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Siria: Un lugar sin infancia para niños y niñas combatientes

Nieves Gascón

Equipo menores Amnistía Internacional España —

A mediados de 2011 comienzan las revueltas en Siria, en las que la población reclamaba más derechos y libertades. De inmediato el gobierno reprime brutalmente este movimiento ciudadano, desembocando en un conflicto bélico y crisis internacional durante cinco largos años. De entonces hasta la fecha, se cometen graves violaciones de derechos humanos. Uno de los colectivos más vulnerable sin lugar a dudas, son los niños y niñas que han muerto, huyen o sobreviven en un país en ruinas, caos y violencia extrema. En este escenario de supervivencia las opciones vitales son escasas. Viviendas destruidas, escuelas atacadas, innumerables pérdidas de vidas y medios materiales. Con frecuencia se bloquea la ayuda humanitaria, que no llega a tiempo. Ante tal panorama resulta complicado, sobre el terreno, hallar alternativas de mejora, especialmente frente la dura realidad de una infancia arrebatada a millones de niños y niñas por la guerra.

De forma habitual chicos y chicas sufren detenciones, tortura y desapariciones forzadas. En 2014 según la ONU, unos doscientos setenta y un niños y siete niñas fueron reclutados y utilizados como soldados por grupos afiliados al Ejército Sirio Libre, Unidades de Protección de la Población Kurda (YPG/YPJ), el EIIL y el Frente Al-Nusra. A la mayoría se les armó para el combate por un sueldo de unos casi trescientos sesenta euros mensuales, cantidad suficiente para disuadir a las familias a alistar a sus hijos e hijas, en situaciones de extrema pobreza. Se reclutaron a muchos menores de quince años, incluso a pequeños de tan solo ocho años.

En los campamentos de adiestramiento en Aleppo, se sometió a cientos de niños a adoctrinamiento: les prometían un sueldo, teléfono móvil, armas, un lugar en el paraíso entre los mártires y una esposa al alistarse al EIIL, dotándoles de cierto poder a modo de ritual de paso a una acelerada edad adulta.

El reclutamiento es una grave violación de derechos humanos de estos niños, en su mayoría, y niñas minoritariamente, que además son explotadas sexualmente y sus abusos más invisibilizados. De esta manera se infringe el derecho internacional humanitario y se cometen crímenes de guerra, tanto por parte del estado sirio como por los múltiples grupos armados.

También se reclutó para el terrorismo suicida. Tras su adoctrinamiento, por su fácil manipulación y sin que hayan llegado a elaborar una idea certera sobre la muerte, estos chicos y chicas se ven abocados al final precipitado de sus cortas vidas, favorecido por su alta tolerancia a la violencia ambiental y cotidiana, el odio y la falta de expectativas adecuadas a sus necesidades. Se les niega el derecho a la educación, formación u orientación para un empleo y vida digna. Ni que decir tiene la imposibilidad de estos chicos y chicas para tener un mínimo bienestar, el derecho a permanecer en familia, a vivir sin violencia y a la protección tal como señala la Convención sobre los Derechos del Niño y su Protocolo facultativo relativo a la participación de niños y niñas en los conflictos armados.

Las escuelas son objetivo de ataques y masacres de civiles, además de ser lugares de detención arbitraria y tortura. No constituyen ya el espacio para crecer, aprender o jugar, convirtiéndose en lugares vulnerados por el adoctrinamiento, el sufrimiento y la muerte.

No son soldados, son niños y niñas como bien proclama la campaña de Naciones Unidas, Child, Not Soldier, (2014/2016) con el objetivo de poner fin al reclutamiento de niños y niñas en casi 20 países del mundo donde se mantiene esta práctica y se comete tan grave delito. Impliquémonos en este mensaje y exijamos a todos los gobiernos, a las Naciones Unidas y organizaciones internacionales, su intervención activa para poner fin al reclutamiento de niños y niñas. Porque nada ni nadie puede robar la infancia a cientos de miles de chicos y chicas en ningún lugar del mundo.

A mediados de 2011 comienzan las revueltas en Siria, en las que la población reclamaba más derechos y libertades. De inmediato el gobierno reprime brutalmente este movimiento ciudadano, desembocando en un conflicto bélico y crisis internacional durante cinco largos años. De entonces hasta la fecha, se cometen graves violaciones de derechos humanos. Uno de los colectivos más vulnerable sin lugar a dudas, son los niños y niñas que han muerto, huyen o sobreviven en un país en ruinas, caos y violencia extrema. En este escenario de supervivencia las opciones vitales son escasas. Viviendas destruidas, escuelas atacadas, innumerables pérdidas de vidas y medios materiales. Con frecuencia se bloquea la ayuda humanitaria, que no llega a tiempo. Ante tal panorama resulta complicado, sobre el terreno, hallar alternativas de mejora, especialmente frente la dura realidad de una infancia arrebatada a millones de niños y niñas por la guerra.