La solidaridad, la concienciación, la desaparición de las supersticiones, el progreso… Todo esto podría explicar el brutal crecimiento en el número de donaciones de cuerpos a la ciencia. Sin embargo, para Francisco Archilla, coordinador del depósito de cadáveres de la Facultad de Medicina de Granada, el responsable es “la crisis”. El profesor lo tiene muy claro. “Hace unos cuatro o cinco años tuvimos que hacer un llamamiento porque faltaban cuerpos y ahora tenemos entre 10 y 12 donaciones al mes”. La gente, asegura el facultativo, cada vez acude a una edad más temprana al departamento de Anatomía y Embriología Humana. Gente con 50 años que no quiere dejar “a su familia ningún cargo”.
La explicación es sencilla, “aquí lo vemos todos los días”, dice Archilla. “Las personas saben de la importancia de este tipo de actos, pero el número ha crecido demasiado para basarlo todo en la solidaridad”, apunta. Tanto es así, que la Facultad de Medicina de Granada lleva dos años sin acoger ningún cadáver. Porque, hay que ahorrar. En 2011, la Junta de Gobierno decidió no renovar los cadáveres hasta nueva orden. Desde entonces, alumnos e investigadores trabajan con los mismos cuerpos. La medida también está provocada por la falta de medios económicos. Incinerar a una persona cuesta una media de 1.300 euros y aunque el año pasado se realizaron tres cremaciones, desde julio en Granada no se han deshecho de ningún cuerpo. “Estamos a tope, con 20, no podemos admitir más muertos”.
Esta es la frase que lo resume todo y que se encontró María Angustias Martín cuando hace tres meses falleció su marido. “Era donante, llamamos, pero no había sitio. Así que tuvimos que enterrarlo y asumir unos gastos que suponíamos no tendríamos”. Enterrar a una persona en España cuesta una media de 2.200 euros, mil euros menos si se decide por la incineración, según los datos de la Unión de Consumidores.
El aumento de donaciones es algo que se repite en todas las facultades de medicina de Andalucía. En Sevilla la capacidad de su depósito es de unos 100 cuerpos, “pero tenemos alrededor de 80, siempre nos gusta tener un margen de maniobra”, explica Jesús Villanueva, responsable del departamento de Anatomía y Embriología Humana. La crisis, dice el experto, se ha dejado notar algo en el repunte de donaciones, aunque también “hay que matizar que la conciencia social ahora es diferente que hace unos años y la gente quiere aportar”. En esta facultad tienen aproximadamente unas 1.000 personas apuntadas para donar su cuerpo cuando fallezcan. Como consideración a la familia, cuando el cadáver ha dejado de prestar su servicio la Universidad, ofrece la opción de entregarle las cenizas en un acto de reconocimiento por su colaboración a la ciencia. El año pasado se quemaron 12 cadáveres.
1.900 donantes en 40 años
Málaga, por su parte, es la que más movimiento tiene de todas las facultades andaluzas. “Aquí hay 1.900 donantes, desde que la facultad se abrió hace 40 años”, explica la doctora Inés Smith. El centro cuenta con cuatro depósitos que albergan unos 50 cuerpos, pero antes de comenzar a trabajar con ellos se guardan durante cinco años para salvaguardar el anonimato del donante. Las cámaras también están rozando su capacidad y cada año se realizan dos incineraciones para dar cabida a los nuevos cuerpos, que este año han sido 22. “Está claro”, apostilla la doctora, “que el interés ha ido creciendo con el paso de los años”.
Este interés, sin embargo, no se ha dejado notar demasiado en la Universidad de Córdoba, que tiene la facultad andaluza con menos donaciones, “al ser de interior y tener menos contacto con los extranjeros, que son los más proclives a este tipo de actos”, explica el profesor Jiménez Reina. En los últimos tres años, sólo 28 personas han acudido a la facultad para rellenar la documentación. “Es posible que en la Delegación de Salud existan más solicitudes, porque hasta hace unos años ellos eran los responsables de su administración”, matiza Jiménez. Pese a todo, en la facultad cordobesa hay 18 cadáveres prestando servicio a la ciencia.
Andalucía ronda los 180 cuerpos en sus cuatro facultades de Medicina, todas ellas al límite de su capacidad, y en lista hay cerca de 3.500 personas. Sin duda, más de las que se podrán asumir.