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Minipisos demasiado caros para minisueldos

Ahora que el reflejo del boom inmobiliario destella de nuevo a nuestras vidas, al menos en las noticias, ¿se acuerdan de la que se armó cuando la ex ministra de Vivienda María Antonia Trujillo propuso minipisos protegidos de 33 metros cuadrados como una posible salida a los problemas de acceso de los jóvenes a la vivienda? La salida fue tildada de “barbaridad” y de “indignante”. Pensé en los minipisos cuando, buscando en los portales estrella que filtran ofertas por Internet (Idealista, Fotocasa, Habitaclia...), empezaron a saltarme a los ojos propuestas de alquiler por 400, 500 y hasta 650 euros mensuales a cambio de lofts y estudios varios de 25, 20, 18… ¡y hasta 14 metros cuadrados! en Madrid (por Embajadores y Lavapiés) y, sobre todo, en Barcelona (cerca de Sant Antoni, o por Gracia).

Busqué en el Instituto Nacional de Estadística (INE) cuál es la proporción de pisos con menos de 30 metros cuadrados, y es escasa (poco más de 50.000 entre un total de hogares que supera los 18 millones, mientras los que miden entre 30 y 45 metros, rondan los 535.000), pero estos datos corresponden al censo de 2011.

Los agentes de la propiedad inmobiliaria (api.cat) se propusieron este año saber si, a resultas de la burbuja inmobiliaria, las nuevas casas construidas eran más grandes, cosa que sí estaba ocurriendo en EE UU, según un estudio del Deutsche Bank. Y, con datos del Ministerio de Fomento, concluyeron que no: la superficie de las nuevas viviendas levantadas en España, pese a figurar en la media de otros países europeos como Dinamarca (137 metros cuadrados, el que más) y Reino Unido (76 metros, el que menos), ha bajado en una década de una media superior a los 100 metros cuadrados a los 96.

Hablamos de una media, pero ya sabemos que el encarecimiento del suelo ha llevado a construir casas más pequeñas. Por otra parte, el INE estima que los hogares habitados por una sola persona son los que más aumentarán entre 2014 y 2029. La previsión es que aumenten del 27,5% actual hasta convertirse en un tercio del total.

Hoy, algunos ladrillos de las grandes urbes del país vuelven a cambiar de manos. De nuevo se cierran transacciones, aunque selectivas, a cambio de más dinero: de media, contando viviendas nuevas y usadas, un 1% más, según TINSA, pero en un mercado muy heterogéneo. En Barcelona los precios son un 8,5% superiores a los de hace un año, cuando en Madrid el salto es del 3,8%. En una decena de capitales y en 15 provincias los precios han seguido cayendo, y por encima de un 5%, respecto del año anterior.

Todos los expertos que se asoman a los medios para analizar la situación coinciden en que allí donde se mueve algo, junto al comprador nacional lo bastante adinerado como para buscar chollos, los que rondan son fondos inversores que buscan viviendas para extranjeros con dinero.

No se trata de que esté bien o de que esté mal. Se trata de que, en paralelo, el porcentaje de nueva vivienda social sobre el total ha caído a la mitad (del 33,2% al 16,5%, según las estadísticas del Banco de España). O de que, desde el año 2008, cuando comenzó la crisis, se han terminado 389.000 pisos nuevos que permanecen vacíos, en manos de particulares o de bancos por falta de financiación del promotor o por ejecución hipotecaria, según Tinsa. La zona de Castellón presenta el panorama más desolador. O de que el sueldo medio (bruto) de los jóvenes de hasta 24 años bajó entre 2007 y 2015 de 1.182 euros al mes a 1.031 (y de 1.553 a 1.575 en el caso de los jóvenes de entre 24 y 34 años).

El precio de un alquiler medio en España es, según Enalquiler.es, de 712 euros al mes (1.456 euros en Madrid, 1.410 en Barcelona y 1.131 euros en Bilbao). Tampoco está muy claro que el sueldo les dé para un minipiso de 20 metros cuadrados.

Conclusión: seguiremos leyendo titulares que se supone que deberían hacernos felices porque regresa la bonanza. Ah, el rendimiento medio bruto anual de la vivienda se sitúa en el mismo nivel que en septiembre de 2007 (9,1%), según el Banco de España.

La vivienda, recordémoslo, no es un derecho, por mucho que lo recoja así la Constitución, sino que puede volver a ser una buena inversión. Para quien pueda.

[Este artículo pertenece a la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]

Ahora que el reflejo del boom inmobiliario destella de nuevo a nuestras vidas, al menos en las noticias, ¿se acuerdan de la que se armó cuando la ex ministra de Vivienda María Antonia Trujillo propuso minipisos protegidos de 33 metros cuadrados como una posible salida a los problemas de acceso de los jóvenes a la vivienda? La salida fue tildada de “barbaridad” y de “indignante”. Pensé en los minipisos cuando, buscando en los portales estrella que filtran ofertas por Internet (Idealista, Fotocasa, Habitaclia...), empezaron a saltarme a los ojos propuestas de alquiler por 400, 500 y hasta 650 euros mensuales a cambio de lofts y estudios varios de 25, 20, 18… ¡y hasta 14 metros cuadrados! en Madrid (por Embajadores y Lavapiés) y, sobre todo, en Barcelona (cerca de Sant Antoni, o por Gracia).

Busqué en el Instituto Nacional de Estadística (INE) cuál es la proporción de pisos con menos de 30 metros cuadrados, y es escasa (poco más de 50.000 entre un total de hogares que supera los 18 millones, mientras los que miden entre 30 y 45 metros, rondan los 535.000), pero estos datos corresponden al censo de 2011.