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¿Quién mató a Javier Verdejo? Una muerte impune 40 años después

Iñigo Mas

Almería —

Apenas pudo acabar la T porque salió corriendo hacia la playa al avisarle sus camaradas de la presencia policial. Sus compañeros salieron corriendo en varias direcciones ante el riesgo de ser detenidos por propaganda ilegal. Entonces el presidente del Gobierno Adolfo Suárez pasaba las vacaciones en la zona de Cabo de Gata, Franco había muerto unos meses antes y la Transición estaba marcada aún por la inestabilidad y la violencia política.

No hubo denuncia oficial porque la familia no la puso. Su padre, Guillermo Verdejo, era un prestigioso farmacéutico, personaje de la época franquista que llegó a ser alcalde de Almería. Se abrió una investigación militar pero no compareció nadie.

Todos los años, la izquierda almeriense, sus compañeros y amigos, realizan un emotivo acto de homenaje rememorando la fecha de su muerte. Este 13 de agosto de 2016 se cumplen 40 años sin Javier Verdejo, y nadie ha explicado aún qué pasó realmente, cómo murió, dónde exactamente, quién le disparó.

No se detuvo a nadie, no hubo ningún proceso, jamás se supo qué agente acabó con su vida. El próximo mes de noviembre se espera estrenar, posiblemente en el festival de cine Almería en Corto, el documental ‘Muerte de un Rebelde. Caras de la Transición’ sobre este trágico caso realizado por el almeriense Antonio Sarmiento, -autor de otras obras sobre el autismo que sufre su hijo o la inmigración ilegal de los trabajadores extranjeros en los invernaderos- quien ha hablado con familiares, con compañeros de la víctima que estuvieron con él y con testigos de los hechos.                                                                 

Sarmiento afirma que para saber cómo era Javier Verdejo ha entrevistado a camaradas de partido, compañeros de universidad en Granada, amigos de su infancia, y los que le acompañaron en sus últimas horas. Por transcribir unas palabras de Encarna, “era un chaval responsable, serio, con bastante capacidad analítica y muy comprometido con su sociedad…” , o Manolo, “una persona combativa,  luchadora y muy reivindicativo…”

¿Cómo murió Javier Verdejo?

En este documental se han contrastado distintas versiones, buscado en los  archivos históricos de Almería, el archivo histórico del Ejército en la provincia y en la región Sur en Sevilla, los juzgados de la época, Archivo Histórico Nacional en Salamanca, Guardia Civil o Instituto Forense. Han entrevistado a algunas personas que le acompañaron en la fatídica noche del 13 de agosto, testigos que vieron su cadáver minutos después de escuchar los disparos, siendo la primera vez que han relatado su vivencia. Han entrevistado al abogado Ernesto Ruiz Cantón que desgraciadamente falleció días después de su relato.  Se relata cómo supuestamente fueron los hechos.

Preguntado sobre cómo afectó socialmente la muerte de Javier Verdejo, Ruiz Sarmiento responde que “es la única persona a la que se le ha reconocido muerto en defensa de la Democracia y la Libertad por el Gobierno de España, y se le ha reconocido por la sociedad almeriense. Y por primera vez el más alto responsable político de la organización donde militaba Verdejo pide disculpas a la familia afirmando: ”Fuimos demasiado injustos hacia la familia que se merecían la solidaridad…“

El director ha viajado a Granada, Málaga, Motril y distintos pueblos de la provincia de Almería , realizando más de sesenta entrevistas, muchas de las cuales no se han podido grabar por expreso deseo de los protagonistas, aunque sí tiene autorización de los protagonistas para usar su información. “En definitiva, este documental quiere dar luz a uno de los hechos más luctuosos de la historia de Almería que tuvo una repercusión nacional”, afirma Antonio Jesús Ruiz Sarmiento.

Esperando una investigación oficial

40 años después se sigue exigiendo una investigación oficial que aclare los hechos y depure responsabilidades. Se ha escrito y hablado mucho pero nada se sabe a ciencia cierta. Todo son opiniones, conjeturas, especulaciones.

Lo cierto es que el funeral fue un acontecimiento excepcional en la Almería de 1976. Se celebró en la parroquia de la Plaza de San Pedro con una multitud de personas. Hubo mucha tensión entre los familiares y los compañeros políticos de la víctima hasta el punto de que una testigo asegura que “cuando el féretro estaba casi dentro del coche fúnebre, la multitud se lo arrebató a la familia y lo llevó a hombros hasta el cementerio, que estaba tomado por la policía. Tras discutir con los antidisturbios, el después concejal Antonio Fernández Sáez leyó un comunicado y nos disolvimos sin que llegara a pasar nada, pero la familia le dijo a la Guardia Civil que no debían preocuparse de nada, porque ellos habían cumplido con su deber. Para los padres era un deshonor tener un hijo así. Había un cura obrero y no le dejaron leer una homilía”, recuerda.

Al Parlamento andaluz

Izquierda Unida acaba de solicitar que el sitio donde le mataron sea declarado ‘Lugar de Memoria’. “Es uno de los episodios más vergonzoso de la Transición en nuestra provincia. Verdejo es un símbolo de la libertad, algo que no hay que olvidar, y por ello desde Izquierda Unida solicitaremos a través de mociones en los ayuntamientos que la Junta de Andalucía declare ‘Lugar de memoria’ el emplazamiento donde lo mataron, por una pintada, por pedir 'pan, trabajo y libertad', un lema que hoy en día sigue vigente ante las injusticias y abusos que padecemos y que no nos cansaremos de gritar”, argumenta la coordinadora provincial de Izquierda Unida en Almería, Rosalía Martín. Asimismo, IU solicitará este reconocimiento a través de una Propuesta No de Ley en el Parlamento andaluz, que esperan sea apoyada por todos los grupos políticos.

40 años después se quiere recordar este hecho y homenajear a Verdejo, sumando ese lugar de memoria a los ya existentes en Almería como la portada de la cárcel del Ingenio, único resquicio que queda de una antigua fábrica donde se concentró a los presos republicanos, el monumento a los almerienses fallecidos en el campo de concentración nazi de Mauthausen, y los refugios construidos en la capital para proteger a la población de los bombardeos franquistas.

“Para Izquierda Unida, ahora que el Parlamento de Andalucía tramita la Ley de Memoria Democrática de Andalucía, ahora que es preciso afirmar los valores democráticos como valores comunes frente a los intentos de involución, recordar a Javier es recordarnos a todos los habitantes de Almería lo extremadamente duro que fue conquistar un espacio de libertad, recordar y reivindicar esos valores fundamentales de una democracia: el derecho de opinión, el de expresión, en cuyo ejercicio fue muerto Javier, el de manifestación, el de asociación, el de sindicación; también los derechos sociales, que Javier reivindicaba en su pintada: el derecho al trabajo, a la educación, a la salud, a la jubilación”, recuerda Rosalía Martín.

Versiones oficiales y extraoficiales

Año tras año se han sucedido concentraciones, debates, canciones, protestas y ríos de tinta. El escritor José Ruiz Fernández, autor de una obra dedicada a los hechos, mantiene que la versión oficial sostiene que “había una pareja de la Guardia Civil y uno de ellos alumbraba en la noche. Se dio el alto una vez cuando lo reglamentario era dar tres veces el alto, y Javier salió corriendo hacia la playa y allí le esperaba el segundo agente, quien le disparó, entrando la bala por la garganta y saliendo por la región occipital, según recoge el certificado médico que pidió la familia. Los hechos fueron sobre las doce de la noche y las diligencias fueron militares. Hubo una comisión de investigación de la Asociación Democrática de la Juventud, en la que también militaba Javier, formada por un periodista, un abogado y el presidente de la Asociación, que llegó a recoger manchas de sangre (de la caseta de baño cercana a la pared donde estaba la pintada) y se enviaron a un laboratorio de Madrid sin que se supiera nunca más del tema, si era sangre de Javier o no”, ha denunciado.

Según esta fuente hubo dos versiones oficiales, una del Ministerio del Interior y otra de la dirección general de la Guardia Civil, ambas muy similares, reflejando que el motivo del 'accidente' fue el tropiezo de un anónimo agente. Él relata que la Dirección General de la Guardia Civil hizo pública al día siguiente esta nota informativa: “Sobre las 24 horas del día 13, cuando una pareja de la Guardia Civil de vigilancia del puesto del Zapillo estaba de servicio, sorprendió a cuatro individuos que, al observar su presencia, salieron corriendo. Ante esta actitud sospechosa, la pareja les persiguió y dio repetidas veces la voz de 'alto a la Guardia Civil'. Durante la persecución, uno de los guardias tropezó y el arma, un Z-62, se le disparó causando la muerte de uno de los que huían que resultó ser el joven de 19 años Francisco Javier Verdejo Lucas, soltero, estudiante. Posteriormente se comprobó la existencia de unas pintadas en el punto en que se inició la huída, y en poder del fallecido spray de idénticas características de los letreros”.

 Sin embargo, en aquella época un periodista de la entonces prestigiosa revista ‘Cuadernos para el diálogo’ fue enviado a Almería en 1976 a cubrir la información del drama. Hoy en día José Romualdo es miembro de Amnistía Internacional y participó en una charla sobre el asunto celebrada en 2015 en un centro social de la izquierda almeriense que recibe el nombre de Javier Verdejo. Allí dio a conocer que “según las diligencias previas, el arma empleada no llevaba seguro sino cerrojo y estaba preparada en la posición de tres disparos simultáneos al apretar el gatillo. Cuando uno de los dos guardias civiles le da el alto, Javier sale corriendo y en la oscuridad choca contra un agente que llevaba el arma sobre el pecho, se quita el cerrojo con el golpe y salen los tiros hiriendo de muerte uno a Verdejo”. En la citada charla del año pasado, un 2015 en el que también se proyectó un documental sobre los hechos y se realizó una concentración ante la Subdelegación del Gobierno, también se afirmó “que el sitio donde dijeron que murió es falso”.

Hay versiones que sostienen que la víctima recibió el tiro en una caseta de baño de la playa de San Miguel, en el barrio de El Zapillo, y según explica el escritor José Ruiz, la sociedad almeriense “no podía creer que se tratara de un accidente fortuito, teniendo en cuenta la trayectoria del proyectil que acabó con la vida del joven, ya que según un médico amigo de la familia Verdejo, había entrado por la garganta y había salido por el hueso occipital, lo que venía a demostrar que el disparo había sido realizado de frente, a una distancia de siete a diez metros, no por la espalda”, como explicaba la versión del Gobierno Civil de Almería, entonces dirigido por el fiscal Roberto García Calvo.

García Calvo después de los hechos fue elegido diputado al Congreso por Alianza Popular y finalmente murió en 2008 como magistrado del Tribunal Constitucional. Aquella explicación oficial reincidía en lo mencionado por la Guardia Civil: “sobre las 24 horas del día 13, cuando una pareja de la Guardia Civil de vigilancia nocturna prestaba sus servicios en las inmediaciones de la playa, a la altura del balneario San Miguel, observó la presencia de cuatro individuos que en actitud sospechosa merodeaban por aquel lugar. Al acercarse a los mismos con objeto de identificarlos se dieron a la fuga, saliendo en su persecución la pareja, a uno de cuyos números, al correr detrás del que había huido en dirección a la playa y tropezar, se le disparó el arma alcanzando el proyectil al que resultó ser el joven Francisco Javier Verdejo Lucas, de 19 años de edad, natural y vecino de esta ciudad, quien resultó muerto. El resto de los huidos aún no han sido identificados ni localizados. Instruye diligencias el Juzgado Militar”.

Pese a la citación en el juzgado militar para que prestara declaración todo aquél que pudiera aportar algún dato, nadie se presentó y las diligencias se archivaron por falta de pruebas. Adolfo Suárez nunca recibió a la comisión investigadora que había recogido muestras de sangre en el suelo, la pared y el techo de la caseta de baño pese a su petición de audiencia al presidente del Gobierno.

La familia recibió del Estado una compensación económica de 135.000 euros por aplicación de la actual Ley de Memoria Histórica como “reconocimiento a favor de personas fallecidas en defensa de la democracia y en atención a las circunstancias excepcionales que concurrieron en su muerte  por acción de las Fuerzas de Seguridad o por excesos de éstas”.

El escritor José Ruiz Fernández transcribió en su obra el testimonio de una de las personas que acompañaron a Javier Verdejo en su última noche, que apareció publicado en el periódico 'La Voz del Pueblo', núm. 10, de fecha 1 de septiembre de 1976: “Cuando el camarada Javier estaba pintando, dos de nosotros advertimos la presencia de los civiles, uno de los cuales encendió una linterna y se dirigió hacia él. Nosotros gritamos: ¡Javier corre! Al oír el grito, Javier vio al guardia que se encontraba a su altura y salió corriendo hacia la playa para tomar un callejón que hay en las proximidades. Allí se encontraba el otro guardia civil, al que Javier no había visto, quien le dio el alto disparando al instante. El alto no se dio más que una vez y no se oyó más que un disparo. No sabemos si logró esquivar al segundo guardia, pero estamos seguros de que no fue asesinado en la playa ya que no le dio tiempo a correr tanto. Si hubiera querido le podría haber cogido; creemos que le disparó de frente”.