Eres un niño, y avanzas con zancadas ligeras y ágiles por una calle cualquiera de Moscú con una pelota pegada al pie mientras esquivas farolas y emulas a tu admirado Arshavin. Al doblar la esquina, Pavla y Kristyna se están dando un beso. Son tus vecinas, ya las habías visto alguna vez. Parece que se quieren mucho.Viene un policía, y en lugar de pedirte que dejes de fastidiar con la pelota, les pone una multa de 5.000 rublos -unos 114 euros-. No lo entiendes, no molestaban a nadie. Suponen una mala influencia para ti, dice. Te corrompen moralmente. Y tú, mientras tanto, pendiente de tu pelota.
Te doy la bienvenida a la Rusia que quiere Putin.
Eso es lo que puede ocurrir en Rusia desde el pasado julio, cuando entró en vigor la ley homófoba que impone multas enormes por expresar la homosexualidad en público. ¿Es solo un problema de dinero? En absoluto. Supone estigmatizar a las lesbianas, gays, homosexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI). Supone favorecer un clima de odio permanente contra estas personas, y que la sociedad rusa normalice su discriminación. Supone lanzar a todo el mundo el mensaje de que las personas homosexuales tienen menos derechos humanos que las heterosexuales y su orientación sexual estará bajo sospecha en Rusia.
¿Estamos siendo alarmistas? En absoluto. En los últimos meses la policía ha detenido a activistas que solo intentaban manifestarse contra la aprobación de la ley homófobaEn los últimos meses la policía ha detenido a activistas que solo intentaban manifestarse contra la aprobación de la ley homófoba. El 29 de junio, los activistas LGBTI intentaban celebrar una manifestación pacífica en San Petesburgo para denunciar el aumento de la homofobia , la discriminación y los ataques violentos contra las personas LGBTI en Rusia. El evento fue organizado en el Marsovo Pole (Campo de Marte) en el centro de la ciudad, en una zona que no requiere la autorización previa de las autoridades . Los organizadores habían informado a las autoridades de la ciudad sobre la fecha y el propósito del evento, según lo prescrito por la ley.
Sin embargo, poco después del comienzo del evento, la policía dijo a los manifestantes que el acto violaba la prohibición de hacer “propaganda de la homosexualidad ” entre los menores. Hubo un gran enfado y los manifestantes se negaron a abandonar la manifestación. Entonces, la policía formó una línea y cargó contra los manifestantes, deteniendo a 55 activistas LGBTI. Más tarde, las autoridades iniciaron causas administrativas en su contra, aunque fueron liberados con posterioridad.
La manifestación también atrajo la atención de grupos anti homosexuales, que acudieron a increpar a los activistas. Gritaron consignas insultantes, lanzaron piedras, huevos y botes de humo y agredieron físicamente a algunos de ellos. Al menos uno de los activistas LGBTI sufrió heridas graves como consecuencia de estos ataques - le rompieron la mandíbula y la nariz - . La policía detuvo a unos pocos atacantes -entre ocho y diez, según los informes-. A pesar la violencia mostrada, no trató de dispersarlos y prefirió aplicar una política de detención selectiva contra los manifestantes LGBTI.
Por si fuera poco, algunas organizaciones LGBTI han sido multadas en virtud de la llamada “ley de agentes extranjeros”, que exige que toda ONG que reciba apoyo extranjero y participe en “actividades políticas” se inscriba en un registro especial.
Por ejemplo, el festival cinematográfico de San Petersburgo “Bok o Bok” (“juntos”), que aspira a ser un espacio donde personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI) puedan expresar abiertamente su identidad, fue condenado en junio pasado a pagar una multa combinada de 500.000 rublos (unos 11.400 euros), cantidad insólitamente elevada. La multa se basa en dos supuestos delitos distintos: No haberse registrado como “agente extranjero” y no haber indicado en una publicación reciente que es un “agente extranjero”, como exige la legislación correspondiente. Prosigue abierta la causa administrativa contra su director, que también podría acarrearle una fuerte multa. Se trtata de la cuarta ONG multada desde abril de este año, cuando entró en vigor una represiva ley sobre agentes extranjeros que imponía nuevas y amplias restricciones sobre el trabajo de las organizaciones de la sociedad civil.
Así es Rusia ahora que se ha convertido en el epicentro de la atención internacional por la cumbre del G-20. Los derechos humanos se pisotean impunemente. Y los líderes que están allí -incluido el presidente Rajoy- tienen responsabilidades en esto. Pueden estar del lado de los derechos humanos, o estar con Putin y sus nuevas medidas. Así de fácil. En Amnistía Internacional y otras organizaciones lo tenemos claro. Todas las leyes que limitan la libertad de expresión en Rusia son violaciones de derechos humanos. Y esperamos del presidente Rajoy, que condene estas leyes y pida a Putin que las retire inmediatamente.
Eres un niño, y avanzas con zancadas ligeras y ágiles por una calle cualquiera de Moscú con una pelota pegada al pie mientras esquivas farolas y emulas a tu admirado Arshavin. Al doblar la esquina, Pavla y Kristyna se están dando un beso. Son tus vecinas, ya las habías visto alguna vez. Parece que se quieren mucho.Viene un policía, y en lugar de pedirte que dejes de fastidiar con la pelota, les pone una multa de 5.000 rublos -unos 114 euros-. No lo entiendes, no molestaban a nadie. Suponen una mala influencia para ti, dice. Te corrompen moralmente. Y tú, mientras tanto, pendiente de tu pelota.
Te doy la bienvenida a la Rusia que quiere Putin.