Andalucía, manual de pactos 'in extremis' para la unidad de las izquierdas: el ensayo fallido de Sumar

Daniel Cela

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Hace justo un año que las izquierdas andaluzas dibujaron el croquis de la negociación para conformar una candidatura unitaria para las elecciones autonómicas. Estuvieron diez meses negociando entre bambalinas, a través de “mediadores independientes”, pero lo resolvieron, a tortazos, en los últimos diez minutos antes de que expirase el plazo para registrar la coalición ante la Junta Electoral.

Ahora es el turno de la plataforma Sumar de Yolanda Díaz y de Podemos, que tienen hasta el próximo viernes para inscribirse como coalición con el objetivo de reunificar todo el voto a la izquierda del PSOE bajo una misma candidatura para las elecciones generales del 23 de julio.

Los negociadores de Podemos son los mismos que negociaron en Andalucía, dirigentes de la ejecutiva estatal porque la formación morada carece de autonomía política y orgánica en este territorio. Los negociadores del ámbito de Sumar también son los mismos, aunque en Andalucía su enlace e interlocultor directo fue la federación autonómica de IU y el PCA.

Es lógico, por tanto, que el manual de negociación 'in extremis' que utilizan hoy en Madrid para construir la candidatura de Yolanda Díaz sea un calco de la hoja de ruta de la que nació Por Andalucía, la coalición electoral que aglutinó a seis formaciones de izquierdas para las autonómicas del año pasado: IU, Podemos, Más País, Equo, Iniciativa del Pueblo Andaluz y Alianza Verde. Sus promotores ya anunciaron entonces que el frente amplio andaluz sería “una avanzadilla” del espacio Sumar, y esto permite revisitar los aciertos y los errores de aquel sujeto político y de su realidad actual en el Parlamento andaluz.

“Un pulso en diferido” entre Yolanda Díaz y Podemos

La negociación para la candidatura de unidad en Andalucía estuvo siempre sometida a la intervención indirecta de las direcciones estatales de Podemos, IU y el círculo más próximo a Yolanda Díaz. “Fue un pulso en diferido de lo mismo que estamos viendo ahora en directo: la lucha por la supervivencia de Podemos frente al poder emergente de Yolanda”, recuerda uno de los dirigentes que lo protagonizó en primera línea.

Un año después, ni Podemos ni IU en Andalucía tienen un recuerdo agradable de aquel pacto. El resultado fue desastroso en términos electorales: pasaron de 17 a cinco diputados. Nadie dimitió. También lo fue en términos políticos: la discordia y la desconfianza está implantada en un grupo parlamentario, donde las dos diputadas de IU y Más País acumulan más actividad e intervenciones diarias por Pleno que los tres designados por Podemos, con mucho menos espacio legislativo ni protagonismo. Los primeros dicen que sus compañeros “no se esfuerzan lo suficiente”; los segundos replican que los tienen “marginados”.

Un año después, la candidatura unitaria no da muestras de unidad en el Parlamento andaluz. Ninguno ha superado el fracaso de las elecciones y todos se culpan mutuamente del mal resultado.

En privado se lanzan pullazos y, desde que Pedro Sánchez convocó las generales y empezó la cuenta atrás de 10 días para pactar otra coalición, dirigentes andaluces de Podemos están volcando en las redes sociales toda la frustración y los reproches que acumulan contra sus socios, a los que acusan de haberles “humillado” en Andalucía y de querer “a Podemos muerto”.

“La crisis de Por Andalucía en el Parlamento no invita a repetir la escena en el Congreso tras las generales, pero ¿qué alternativa tenemos a la unidad?”, advierte un diputado de Podemos. “Tenemos mil razones para no concurrir juntos y una sola para hacerlo: ser útiles a nuestra base social”, concluye una dirigente de IU.

El cisma interno del grupo

Podemos quedó fuera del registro oficial de la coalición Por Andalucía, de modo que sus tres integrantes figuran como independientes y, a efectos prácticos, la formación morada carece de representación propia en el Parlamento andaluz. No maneja apenas presupuesto ni portavocías dentro del grupo, a pesar de que pactó con IU un reparto al 50% que se plasmó en un pacto por escrito en el tiempo de descuento de la negociación, justo antes de quedarse fuera del registro de la Junta.

Podemos e IU firmaron un acuerdo bilateral ajeno a las otras cuatro formaciones de la coalición para repartirse los puestos de salida en las listas, los fondos electorales y las funciones dentro del grupo. Ese documento, que los morados difundieron aquella madrugada, nunca se cumplió. Más País y los grupos andalucistas de la confluencia no se sintieron concernidos por un pacto que ellos no habían firmado, y se aferraron al acuerdo rubricado por la Junta Electoral, sin la firma de Podemos ni su marca.

“Papel mojado”

Después del fracaso de las andaluzas, que dieron una mayoría absoluta rotunda al PP de Juan Manuel Moreno, el coordinador regional de IU, Toni Valero, acusó a Podemos de haber negociado “con una pistola sobre la mesa” y concluyó que el pacto bilateral con ellos era “papel mojado”. En las primeros días de la legislatura, los tres diputados morados maniobraron para hacerse con el control del grupo parlamentario, imponiendo su mayoría aritmética, pero fracasaron en el intento y, desde entonces, están “relegados a un segundo plano”, admiten ellos mismos.

IU lleva las riendas de la coalición en Andalucía y da por amortizado políticamente a Podemos. Las tornas se han invertido por completo en los últimos ocho años. En las autonómicas de 2015, los morados irrumpieron en el Parlamento andaluz, encabezados por Teresa Rodríguez, y estuvieron a punto de fagocitar a los comunistas, que pasaron de 12 a cinco escaños.

En 2018 concurrieron juntos bajo la marca Adelante Andalucía, una primera coalición donde prevaleció el peso de los morados sobre sus aliados. Entonces, el mascullar de los dirigentes veteranos de IU era muy parecido al que se escucha ahora en las filas de Podemos -“Nos quieren humillar”, se lamentaban algunos- pero la buena sintonía personal de Rodríguez con Antonio Maíllo, líder de IU, salvó la confluencia.

Ni separados ni juntos, el espacio a la izquierda del PSOE andaluz logró imponerse como alternativa a 37 años de gobiernos socialistas, desgastados por la corrupción, el cansancio de sus dirigentes y el hartazgo de sus electores. Ese relevo lo recogió la derecha -rota en tres partidos: PP, Ciudadanos y Vox-, abriendo un nuevo ciclo político que se consolidó hace un año con el Gobierno de mayoría absoluta de Moreno.

El sacrificio de IU Andalucía

En las elecciones del año pasado, la federación andaluza de IU logró imponer a su candidata como cabeza de cartel [Inmaculada Nieto], pero cedió a Podemos puestos de salida en las listas provinciales, quedándose con una sola representante de su partido en la Cámara. Los comunistas andaluces negociaron más con la mirada puesta en las generales que en aquellas autonómicas, eran la “avanzadilla” del frente amplio de Yolanda Díaz, y su cometido era plantar el germen de Sumar en España. La obsesión entonces fue “no dejar fuera de la coalición unitaria a Podemos”.

Al volver la vista atrás, sobre las cenizas de la coalición de izquierdas, los comunistas liderados por Toni Valero, y los anticapitalistas de Teresa Rodríguez, comparten el mismo recuerdo sobre las dificultades de negociar con Podemos.

Los primeros reconocen la hoja de ruta que están usando para negociar con Yolanda Díaz, consistente en tres pasos: Uno, crear expectativas de unidad entre los votantes de izquierdas, dando a entender que quieren acuerdo y que habrá acuerdo; dos, frustrar esas expectativas achacando a Díaz la ruptura del pacto; y tres, forzar la negociación hasta el último minuto para rebañar más cuota de poder y puestos de salida en las listas para los suyos.

Los anticapitalistas, por su parte, reconocen el “modus operandi de Pablo Iglesias”: “Coloca a Teresa Rodríguez de candidata, reconociendo su hiperliderazgo indiscutible, y luego por debajo te mete a todos los suyos en puestos de salida en las listas electorales, para garantizarse el control del grupo parlamentario. Con Yolanda están haciendo lo mismo”.

El factor Teresa Rodríguez

Teresa Rodríguez, ex líder de Podemos Andalucía y de la primera edición de Adelante, se apeó enseguida de la coalición Por Andalucía que concurrió a las autonómicas del año pasado. Creó otro partido con el mismo nombre -Adelante-, pero con un marcado carácter regionalista.

La unidad de izquierdas nacía rota, malavenida con sus antiguos socios, que dejaban atrás una estela de “traiciones”, “denuncias”, “expulsiones” y acusaciones de transfuguismo. La ruptura de Rodríguez con IU y Podemos hizo inviable el recuerdo de voto en todas las encuestas previas a las andaluzas, porque hace cuatro años eran aliados y hoy son rivales.

El reparto y la disputa por la herencia demoscópica, emocional y presupuestaria de la Adelante Andalucía original, cofundada por IU y Podemos con Rodríguez de líder, es un fiel reflejo del garabato expresionista de las izquierdas. La gaditana supo explotar bien su condición de repudiada por sus socios, orillada de la campaña electoral, para alzarse contra todo pronóstico con dos diputados en el Parlamento.

En cambio, las municipales han evidenciado su falta de arraigo territorial. Adelante ha quedado reducida a diez concejales en toda la región, seis de ellos en Cádiz, la única alcaldía que gobernaban de España -con José María González 'Kichi'- y que han perdido a manos de una mayoría absoluta del PP. Sin el hiperliderazgo de Teresa Rodríguez, Podemos Andalucía también ha visto desaparecer su papel como activo político en esta comunidad. En las municipales lograron 33 concejales y 30 lo son gracias a formar coalición con IU.

¿Qué va a hacer Adelante Andalucía de cara a las generales del 23 de julio? La dirección está analizando ahora las tres razones que explican “el desastre” de las municipales: el partido no ha sobrevivido sin el hiperliderazgo de Teresa Rodríguez, que fue candidata en las autonómicas, pero no en las municipales. Conscientes de esa dependencia de su carismática figura, Adelante usó el rostro de la gaditana en los carteles electorales de sus candidatos en muchas alcaldías, como Sevilla capital. Pero no funcionó.

Las otras dos razones tienen el mismo origen: Adelante Andalucía no tiene implantación territorial en el ámbito municipal; además es una marca desconocida, no por falta de espacio mediático, sino porque en los últimos años ha sido una casa de alquiler con distintos dueños. “Hay mucha confusión entre Adelante y Podemos, la gente todavía cree que Teresa es de Podemos o que Adelante es Podemos”, dice uno de sus dirigentes, tras recordar que Rodríguez fue referente de Podemos, candidata de una Adelante con IU y Podemos, y candidata de una Adelante sin IU ni Podemos.

Su resultado en las municipales es residual, pero de momento la ejecutiva mantiene la hoja de ruta para presentarse en solitario a las generales. La mayoría de voces consultadas coincide en que “la razón de ser de Adelante es concurrir en solitario a las generales, tener un representante en el Congreso para que ejerza el mismo peso en la política nacional que ERC para Cataluña, el PNV para Euskadi o Teruel Existe para Teruel”. La idea es presentar candidaturas en todas las provincias andaluzas y concentrar el voto para lograr, al menos, un escaño por Sevilla o Cádiz en el Congreso.

Las otras dos vías posibles se antojan difíciles de imaginar en este momento: una es retirarse, no presentarse a las generales. Algunos creen que así no fragmentarían el voto a la izquierda del PSOE, y que el espacio Sumar disputará a Vox el tercer puesto en las ocho provincias andaluzas. Otros, en cambio, están convencidos de que “los que no encuentren la papeleta de Adelante no cogerán la de IU o Podemos” si están integrados en Sumar.

La última opción es la improbable fusión de Adelante en el espacio político de Yolanda Díaz, a cambio de un puesto de salida en Cádiz o Sevilla, de tener voz propia en el Congreso -dentro de un grupo confederado- y, sobre todo, de que Teresa Rodríguez comparta escenario en los mítines con la candidata de Sumar, una imagen potente para simbolizar esa reunificación de izquierdas: “La andalucista de Sumar”. De momento, ninguna de las dos partes ha explorado esta posibilidad.

Cuando el espacio a la izquierda del PSOE rozó el millón de votos

Todo este recorrido convulso por el espacio político a la izquierda del PSOE andaluz se puede contabilizar en votos, diputados, concejales y representación institucional durante más de 40 años de elecciones municipales, autonómicas y generales. En el mejor de los casos, el sufragio a la izquierda del otrora poderoso PSOE-A alcanzó casi 870.000 votos (el 21%), concurriendo separados Podemos (590.000) e IU (275.000) en las elecciones andaluzas de 2015, en la cúspide de un cambio de ciclo hacia la izquierda marcado por el 15M. En las andaluzas del año pasado, Por Andalucía se quedó con 281.688 votos (7,78%).

En las elecciones generales de 2015, Podemos obtuvo en solitario 750.000 votos en Andalucía [10 escaños en el Congreso] y Unidad Popular en Común, coalición pilotada por IU, recabó 256.000 papeletas, traducidas en cero escaños. El año siguiente concurrieron juntos bajo la marca Unidas Podemos, pero la suma de siglas no se tradujo en la suma de votos hasta rozar el millón de papeletas: el resultado apenas mejoró el que había obtenido Podemos en solitario: 787.000 votos.

En las generales de 2019, el PSOE de Pedro Sánchez repuntó en Andalucía, pasó de un millón a 1,5 millones de votantes, y la coalición Podemos e IU cayó hasta los 651.000 votantes (de 11 a 9 escaños en el Congreso). Las últimas elecciones legislativas de ese año, en noviembre, hicieron retroceder a los socialistas y a las formaciones a su izquierda: Unidas Podemos tiene hoy 559.628 votantes en Andalucía y seis concejales.

La comunidad más poblada de España, con 8,5 millones de habitantes, aporta 61 diputados al Congreso y 32 senadores.

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