El Tribunal Superior de Andalucía protege los árboles de la plaza Vieja de Almería: “Mejoran la calidad de vida”

Néstor Cenizo

3 de mayo de 2022 20:36 h

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El 22 de mayo de 2020, en medio del estado de alarma, el Ayuntamiento de Almería celebró un Pleno extraordinario y urgente por vía telemática. El equipo de gobierno, del PP, tenía prisa por aprobar una modificación del PGOU que llevaba varios años trabajando. Consistía en talar una veintena de árboles de la plaza Vieja, varios de ellos centenarios, y retirar el monumento a Los Coloraos, una columna que homenajea a quienes en 1824 desembarcaron en la ciudad con el fin de emular a Riego.

Los árboles y el monumento molestaban al objetivo de dejar una plaza diáfana para conciertos y negocios de hostelería. La concejala responsable dijo que, entre árboles y terrazas, prefería las terrazas, que era lo “moderno”.

Dos años después, el máximo órgano judicial de Andalucía ha parado los pies al consistorio: los árboles deben permanecer donde están, porque no hay “razón convincente” para eliminarlos.

Los magistrados explican que su decisión no se debe solo a que los árboles estén protegidos como parte del Conjunto Histórico, sino también a la sombra que dan, su adaptación al entorno y a la aplicación del concepto de desarrollo sostenible, el “nuevo referente o paradigma” que “informa toda la normativa urbanística”. El TSJA recuerda que existe todo un corpus normativo que obliga a conservar cualquier árbol de la vía pública, salvo excepciones que deben justificarse.

Además de proteger a los árboles, la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, a la que ha tenido acceso elDiario.es Andalucía, puede tener un efecto secundario: si los ficus son intocables, el ayuntamiento tendrá difícil justificar su interés en trasladar el monumento a Los Coloraos, conocido en Almería como el Pingurucho. El monumento se instaló en la plaza en 1900 y Almería lo recuperó en 1988, después de que fuera retirado en 1943 para agradar a Franco.

“Mientras los árboles resistan, el Pingurucho resiste”, dice Francisco Verdegay, vicepresidente de la Asociación Amigos de la Alcazaba. Esta entidad interpuso el recurso contra el acuerdo de Pleno, junto con la Asociación Bicentenario de los Coloraos y Ecologistas en Acción.

El Ayuntamiento puede recurrir la sentencia ante el Tribunal Supremo. No ha aclarado si lo hará. En una nota remitida a los medios, tan solo señala que “acata” el fallo, en el que la concejala Ana Martínez Labella observa el triunfo del “inmovilismo frente al progreso”.

“Mejora la calidad de vida de los ciudadanos”

La sentencia trastoca el proyecto municipal para hacer de la plaza un espacio “diáfano”. El objetivo del equipo de gobierno era que no hubiese “interferencias visuales” entre las edificaciones de la plaza y la galería porticada del convento de Las Claras, en uno de los laterales. Argumentaba que los ficus, que discurren en paralelo a tres de las fachadas, fragmentan el espacio e impiden apreciar la galería y la plaza “como espacio público”.  

La sentencia recalca que esta argumentación no es “convincente”. Existe una obligación genérica de conservar el arbolado del espacio público, de modo que solo se eliminen ejemplares “por causa de fuerza mayor imponderable”, procurando que sean los de menor edad y porte. El TSJA reprocha al ayuntamiento que ni siquiera sometiera la cuestión a evaluación ambiental.

La sentencia resalta que los árboles (de la especie ficus nítida) han creado una pantalla vegetal vertical continua que aporta sombra y decora la plaza. No hace falta regarlos y están adaptados a las “condiciones extremas de fuertes vientos, baja humedad relativa, escasez de lluvias y altas temperaturas durante la mayor parte del año”. Los magistrados dan un valor intrínseco a esta “masa arbórea”, que “mejora la calidad de vida de los ciudadanos”, especialmente con la “alta radiación y temperatura” que registra Almería.

“Entendemos que su supresión sí afecta significativamente al medio ambiente”, concluyen. Por si fuera poco, muchos podrían morir en el intento de traslado.

Además, la plaza es un entorno protegido por el propio PGOU de Almería, y debe mantener su estructura básica, los elementos mobiliarios y el arbolado en forma de U. “La actuación pretendida en la medida en que implica la supresión del arbolado, infringe tal norma, sin ofrecer alternativa, ni razón convincente, ni desde luego obedecer la razón expuesta, a fuerza mayor imponderable”, recuerda la sentencia.

Lo que hizo el equipo de gobierno para intentar sortear esta obligación es recurrir a un subterfugio administrativo, consistente en modificar las condiciones de ordenación de la ficha del Catálogo de Edificios y Espacios Protegidos. Donde fijaba su obligación de “completar el anillo interno de arbolado con piezas de la misma especie y porte”, el acuerdo ahora anulado la reescribió: “El traslado del anillo interno de arbolado por entorpecer la visión general del conjunto arquitectónico que configura la plaza”.

Es decir, modificando la ficha, el ayuntamiento pretendió saltarse la norma superior que le obliga a respetar la protección de los árboles de la plaza Vieja.

“No hay nada más digno que estar junto al Ayuntamiento”

La protección del arbolado de la plaza Vieja podría tener como efecto colateral el mantenimiento del Monumento a los Mártires de la Libertad, el otro gran objetivo del recurso. Varias asociaciones memorialistas llevan años movilizándose contra el traslado de esta columna al Parque Nicolás Salmerón, para lo que ya existe incluso un proyecto municipal.

El monumento a Los Coloraos, como también se le conoce, homenajea a los héroes liberales que, con casaca roja, desembarcaron en la ciudad en 1824 para restablecer la Constitución de 1812. Fueron capturados y fusilados. En 1837 se erigió en su recuerdo el primer pingurucho, una columna que culminaba en una aguja. En 1868 se le dio un carácter más solemne: una columna coronada por un ángel, trasladada a su actual ubicación en 1900. Por el camino se rompió el ángel, que fue sustituido por una bola con pinchos que simbolizan el sol y la libertad.

Pero en 1943 el nuevo Pingurucho desapareció de la plaza. Llegaba Franco, y a alguien se le ocurrió que aquello había que quitarlo de la vista del dictador. Lo desmontaron piedra a piedra, y las guardaron en un almacén, hasta que en 1988 fue restituido previa suscripción popular, y volvió a ocupar un espacio noble frente al ayuntamiento.

A diferencia de los homenajes a otros héroes liberales, como el obelisco a Torrijos (Málaga) o el monumento a Mariana Pineda (Granada), el de Los Coloraos tiene para algunos una significación histórica diferente, a la que pueden haber contribuido la confusión con su denominación o la actuación de Franco. “Yo escuché a una maestra decir que el pingurucho era un elemento de enfrentamiento en la Guerra Civil. Un disparate”, lamenta Verdegay. Tampoco el Día de los Coloraos, que se celebra el 24 de agosto de cada año, ha llegado a calar.

Esta legislatura, el Consistorio (en manos del PP) parecía decidido a moverlo de nuevo. El arquitecto municipal decía que así resaltaría su “grandeza”, pero las asociaciones memorialistas y la oposición no compraron el argumento. “No hay nada más digno para los valores del monumento que estar junto al Ayuntamiento. Cualquiera notará que no está en el Casco Histórico”, dice Verdegay.

Proteger El Pingurucho “a través de los árboles”

El problema para el Pingurucho es que no goza de protección per se, porque es relativamente reciente. Para Francisco Verdegay, esto no debería ser un obstáculo, sino más bien al contrario: “Durante la dictadura se destruyó, pero hubo una restitución. Teniendo en cuenta el significado del monumento, eso le da un valor añadido”.

Las asociaciones memorialistas han presentado ante la Delegación de Cultura un informe que justifica su protección como Bien de Interés Cultural, pero no han obtenido respuesta. La solución fue “defender el pingurucho a través de los árboles”.

La sentencia parece abrir esa posibilidad, pero el Ayuntamiento no ha anunciado aún sus nuevas intenciones. La concejala sí ha asegurado que no renuncia a su “objetivo final” de “transformar el espacio”. “Somos partidarios de que se reforme la plaza, cómo no, pero no de quitarle las señas históricas. El Pingurucho es el monumento civil más antiguo de Almería. Explicar lo obvio es extraño, porque los primeros que tendrían que hacerlo son los políticos y las instituciones”, zanja Verdegay.

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