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¿Es razonable la pensión estratosférica con la que Francisco González se despide del BBVA?
El 1 de enero las pensiones en España se actualizarán de nuevo a partir de la inflación, pese a que el BBVA Research, el servicio de estudios del segundo banco español, viene advirtiendo de que ello “hará más vulnerable a la economía española”. Pese a que casi la mitad de las pensiones de jubilación aún están por debajo del salario mínimo, el servicio de estudios del BBVA insiste en arremeter contra la supuesta generosidad del sistema público, a su juicio insostenible. Ese mismo día, el 1 de enero de 2019, el que ha sido máximo ejecutivo del BBVA durante casi dos décadas, Francisco González, podrá embolsarse una pensión generosa de verdad: 79,7 millones de euros de una tacada.
Obviamente, se trata de una pensión privada, nutrida con aportaciones que el banco fue realizando hasta 2010, año en que González cumplió 65 años, como parte de su retribución al margen del salario base y, por tanto, con un impacto fiscal mucho menor. Pero la magnitud de la recompensa económica, estratosférica, en una España que vislumbra de nuevo nubarrones económicos cuando las clases populares aún no se han recuperado de la crisis, reabre el debate sobre la brecha salarial y las enormes diferencias retributivas entre una ínfima minoría con salarios disparados y una gran parte de la población con cada vez más dificultades para llegar a fin de mes. No es un debate estrictamente español, sino que ha irrumpido con fuerza en el mundo económico occidental y algunos de sus actores emblemáticos: desde el diario británico Financial Times hasta Blackrock, la mayor gestora de activos del mundo, con sede en Wall Street- han encendido todas las luces de alarma y claman por algún tipo de reforma que al menos limite los excesos retributivos en los consejos de administración.
“Es ya evidente que con la crisis se han ampliado las diferencias entre los que más ganan y los que menos tienen y ello es uno de los elementos que más explican el auge de los populismos en muchos lugares”, advierte Jordi Fabregat, profesor de Economía, Finanzas y Contabilidad de la escuela de negocios Esade, quien añade: “Muchas retribuciones son tan extraordinarias que tienen muy difícil justificación”.
En España, el debate suele hacerse con la boca pequeña, a diferencia de otros países donde se está abordando al máximo nivel. Y eso a pesar de que la estratosférica pensión que se embolsará González no es un hecho aislado. Ni siquiera es la más elevada, al menos en teoría. Los 79,7 millones de González quedan lejos de los 108 que se llevó Ángel Corcóstegui del Santander en 2002 y hasta de los 88,2 de Alfredo Sáenz del mismo banco, en 2013. La actual CEO de la entidad, Ana Patricia Botín, acumula ya 45,8 millones de euros en su hucha de pensión particular con muchos años en la cúpula todavía por delante. Algunos de los afortunados pensionistas del Ibex ni siquiera tienen que jubilarse realmente para acceder a su multimillonaria pensión, como demostró Isidro Fainé, que se embolsó 24,5 millones por este concepto al dejar la dirección general de La Caixa, en 2007, pero sin renunciar al control de la entidad ni a los consejos de Administración de sus participadas. “Las retribuciones desorbitadas no están justificadas nunca, pero si acaso tendrían algún sentido cuando alguien se juega su patrimonio y crea alguna cosa novedosa que genera un gran valor; en cambio, resulta inaudito en el caso de gestores que trabajan en nombre de los accionistas”, subraya Jordi Alberich, empresario muy vinculado al Cercle d’Economia, del que ha sido muchos años director.
Sin embargo, la tendencia de salarios disparados para los directivos de grandes corporaciones —la gran mayoría, hombres, lo que a su vez aumenta la brecha de género— afecta a todo el mundo occidental y es uno de los grandes motores del aumento de la desigualdad. Las ratios que miden la diferencia entre los que más ganan y el salario medio se están volviendo abismales y no dejan de crecer. En EEUU, la diferencia dentro de las grandes empresas se ha encaramado hasta el ratio de 354 —el que más gana, multiplica por 354 veces la media—, cuando en la década de 1980 la diferencia era de 42. Y la media de los 200 CEO mejor pagados se ha situado ya en 17,5 millones de euros al año tras subir el 14% en 2017 y el 9% en 2016, según una investigación de The New York Times: “Es grotesco. Para los CEO es como ganar cada año la lotería mientras que muchos estadounidenses no pueden ni ahorrar”, declaraba recientemente al diario neoyorquino Louis Hyman, historiador económico de Cornell University.
Un patrón común
La tendencia es la misma en Reino Unido, según los datos compilados por el High Pay Centre, entidad de referencia en la brecha salarial, impulsada entre otras por Deborah Hargreaves, exredactora del Financial Times, que acaba de publicar Are chief executives overpaid? Su conclusión es rotunda: los ejecutivos, sin duda, cobran demasiado. En Reino Unido, los CEO han multiplicado por cuatro sus ganancias en 25 años y hoy la ratio con respecto al salario medio de las grandes corporaciones del índice FTSE 100 está en 160, cuando en la década de 1960 era de 60. Y también en estado de aceleración: el salario medio de estos privilegiados se disparó el 23% el pasado ejercicio y ya supera los 6,4 millones de euros anual de media.
España se inserta exactamente en el mismo patrón, como reflejan periódicamente los informes de brecha salarial de Oxfam Intermon, de Comisiones Obreras, del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa y de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). El último informe de la entidad reguladora de los mercados señala que la retribución media de los consejeros ejecutivos del Ibex creció el 43% entre 2014 y 2017, mientras que el sueldo medio en estas mismas compañías apenas subió el 4%. Oxfam Intermón estima que la ratio de brecha salarial se sitúa en 112, con los máximos directivos del Ibex embolsándose 4,2 millones de media anual. “Las empresas con grandes diferencias salariales están minusvalorando la aportación del grueso de los trabajadores al resultado global de la empresa”, concluye la ONG.
Si el ratio se calcula no a partir del salario medio sino del mínimo, adquiere una dimensión todavía más exorbitada: 207, según la ONG. El informe de CC OO pone la lupa sobre algunas empresas concretas donde el fenómeno es ya directamente superlativo: esta ratio se dispara hasta 1.865 en ACS, 1.477 en Cie Automotive, 1.188 en Acciona, y en al menos una docena de empresas cotizadas supera el umbral de los 300, según los datos de CCOO.
La investigación del sindicato se centra en el sector financiero, que es el que refleja en su conjunto una mayor desigualdad. Particularmente en España. Entre las conclusiones del estudio destacan que “el sector financiero español es el que tiene el mayor porcentaje de retribuciones variables de toda Europa” y también “donde más crecen los millonarios en sus cúpulas de toda Europa”. Según el último informe de la Autoridad Bancaria Europea, 152 banqueros españoles tienen una retribución anual superior al millón de euros.
La Asociación Española de Banca no se muestra preocupada ni por esta evolución ni por pensiones como la que se embolsará Francisco González. “En los últimos años se han establecido una serie de principios generales entre los que destaca la necesidad de alinear la política de retribuciones con el perfil de riesgo de la entidad, y hacerla compatible tanto con sus obligaciones, valores e intereses a largo plazo como con la consecución y el mantenimiento de una base sólida de capital. Dentro de este nuevo marco, cada entidad establece su propia política de retribuciones”, sostiene José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la patronal bancaria.
El laissez faire en el pago de salarios estratosféricos suele justificarse en base a los beneficios obtenidos por las empresas: una recompensa a los mejores. Sin embargo, la propia CNMV advierte que muy a menudo las justificaciones se apuntan teóricamente, pero luego no llegan a demostrarse: “Suelen ser insuficientes las explicaciones de las sociedades sobre el grado de cumplimiento de los objetivos, las métricas y los criterios fijados al inicio del ejercicio para determinar la remuneración variable de los consejeros ejecutivos. Por tanto, no siempre es fácil entender de manera adecuada cuál ha sido el desempeño real de los consejeros ejecutivos en el ejercicio anterior, ni qué metodologías y herramientas se han usado en la medición, a efectos de que quede adecuadamente justificado el devengo de las percepciones que se detallan en el informe”, recalca el organismo regulador.
“Cuando ves jugar a Messi te das cuenta en seguida de que es un jugador único e insustituible y que hay muy pocos como él. En cambio, algunos consejeros delegados cobran salarios como si fueran tan imprescindibles como Messi, pero no se entiende por qué motivo, ya que la política retributiva es opaca. Hacen ver que son Messi sin serlo”, opina Alberich. Fabregat, de Esade, apunta en la misma dirección: “Los dirigentes providenciales, los realmente imprescindibles, solo pueden ser una excepción, y no la norma, pero viendo las políticas retributivas la mayoría parecen insustituibles”.
Una portavoz del BBVA remite a los informes que el banco entrega a la CNMV como toda explicación ante la superpensión que Francisco González está a punto de percibir y se limita a recalcar que en 2010 el banco dejó de hacer nuevas aportaciones a su hucha de pensión. En cambio, Orencio Vázquez, coordinador del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, entidad de referencia en el escrutinio de las grandes corporaciones en España, la considera “un escándalo”, teniendo en cuenta, además, “el papel desastroso que desempeñaron los bancos en la crisis” y que “han sobrevivido en parte gracias a la actuación del Banco Central Europeo y no por sus gestores”.
Joan Sierra, secretario general de la Agrupación del Sector Financiero de CCOO, no le encuentra “ninguna justificación”. Y Luke Hildyard, actual director del londinense High Pay Center, considera, preguntado por Alternativas Económicas, que 79,7 millones de pensión “es un pago realmente increíble, incluso según los estándares recientes”.
“Este tipo de retribuciones perjudica la reputación de la compañía y del sector empresarial en su conjunto. El simple hecho de que alguien pueda llevarse semejantes cantidades sugiere que el Consejo de Administración y sus accionistas no están supervisando bien las cuestiones de liderazgo, lo cual puede llevar a otros problemas importantes”, explica Hildyard. Y añade: “El hecho de que ejecutivos reciban estas retribuciones asombrosas es también malo para las condiciones de vida de los demás. Los bancos no tienen recursos ilimitados y gastar 80 millones en una única persona significa que hay menos dinero para el resto de los trabajadores”.
El diario El Economista sostiene que la suma total que se embolsará Francisco González el 1 de enero de 2019 es en realidad muy superior a 79,7 millones de euros, una vez añadidos todos los bonus y variables vinculadas a su gestión global en el banco, y la estima en 110 millones, cifra que la portavoz del BBVA eludió comentar. Estas cantidades se suman a las altas retribuciones que, de forma habitual, el directivo ha ido percibiendo por su labor al frente del banco, que fuentes independientes conocedoras de las interioridades de la entidad calculan en un mínimo de otros 170 millones de euros.
Ello arrojaría una retribución total para una sola persona de entre 250 y 300 millones de euros en 17 años, una cifra de ensueño incluso para la reducida élite del deporte mundial. Pero… ¿Y si resulta que efectivamente Francisco González pudiera equipararse a una especie de Messi de las finanzas, un personaje único e irrepetible que ha multiplicado el valor de su compañía y la ha situado en un nivel superior?
Algunas de las entrevistas concedidas por González tras anunciar su inminente marcha pueden dar esta impresión al ser presentado casi siempre como un gestor exitoso imbuido de sentido de Estado. En sus respuestas opina sobre muchas de las las cuestiones que afectan al interés general, desde la supuesta insostenibilidad del sistema público de pensiones —omitiendo que el BBVA es el líder en España del negocio de las pensiones privadas—, hasta los supuestos peligros derivados del pacto presupuestario de la izquierda. En cambio, nunca tiene que dar explicaciones sobre su pensión estratosférica ni abordar si es congruente con el balance de su gestión.
Sin embargo, las retribuciones percibidas, a la altura de un Messi de las finanzas, no parecen tener concordancia con las variables objetivas que las propias élites del capitalismo suelen equiparar a los goles marcados por los futbolistas: la evolución del valor en Bolsa de la compañía, el precio por acción, la rentabilidad...
Ignacio de la Rica, columnista de referencia del diario económico Expansión, ha escrito que la carrera como banquero de González se basa en buena medida en haber sido amigo de José María Aznar y Rodrigo Rato, quienes le catapultaron a la presidencia del banco público Argentaria, que acabó fusionándose con BBV. El columnista recuerda que cuando González tomó posesión del cargo de presidente de la nueva entidad, en enero de 2002, el BBVA era el mayor banco por capitalización de España. Casi 17 años después, ha perdido más del 22% de su valor bursátil, mientras que el Banco Santander vale casi el doble y es ahora la entidad financiera de referencia. “El BBVA ha perdido su posición en el ranking y su condición de referente. También su liderazgo, su influencia, su rentabilidad y gran parte de su proyección de crecimiento”, sostiene De la Rica.
Además, el precio por acción de la entidad se ha desplomado —ha perdido en torno a un 60% de su valor en estos años (véase el gráfico)— y es el banco de la élite española con menos beneficios antes de provisiones e impuestos desde 2000, según cálculos del diario digital Merca2, asociado a Bloomberg. En lo que va de año, el BBVA lidera junto al Banco Sabadell las caídas de cotización de la banca en el Ibex (-26% al cierre de esta edición), lo que para el economista Carmelo Tajadura supone “un mal epílogo para el presidente, más o menos como su gestión”. Tajadura, que fue miembro del servicio de estudios del BBVA y luego formó parte del equipo de economistas de Moncloa con José Luis Rodríguez Zapatero que lideraba David Taguas, se muestra implacable en Twitter con el balance de González: “Sabe poco de banca”, es “un fracasado como gestor intentando dar buena imagen” —en referencia a las entrevistas que está concediendo—, ha sido “nefasto para los accionistas, un desastre comparado con el Santander y el colmo fue echar al mejor gestor de banca comercial”, en referencia al hoy presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, que en 2009 abandonó el BBVA, con 68,7 millones de euros bajo el brazo, por discrepancias con González.
Con semejantes credenciales, ¿cómo ha logrado González consolidar sus retribuciones de ensueño y coronarlas con una pensión de 79,7 millones de euros? En opinión de Orencio Vázquez, del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, es un ejemplo claro de una tendencia del capitalismo contemporáneo: “Logró hacer cautivos a los accionistas, que quedaron a merced del núcleo dirigente sin posibilidades reales de llevarles la contraria”. Vázquez subraya que González contaba con una cláusula de blindaje de 93 millones, con lo que su despido era en la práctica imposible y, por tanto, contaba con margen para imponer siempre sus decisiones. Sería un buen símbolo de lo que el economista canadiense John K. Galbraith (1908-2006) consideraba la tecnoestructura: empleados con tanto poder que en la práctica controlan la compañía sin ser los dueños y que en el fondo se guían por sus intereses particulares.
Jordi Fabregat, de Esade, considera que es urgente promover medidas que refuercen el poder de las juntas generales de accionistas frente al equipo gestor, pensando siempre en los intereses de los dueños de participaciones. “En muchas grandes corporaciones, el free float [acciones de libre circulación en los mercados] es tan grande que no hay accionistas de referencia con fuerza suficiente para velar de verdad por los intereses de la sociedad”, apunta.
Revuelta de accionistas
Paradójicamente, la mayor amenaza a los sueldos desorbitados de los ejecutivos, que van subiendo por el mero efecto de imitación entre unos y otros, procede de algunos fondos de inversión y actores destacados del mercado, que se están plantando en las juntas, sobre todo en los países anglosajones, votando en contra de los paquetes retributivos. El Financial Times dedica cada vez más atención a seguir las “revueltas de accionistas”, que en opinión del rotativo de referencia de los mercados vivieron un momento cumbre el 14 de abril de 2016 cuando lograron tumbar en una junta el sueldo del jefe de la petrolera BP, que ascendía a casi 16 millones de euros.
Según los cálculos del diario londinense, las revueltas de accionistas a causa de la retribución de directivos se han doblado en el primer semestre de este año entre las grandes empresas británicas, agrupadas en el FTSE 100, al pasar del 9% al 18%. El rotativo considera que puede hablarse de revuelta de accionistas cuando el 20% o más de los accionistas votan en contra de las propuestas salariales.
Chris Cummings, director ejecutivo de Investment Association, organización que agrupa a inversores británicos que suman activos por valor de más de seis billones de euros, ha declarado a este periódico: “Los accionistas están frustrados porque el mensaje no está llegando a algunos consejos; las compañías deben hacer más para asegurar que los paquetes retributivos de sus ejecutivos se alinean con los resultados y se mantengan en niveles que los accionistas vean aceptables”.
Algunos países están dando pasos, incluso legales, para dar más fuerza a los accionistas. En Australia, por ejemplo, si el 25% o más de los accionistas votan en contra de las propuestas salariales en una junta general de accionistas, el consejo de administración cesa en bloque y debe someterse a algo parecido a una moción de confianza. La obligación de detallar las brechas salariales se está imponiendo en los países anglosajones. Y en Suiza incluso llegó a forzarse un referéndum para limitar a 12 veces la diferencia salarial máxima permitida en una empresa, una propuesta que fue apoyada por el 35% de los electores de un país que alberga uno de los hubs financieros más importantes del mundo.
Con esta regla, la pensión de Francisco González se habría contabilizado dentro del salario. Y en sus 17 años de presidencia no habría ganado cerca de 300 millones de euros, sino alrededor de 2,5 millones de euros, que a partir del 1 de enero de 2019 podría completar con los casi 2.600 euros mensuales (14 pagas) que prevé la pensión pública máxima: más que suficiente para vivir una jubilación sin agobios.
[Este artículo ha sido publicado en la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]
El 1 de enero las pensiones en España se actualizarán de nuevo a partir de la inflación, pese a que el BBVA Research, el servicio de estudios del segundo banco español, viene advirtiendo de que ello “hará más vulnerable a la economía española”. Pese a que casi la mitad de las pensiones de jubilación aún están por debajo del salario mínimo, el servicio de estudios del BBVA insiste en arremeter contra la supuesta generosidad del sistema público, a su juicio insostenible. Ese mismo día, el 1 de enero de 2019, el que ha sido máximo ejecutivo del BBVA durante casi dos décadas, Francisco González, podrá embolsarse una pensión generosa de verdad: 79,7 millones de euros de una tacada.
Obviamente, se trata de una pensión privada, nutrida con aportaciones que el banco fue realizando hasta 2010, año en que González cumplió 65 años, como parte de su retribución al margen del salario base y, por tanto, con un impacto fiscal mucho menor. Pero la magnitud de la recompensa económica, estratosférica, en una España que vislumbra de nuevo nubarrones económicos cuando las clases populares aún no se han recuperado de la crisis, reabre el debate sobre la brecha salarial y las enormes diferencias retributivas entre una ínfima minoría con salarios disparados y una gran parte de la población con cada vez más dificultades para llegar a fin de mes. No es un debate estrictamente español, sino que ha irrumpido con fuerza en el mundo económico occidental y algunos de sus actores emblemáticos: desde el diario británico Financial Times hasta Blackrock, la mayor gestora de activos del mundo, con sede en Wall Street- han encendido todas las luces de alarma y claman por algún tipo de reforma que al menos limite los excesos retributivos en los consejos de administración.