y reputación laboral, seguros y beneficios sociales…

Si le sumamos los avances en la automatización y la inteligencia artificial, no puede quedarnos ninguna duda de que todos los sectores y trabajos, también el tuyo, van a ser deconstruidos.

Quitar etiquetas

Hay mucho que desaprender acerca de la economía industrial para poder combinar de la manera más eficiente y creativa en el siglo XXI. Más allá de la gran deconstrucción tecnológica también estamos frente a la gran deconstrucción de nuestras creencias acerca de cómo una sociedad funciona, debe o puede organizarse. Nosotros, como observadores de la realidad, somos quienes ponemos los límites a las combinaciones que creemos posibles. Como decía Max Planck, “si cambias el modo en que miras las cosas, las cosas que miras cambian”.

Este proceso nos permite retroceder al origen de las cosas y adquirir el verdadero conocimiento, que no está viciado, el conocimiento sin etiquetas, en su función pura, del siglo XXI. Podemos así ver a los componentes de cada sistema con todo su potencial para ser combinados con otros.

Ouishare Fest

Si logramos eliminar etiquetas nos será posible reinventarlo todo, comenzar a mirarlo desde otra perspectiva que nos permita nuevos usos o procesos. Eso es lo que vamos a hacer durante el OuiShare Fest Barcelona 2016 que se celebrará a finales de este mes (26 y 27 de octubre). Exploraremos de manera transversal, junto a más de 70 ponentes, cómo la tecnología, los derechos civiles y especialmente las nuevas fuentes de confianza impactan todo el proceso de deconstruir, combinar y reinventar.

La movilidad, la salud y el turismo colaborativos, la ciudad autosuficiente, la democracia participativa y el futuro del trabajo son algunos de los ejes que abordaremos.

Propósito ético

Pienso que las posibilidades de reinventarnos son infinitas, que podemos ser disruptivos o continuistas, según creamos que tengamos que serlo, pero también que debemos definir un propósito ético y alineado con el bien común como la brújula que nos guíe a la hora de explorar estas posibilidades.

Hay muchos futuros posibles y es importante que no nos cerremos en una única visión que nos limite. ¿Cuál es el futuro que queremos? ¿Cómo mantenemos a las personas por delante de la tecnología? ¿Cómo diseñamos incentivos para el valor a largo plazo versus la extracción de valor a corto plazo en la economía? ¿Qué haremos para que la economía colaborativa funcione para todos? ¿Cómo podemos innovar desde el punto de vista cívico y tecnológico para lograr tener una sociedad funcional? ¿Qué papel desempeña la regulación tradicional en un mundo autorregulado a base de datos? Son algunas de las preguntas que queremos formularnos.

Nuestro mundo vive tiempos interesantes. La humanidad va a cambiar más en los próximos 20 años que en los 300 anteriores. Todos nos vamos a ver afectados. La tecnología y la transformación digital de nuestro entorno están cambiando los pilares básicos de la sociedad industrial: la forma de trabajar, la estructura de las empresas, las ciudades, las administraciones…

Las grandes instituciones monolíticas y verticalmente integradas tenían su razón de ser porque demostraron ser la manera más eficiente de coordinar los recursos, pero ahora el esfuerzo de coordinarse tiende a cero y con ello llega “la gran deconstrucción”. Y entiendo por deconstrucción el proceso por el cual Internet y la tecnología ayudan a dividir de manera individual las áreas funcionales de las industrias tradicionales.