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El gran drama de las empresas periodísticas

El gran drama de las empresas periodísticas no es que la publicidad se haya contraído el 50%, que las ventas de los diarios se hundan o que Internet haya puesto patas arriba el modelo de negocio tradicional.

Todo esto es muy preocupante, sí.

Pero el auténtico drama es que la sucesión de EREs que asuela el sector ha supuesto la expulsión de las redacciones de los periodistas veteranos, incluyendo a muchos de los mejores de España. Incluso en el improbable caso de que algún día todo vuelva a la normalidad, ya nada será como antes.

El endeudamiento extremo de las empresas periodísticas en los tiempos de la burbuja ha acabado comportando el desembarco en los puestos de mando de ejecutivos del sector financiero. Por lo general, suelen estar muy bien preparados, dominan como nadie la técnica de los derivados financieros, los secretos del cash-flow y hasta la contabilidad creativa. Pero no conocen el secreto de su nuevo sector: que el capital más importante de las empresas periodísticas son sus periodistas, más incluso que la cabecera.

Los despidos masivos de periodistas suponen, por definición, una descapitalización de la empresa. Pero un periodista es sobre todo su agenda, sus contactos, su experiencia y su olfato –además de su capacidad para contar historias, que se le supone—y, por tanto, la expulsión de las redacciones de los periodistas más experimentados es letal para los medios cuyos ingresos dependen de lectores que pagan a cambio de información exclusiva y relevante. Con un segundo efecto, también devastador: rompe la cadena que permitía aprender a los jóvenes. Se golpea el presente a la vez que se hipoteca el futuro.

En EEUU, un periodista como Andreu Missé, exsubdirector de El País que durante más de 30 años ha estado en la cocina de muchas de las grandes noticias de este país –y hasta el pasado febrero, al frente de la delegación del diario en Bruselas, el punto informativo más caliente del momento--, nunca saldría del 'New York Times' o del 'Washington Post'.

Pero esto es España.

Por suerte.

Aquí dirigirá la nueva revista Alternativas Económicas, que llegará al quiosco en febrero, con todo su bagaje a cuestas. Y los periodistas que lo acompañamos en esta fascinante aventura podremos seguir aprendiendo.

El gran drama de las empresas periodísticas no es que la publicidad se haya contraído el 50%, que las ventas de los diarios se hundan o que Internet haya puesto patas arriba el modelo de negocio tradicional.

Todo esto es muy preocupante, sí.